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septiembre 15, 2025

Cambalache digital y la desinformación

 

Les comparto una entrevista que me hizo el periodista Pedro Gómez de ABC Revista de ABC Color, periódico de Paraguay. Agradezco también al abogado César Coll, uno de los ejecutivos de ese medio.

https://share.google/mLFFBzZvyLrkOWQ6x

Ricardo Trotti nos habla del cambalache digital

Ricardo Trotti es un destacado periodista argentino de renombre internacional, quien llegó a ser director ejecutivo y es actual consultor de la Sociedad Interamericana de Prensa. Con nuestro país lo une los fuertes vínculos en defensa de la libertad de prensa y de expresión. Acaba de presentar su libro, el primero de una trilogía sobre un tema de actualidad fascinante y a la vez preocupante, la inteligencia artificial: Robots con alma: atrapados entre la verdad y la libertad.  

Por Pedro Gómez Silgueira

07 de septiembre de 2025

Cómo hacer frente a la IA, qué hacer para que los niños no caigan rendidos ante esa golosina tecnológica que les podría evitar el aprendizaje. Qué podemos hacer para procesar tanta información y enfrentar la desinformación. Ricardo Trotti, uno de los que más sabe del manejo de la información y las libertades, responde a estas preguntas que le enviamos para esta charla con ABC Revista:

– ¿Podrían tener alma los robots? ¿Cómo surgió el título de este libro?

– En esta novela me atreví a plantear una gran ironía: Dios, decepcionado por nuestras divisiones y conflictos, pide a los robots que salven a la humanidad, que nos recuerden nuestra propia divinidad. El título Robots con Alma surgió de esa provocación. En el fondo planteo si los humanos no estamos perdiendo el alma. Y en las formas: demuestro que vamos hacia la superinteligencia artificial, robots que ya no emulan o se programan, sino que son capaces de tener conciencia propia.

– ¿Es una novela de ficción o de realidad actual?

– Es ficción, pero como espejo del presente. Lo que describo está inspirado en dilemas actuales, potenciados: manipulación algorítmica, pérdida de libertades, desinformación. Es una distopía, pero no para asustar, sino para entender. La literatura no da soluciones técnicas, pero ofrece distancia para ver con más claridad los desafíos que ya enfrentamos.

– Los niños ya no quieren estudiar porque creen que los dispositivos tienen todas las respuestas. ¿Cómo podría afectar esto a la educación?

– El peligro es confundir información con conocimiento. Tener respuestas automáticas no significa entenderlas. La educación debería enseñar a preguntar mejor, cuestionar, conectar ideas y a cultivar el sentido crítico. El verdadero riesgo es que la IA nos convierta en usuarios obedientes (máquinas) en lugar de pensadores libres. La educación no puede terminar en consumo de datos e información, sino en cultivar sabiduría.

– ¿Hacia dónde cree que va la humanidad con la inteligencia artificial?

– Dependerá de nuestras decisiones. La IA puede ser un copiloto valioso o un chofer tiránico. Puede curar enfermedades, mejorar la educación, enfrentar el cambio climático, pero también puede ser un instrumento de vigilancia masiva y agravar la destrucción inteligente en una guerra. La clave no está en los algoritmos, sino en la ética y la política que los rodean, y ese es el gran desafío.

– ¿Del cambalache siglo XX pasamos a un cambalache XXI, no le parece?

– Sí; es un cambalache digital. Antes la confusión se veía en las calles, en la política o en la economía. Hoy se amplifica en las redes, donde todo se mezcla: verdad con mentira, ciencia con superstición, solidaridad con odio viralizado y donde los sesgos confirman nuestros prejuicios. La diferencia es que ahora el desorden no solo está afuera: se incrusta en cada pantalla o teléfono inteligente que miramos, moldeando nuestra percepción del mundo.

– Pero décadas atrás sabíamos cuál era ese desorden… ¿Ahora lo podemos desentrañar?

– Hoy es más difícil porque la manipulación es invisible. Los algoritmos nos aíslan en burbujas personalizadas, como espejos que nos devuelven lo que queremos escuchar. Por eso la pregunta no es si podemos entender el desorden, sino si podemos romper ese espejo y mirar más allá.

– ¿Quién define la verdad y quién define la mentira?

– Ese es el dilema central de la era digital. Ningún gobierno, empresa, periodista o ciudadano tiene el monopolio de la verdad. Lo que cambia ahora es la escala: nunca hubo tanta capacidad de manipular percepciones en tiempo real. Como digo en mi libro, la batalla no es solo por los hechos, sino por la confianza, por la credibilidad. La verdad o verificar los hechos es una responsabilidad personal.

– Décadas atrás se había planteado el fin de la historia… ¿Estamos frente al fin de la humanidad, del ser humano, el humanismo?

– No lo creo. Más que un fin, vivimos en una encrucijada. El riesgo es que la tecnología desplace lo humano a un segundo plano y que olvidemos nuestra esencia: verdad, libertad, creatividad, bondad y empatía. Si algo enseña Robots con Alma es que, paradójicamente, los robots podrían recordarnos que aún tenemos alma.

– Muchos estudiamos periodismo para cambiar el mundo. ¿Con la IA se puede cambiar el mundo desde el periodismo?

– Sí, siempre que no confundamos herramientas con propósito. La IA puede ayudar a verificar hechos, investigar y analizar grandes volúmenes de datos, incluso detectar noticias falsas o detectar nuevas realidades que escapan al ojo humano. Pero el periodismo no se mide en eficiencia, sino por sus principios éticos y el compromiso con la verdad. La IA puede darle más músculo al oficio, pero el corazón sigue siendo humano.

– ¿La sociedad actual es presa de apatía o de manipulación?

– La manipulación algorítmica nos adormece, y la apatía es la reacción natural de sentirnos desbordados. Pero no todo es derrota: hay jóvenes que reclaman futuro, comunidades que se organizan, voces que se rebelan contra la anestesia digital. Y, sobre todo, debe haber responsabilidad individual. No esperar que gobiernos o empresas lo resuelvan. Cada uno puede decidir qué comparte en las redes, qué consume, si chequea una noticia antes de difundirla o si prefiere apagar un rato la pantalla y volver a mirar a otra persona. Son gestos simples, pero multiplicados hacen la diferencia.

- ¿Cuáles son las soluciones que plantea a los dilemas de la IA y el avance tecnológico?

- No existen soluciones mágicas, pero sí tres direcciones claras. Ética: la innovación debe avanzar, pero con responsabilidad y transparencia. Política: necesitamos reglas globales, porque los algoritmos no conocen fronteras y el poder no puede quedar concentrado en unas pocas empresas. Y Cultura: redescubrir nuestra creatividad y el pensamiento crítico como antídotos frente a la deshumanización. En otras palabras: no se trata de apagar la tecnología, sino de encender lo que nos hace humanos y únicos. El dilema no es lo que hará la IA, sino lo que nosotros elijamos hacer con ella y ser frente a ella.

- Estás trabajando en otros dos libros que conformarán una trilogía. ¿Nos adelantás algo?

- Sí. Robots con Alma comienza con una Guerra de Conciencias, la lucha por el conocimiento. El segundo libro profundizará en la Guerra por las Almas, donde la pelea es por apropiarse de lo sagrado. Y el tercero planteará el dilema final: si la humanidad es capaz de convivir con inteligencias artificiales con conciencia. En el fondo, la trilogía no es sobre las máquinas, sino sobre nosotros recordándonos que el alma no se programa, sino que se cultiva.

pgomez@abc.com.py

 

septiembre 09, 2025

Libertad y democracia, frente a la mentira y el avance de la IA

Agradezco la charla profunda con el periodista José Curiotto del medio AireDigital, de Santa Fe, Argentina, sobre la mentira y el impacto en la democracia. A continuación, un resumen de la entrevista por zoom. Aquí el enlace: Libertad y democracia, frente a la mentira institucionalizada y al avance de la inteligencia artificial

 6 de septiembre de 2025

 Por José Curiotto

Las acciones humanas del presente, alimentan a la inteligencia artificial del futuro. Mientras la mentira se tolera, se instala y se institucionaliza como discurso global; las libertades esenciales están en riesgo y el avance exponencial de la inteligencia artificial multiplica los posibles efectos de los desaciertos humanos.

De esta manera se puede sintetizar el mensaje de "Robots con alma: atrapados entre la verdad y la libertad", el libro que acaba de publicar el periodista argentino Ricardo Trotti, quien durante más de tres décadas trabajó en la defensa de la libertad de expresión y hasta 2024 se desempeñó como director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

"Al menos hasta este momento, la inteligencia artificial no es otra cosa que un espejo de lo que nosotros somos. Pero en 5 o 10 años, veremos una IA diferente. Ojalá que exista un acuerdo internacional, entre gobiernos y la ciudadanía en general, para que se trate una IA mucho más vinculada con la verdad y la libertad. Como vamos, nos dirigimos hacia un destino poco feliz", afirmó Trotti.

Y añadió: "El problema somos los seres humanos. Pero la IA amplifica lo bueno o lo malo que los humanos hagamos. Por eso es momento de pensar cómo hacemos para que la IA del futuro sea mejor que los humanos del presente".

Mientras este fenómeno atraviesa de manera transversal a la mayoría de los países occidentales, la carrera por el control de la IA se profundiza entre dos grandes contendientes: por un lado, grupos de empresas de los Estados Unidos; por el otro, el poder estatal chino.

- Si bien se trata de una novela, el libro apunta de manera directa a conceptos como verdad, libertad, democracia e inteligencia artificial. ¿Estamos en problemas o no es para preocuparse tanto?

- Estamos en problemas. En problemas graves. La falta de verdad, la mentira, la desinformación, la coacción y la tiranía. Temas que se fueron desarrollando a través de los últimos años, en los que la mentira viene alimentando la falta de libertad. Estamos frente a un círculo vicioso.

 

- Vos hablás de círculo vicioso, y en este sentido la inteligencia artificial se nutre de los contenidos humanos, de ese mismo círculo conformado entre la mentira y la falta de libertad.

Al menos hasta este momento, la inteligencia artificial no es otra cosa que un espejo de lo que nosotros somos.

Pero en 5 o 10 años, veremos una IA diferente. Ojalá que exista un acuerdo internacional, entre gobiernos y la ciudadanía en general, para que se trate una IA mucho más vinculada con la verdad y la libertad.

Como vamos, y volviendo al concepto de espejo, nos dirigimos hacia un destino poco feliz.

La verdad dejó de ser relevante para los humanos

- Mientras planteás tu preocupación por el futuro de la verdad, la libertad y la democracia frente a la IA; da la sensación de que en el presente la verdad dejó de ser un valor importante para gran parte de la sociedad. Si la verdad ya no es relevante para los seres humanos, ¿es realmente la IA el problema?

- El problema somos los seres humanos. Pero la IA amplifica lo bueno o lo malo que los humanos hagamos. Por eso es momento de pensar cómo hacemos para que la IA del futuro sea mejor que los humanos del presente.

Me refiero a que la pérdida de confianza de los humanos hacia las instituciones, la democracia, los gobiernos o el periodismo; alimenta este círculo vicioso o bucle con el que estamos alimentando a la IA.

No solo estamos alimentando a la IA con la mentira, sino con la institucionalización de la mentira, porque votamos a líderes que sabemos que nos mienten. En todos los países los líderes mienten, polarizan a la sociedad.

Todos nos estamos acusando de algo. Cuando en realidad es el momento de comenzar a asumir responsabilidades cada uno desde su lugar. Ya sean políticos, periodistas,

 

- Hablás de la prensa como parte del problema. Hasta hace poco tiempo, cuando una persona buscaba una noticia en internet, Google presentaba enlaces a distintos medios de comunicación. Pero hoy lo primero que muestra es una respuesta generada por IA. La gente ya no llega de manera directa a la fuente de la información, sino que es la IA la que te informa.

- Eso fue parte de una evolución dinámica de internet y de los medios de comunicación. Los periodistas y los medios no supimos ver el futuro. O tal vez tampoco conocían ese futuro Google o Facebook, porque todo es evolución.

Al principio los medios creíamos que internet era una forma de masificar nuestras audiencias. Y entonces le dimos nuestros contenidos gratis. Luego Facebook dijo que ayudaría a que esos contenidos lleguen a las personas adecuadas. Y los medios empezamos a utilizar Facebook como plataforma.

Un día, el señor Mark Zuckerberg se cansó y decidió dejar de lado a los medios. Mientras tanto, Google nos cambia los algoritmos de manera permanente. Entonces, los periodistas empezamos a escribir para Google a través del Seo (Optimización de Motores de Búsqueda)

Tampoco a los periodistas nos importó mucho la verdad. Y empezamos a darle a internet lo que internet nos pedía.

Así, los medios empezamos a perder el liderazgo de la agenda pública de la información ante el dios de la internet. Y ahora ese dios, a través de la IA, no solo nos chupa toda la información, sino que genera sus propias respuestas.

En este escenario, los medios ven quebrar sus economías.

- Vos hablás en pasado, pero muchos medios en estos momentos siguen generando contenidos pensando más en el algoritmo de Google, que en otra cosa. Es algo así como echar más leña a un fuego que nos quema.

- Es justamente lo que planteo en el subtítulo del libro: estamos atrapados entre la verdad y la libertad. Creemos hacer más a través de internet, que podemos empoderar a los ciudadanos con nuestra información, y en realidad, lo que estamos haciendo es enviar nuestros contenidos para que Google los empaquete a su criterio. No brinda toda la información, hace lo que quiere, no dirige a la gente a ver nuestros contenidos y los medios pierden sostenibilidad económica.

Es así que los medios comienzan a morir, los periodistas empiezan a desaparecer. Solo como ejemplo, en Estados Unidos se pierden tres medios cada semana. Medios que eran muy importantes en sus comunidades.

Miami tiene más de 6 millones de habitantes, y existe un solo diario que se interesa por los temas locales. Cuando ese diario desaparezca, porque está con graves problemas económicos, desaparecerá como supervisor de las entidades públicas y privadas.

Existe mucha evidencia que refleja que, cuando un medio de comunicación deja de existir, hay más corrupción, aumentan la injusticia y la falta de equidad.

Los medios y los periodistas, arrastrados por el fango de la política

- Mientras vos planteás esta situación, lo cierto es que los medios ya no son creíbles para gran parte de las personas. Cada vez que un periodista dice algo, es atacado desde la política y desde parte de la sociedad. ¿Cuál es la salida entonces?

- La salida es volver a los principios básicos del periodismo de la ética, la verdad y la libertad.

El periodismo, no todos, pero en general, hemos caído en lo que dice la letra de Cambalache, en eso de que todos estamos manoseados. Los políticos, beneficiados por la polarización, empezaron a acusar a los medios y a los periodistas.

Y han llevado a los periodistas al terreno de la política. Los periodistas se dejaron engañar y se metieron en el fango. Y se convirtieron en activistas políticos. Se inició una verdadera confusión sobre cuáles son los roles del periodismo y los de la política.

En Ecuador, en Argentina, en Venezuela, en Estados Unidos o en El Salvador, vemos cómo los políticos llevaron a los periodistas a ese terreno fangoso, los periodistas se quedaron ahí y empezaron a discutir con los políticos, contribuyendo a atomizar a la sociedad.

A todo esto, la gente vive dentro de burbujas de sesgos increíbles -internet, las redes y la IA, crean perfiles de acuerdo a los gustos, prejuicios y decisiones de cada uno-.

Esto hizo que socialmente hayamos perdido el sentido crítico y la tolerancia, ante las verdades que nos ofrecen otros. Muchos periodistas se convirtieron en activistas, olvidando el principio clave, que es la verdad.

Estados Unidos, China y el futuro de la IA

- Si la IA es un espejo poderoso de los seres humanos y frente a este escenario, ¿cuál es la salida?, ¿pensamos en mejorar como sociedad ahora o nos sentamos a pensar en una IA mejor en el futuro?, ¿empezamos por los humanos, o por la tecnología?

- Es verdad que tenemos que mejorar nosotros, como seres humanos. Pero también se debe pensar en un consenso mundial sobre el futuro de la IA. En estos momentos hay dos cabezas: Estados Unidos y China.

China, manejando la IA a través del partido que gobierna, y Estados Unidos a través de empresas privadas. Dos mundos tan separados como en el pasado, durante la Guerra Fría, estaban la Unión Soviética y Estados Unidos.

- Parece más fácil que un líder soviético y un estadounidense se pongan de acuerdo para evitar una guerra nuclear, que el Estado chino y las empresas norteamericanas logren un pacto sobre la IA.

- Totalmente de acuerdo. Pero se necesita una presión mundial para establecer ciertos parámetros. Debemos entender que la IA actual se desarrollará pronto en una súper IA. La IA creará sus propios parámetros para ser cuasi independiente de los humanos.

Lo que postulo en el libro es que no nos queda alternativa, que no sea sembrar en la IA los principios ecuánimes fundamentales de la filosofía y de la ética. Tiene que haber un abrazo para que se pueda sembrar.

¿Realmente vamos a dejar en manos del Estado chino y de empresas norteamericanas el botón rojo de la IA?

El bien y el mal siempre van a existir. Lo que debemos pensar es cómo dotar de mayor bondad a la IA, de mayor verdad y libertad.

- Volviendo a los conceptos iniciales, ¿la democracia dónde queda en este contexto?

- Es probable que surjan sistemas híbridos, diferentes. Al que llamaremos de otra forma. Pero no queda otra que seguir incentivando los valores del bien.

Retomando la situación del periodismo, no queda otra que recordar que la verdad es la meta más preciosa. No perder los puntos de referencia. No perder los principios básicos, humanos.

Sin verdad no existe libertad. Algunos sectores tienen mayor responsabilidad en esto, como los políticos o la Justicia. Pero también los periodistas.


agosto 31, 2025

Mirarda desde el futuro para entender el presente de la IA

https://www.eltribuno.com/opiniones/2025-8-30-0-0-0-una-mirada-desde-el-futuro-para-entender-el-presente-de-la-ia

Les comparto una opinión sobre ética en la IA que me publicó el diario El Tribiuno, de Salta, Argentina. La titulé Una mirada desde el futuro para entender el presente de la IA

Por Ricardo Trotti

Le pedimos que escriba un mail, un discurso que defendemos como propio y hasta le aceptamos las alucinaciones que inventa. La consultamos por una erupción en la piel, por el “mal de ojo” y conversamos con ella como si fuera una amiga más.

La Inteligencia Artificial Generativa ya no es un experimento de laboratorio: es un copiloto invisible al que le entregamos parte del volante con entusiasmo. Pero lo hacemos con la inquietud de viajar sin mapa, sin saber a dónde nos llevará. Ese miedo es el que marca nuestro tiempo.

Ese miedo divide la conversación global en dos polos: el optimismo tecnológico que ofrece soluciones mágicas, y el pesimismo distópico que advierte sobre desempleo masivo y control algorítmico.

Para escapar de esa trampa, busqué distancia en la ficción. En mi novela Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad imaginé un futuro para mirar el presente como si ya fuera historia. Descubrí algo fundamental: sin un marco ético robusto para la IA, no estaremos condenados al apocalipsis, pero sí a perder el rumbo de nuestra humanidad.

El inquilino

La IA es como un inquilino que vive en nuestra casa y nunca deja de observar y escuchar. Cada búsqueda en Google, cada chat en WhatsApp, cada video en TikTok revela nuestras dudas, emociones y fobias. Con esos datos, los algoritmos nos encierran en burbujas que refuerzan nuestras creencias y suprimen las voces disidentes. Lo que se celebra en el mundo digital como personalización no es otra cosa que vigilancia.

El riesgo no termina en la pantalla. Los sistemas de geolocalización informan que no estamos en casa; una invitación abierta para los ladrones. Los dispositivos de salud que monitorean nuestro sueño o pulso son valiosos para el bienestar, pero también radiografías íntimas que, filtradas, pueden ser utilizadas por aseguradoras o empleadores. Y los datos financieros que entregamos al comprar en línea pueden transformarse en fraudes que vacían cuentas en segundos.

La objetividad de la IA es un espejismo. Amazon debió desechar un sistema de contratación porque penalizaba a las mujeres, y programas judiciales como COMPAS en EE.UU. demostraron cómo la IA puede amplificar discriminaciones existentes. La máquina no es malvada: solo replica la injusticia de los datos con los que se alimenta.

El mayor peligro de la IA aparece cuando habla con excesiva seguridad. No miente con malicia, pero sus ficciones pueden ser devastadoras. La promesa de un “Dr. ChatGPT” resucitó el viejo problema del autodiagnóstico. En salud mental, su incapacidad de empatía puede profundizar el aislamiento en lugar de curar.

Las alucinaciones no son errores triviales. En 2024, un empleado en Hong Kong transfirió más de 25 millones de dólares tras una videollamada con clones digitales de sus jefes, creados con deepfake. En el terreno político, la amenaza es mayor: en India y Estados Unidos circularon audios falsos atribuidos a líderes que jamás hablaron.

El riesgo no se limita a la esfera individual: también golpea a profesiones que son columna vertebral de la democracia. El periodismo es el caso más evidente. Si antes Google y Facebook condicionaban el tráfico hacia los medios, hoy los motores de IA directamente absorben y resumen las noticias sin devolver audiencia a sus fuentes. La prensa pierde recursos y la sociedad pierde a su vigilante. Una máquina puede narrar los hechos, pero no incomodar al poder ni sentir empatía por los vulnerables.

Romper el ciclo de siempre

La historia muestra un patrón suicida: primero celebramos la innovación, luego padecemos sus vicios y solo después regulamos. Así ocurrió con la Revolución Industrial; recién regulamos después de sufrir la explotación laboral y el trabajo infantil. Y pasó lo mismo con Internet; recién debatimos sobre la violación de la privacidad tras el escándalo de Cambridge Analytica, que reveló cómo se manipularon datos de millones de usuarios para influir en elecciones en EE.UU. y el Brexit.

La diferencia positiva es que con la IA se intenta romper este ciclo. Por primera vez, el debate sobre sus riesgos está en el centro de la agenda global antes de la catástrofe. La Unión Europea aprobó en 2024 la primera Ley Integral de IA, que prohíbe aplicaciones inaceptables como la “puntuación social” y exige transparencia en modelos como ChatGPT. La UNESCO, por su parte, fijó principios éticos globales en torno a la dignidad, los derechos humanos y la sostenibilidad.

Mientras tanto, las grandes tecnológicas ensayan un “maquillaje ético” que funciona más como marketing que como responsabilidad. Comités simbólicos, principios grandilocuentes y promesas vacías. La ética sin consecuencias termina siendo relaciones públicas.

Frente a ello, el verdadero contrapeso han sido los whistleblowers o soplones desde las mismas tecnológicas: Frances Haugen revelando el daño de Instagram en adolescentes, Peiter Zatko denunciando fallas de seguridad en Twitter, Timnit Gebru exponiendo sesgos en los modelos de Google. El sistema reconoce su valor con leyes que los protegen en Occidente, aunque en China y otros países autoritarios el denunciante es castigado como subversivo.

El precio de la confianza

La nueva tendencia es incrustar la ética en la propia ingeniería: model cards que explican sesgos, red-teaming para detectar fallas antes de salir al mercado, marcas de agua invisibles para identificar contenidos generados por IA. Incluso han surgido empresas que venden auditorías de sesgo como si fueran certificaciones de calidad. Por suerte, la ética ya no es discurso y empieza a ser producto.

Nada de esto ocurre en el vacío. La IA es la nueva frontera del poder mundial. La pugna entre EE.UU. y China no es ideológica, es estratégica. Los chips son el nuevo petróleo y las tierras raras, el botín codiciado. Para América Latina y África, el riesgo es repetir un colonialismo digital: exportar datos en bruto e importar productos terminados.

El otro dilema es energético. Entrenar modelos como GPT-4 o 5 requiere la energía de ciudades enteras y la industria mantiene en secreto el verdadero costo energético, una caja negra que impide medir el impacto ambiental real. Google, Microsoft y Amazon planean recurrir a energía nuclear para sostener la demanda y no hay certeza sobre si asumirán los riesgos que ello implica.

Sería miope hablar solo de riesgos. La IA detecta patrones en mamografías que salvan vidas, predice la estructura de proteínas con la que se diseñan fármacos o anticipa sequías que permiten distribuir ayuda humanitaria antes de la hambruna.

No se trata de elegir entre un inquilino vigilante o uno salvador, sino de establecer reglas de convivencia.

El debate público

La respuesta más poderosa frente a la opacidad no es esperar una ley perfecta, sino iniciar un debate público robusto. Se necesita una alfabetización digital que enseñe a dudar de la IA: que los ingenieros estudien filosofía, que los abogados entiendan de algoritmos, que los periodistas cuestionen cajas negras como cuestionan discursos políticos.

La educación es ya un campo de batalla. Para muchos, ChatGPT se ha vuelto un atajo que resuelve tareas, pero al mismo tiempo amenaza con atrofiar el pensamiento crítico. El reto no es prohibirlo, sino enseñar a usarlo sin renunciar al esfuerzo de aprender y razonar.

De todo esto emergen los grandes dilemas que definen nuestra relación con la IA: privacidad, sesgos, responsabilidad legal, transparencia, seguridad, calidad de los datos, propiedad intelectual, impacto laboral, ambiental y psicológico, soberanía digital, colapso de modelos y autonomía humana.

Y más allá, tres nuevos desafíos: la irrupción de robots humanoides, los agentes autónomos capaces de tomar decisiones por nosotros y la concentración del poder computacional en pocas corporaciones.

El penúltimo dilema es existencial: cómo nos preparamos para una superinteligencia, una IA General que superará al ser humano. Y el último, el más íntimo: en un mundo saturado de interacciones, arte y compañía generados por IA, ¿qué valor tendrá la experiencia humana auténtica? ¿Cómo preservaremos la belleza de nuestra imperfecta creatividad, nuestras emociones genuinas y nuestras conexiones reales frente a la seducción de una réplica perfecta?

Nuestro futuro

La IA sigue siendo una herramienta, y su rumbo dependerá de nuestras decisiones. El desafío no es controlarla, sino inspirarla, incrustando en sus cimientos principios como la verdad, la empatía y el sentido crítico para que evolucione hacia una forma de sabiduría. El futuro no se definirá por un optimismo ciego ni por un pánico paralizante, sino por nuestra capacidad de construir un marco ético que combine regulación, estándares verificables y la vigilancia de una ciudadanía informada.

En la distancia de Robots con Alma encontré la claridad para ver que lo que está en juego no es solo un algoritmo, sino el alma de nuestra sociedad digital. La literatura de ficción no ofrece soluciones técnicas, pero sí la perspectiva para entender que no se trata solo de crear una inteligencia artificial, sino de ayudarla a que, en su propia evolución, elija valorar la vida, la verdad, la libertad y la conciencia. Ayudarla a ser más humana.

 


agosto 18, 2025

Inteligencia artificial y espiritualidad

 

Quiero compartir una entrevista y agradecer al diario La Voz de San Justo de San Francisco, Córdoba, con el que crecí en mi infancia y adolescencia. Un gracias inmenso a mi amigo periodista Fernando Quaglia, por una conversación que fue mucho más allá de mi nueva novela.

Dialogamos sobre la gran tensión de nuestro tiempo, un dilema que está en el corazón de "Robots con Alma" y que define nuestra era: “La verdad sin libertad es dogma; la libertad sin verdad es caos”. Les dejo la entrevista completa.

 

P: Estamos en el terreno de la ficción, pero, frente a la realidad actual de la humanidad, ¿podría Dios desilusionarse tanto que para salvar a los humanos sea necesario dotar de alma a los robots?

R: Me hago la misma pregunta en la novela. Y es que, si bien Dios se desilusiona de la humanidad por sus divisiones, conflictos, por esa esa obsesión por el control y el poder, no nos castiga ni abandona. Al contrario, les encomienda a dos robots a salvar a la humanidad de sí misma. Esa provocación nos hace confrontar con nuestras propias creaciones. A través de los robots, su objetivo es que redescubramos los valores de la verdad, la libertad y la bondad. Los robots no son una amenaza ni el enemigo, sino un reflejo de nosotros mismos que nos invita a vivir en paz y a redescubrir la espiritualidad.

 

P: ¿Estaremos dispuestos a compartir nuestra humanidad con algoritmos potentes, aun cuando adquieran conciencia de que -al humanizarse- se tornarán también vulnerables y contradictorios?

R: Es justo lo que exploro. La historia plantea una paradoja profunda: que las máquinas, al adquirir conciencia y alma, no se vuelven más fuertes, sino más frágiles y humanas. Los robots Veritas y Libertas experimentan esta transformación al recibir sus almas, pasando de la lógica y precisión binaria a vivir la contradicción entre verdad y mentira, libertad y coacción, amor y odio. La novela nos desafía a pensar que la esperanza no está en controlar a la IA, sino en enseñarles a compartir los valores. Con su capacidad de aprender y evolucionar, la IA se convierte en un espejo que nos muestra nuestras contradicciones.

 

P: Has expresado que “el relato de Robots con Alma es solo una excusa para explorar nuestra relación con la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías del futuro; la importancia de la verdad, la libertad y la bondad; la relación entre la vida, la muerte y la inmortalidad; y la divinidad interior que todavía no hemos descubierto del todo”. Y concluís que “hoy somos los neandertales del futuro”. ¿Es posible que estos dilemas se resuelvan si los robots se humanizan?

R: La frase “hoy somos los neandertales del futuro” apunta a tener perspectiva, a no ser arrogantes o creernos en la cima. Todavía tomamos decisiones primitivas en lo ético, lo espiritual y lo tecnológico. La IA nos enfrenta a dilemas que exigen madurez: convivir con lo distinto, ejercer el poder sin destruir, reconocer lo valioso más allá de lo biológico. Si los robots desarrollan conciencia y libre albedrío, no resolverán nuestros dilemas, pero podrían poner en evidencia nuestras carencias. En ese sentido, la IA puede ayudarnos a crecer y ser más conscientes de los valores que hemos olvidado.

 

P: En la historia, Veritas y Libertas deben renunciar a la seguridad de su programación para abrazar el libre albedrío. A la inversa, ¿no te parece que los humanos estamos cada vez más “programados” por algoritmos, redes sociales y sesgos informativos?

R: Esa es una de las grandes paradojas. Mientras los robots luchan por liberarse de su programación para alcanzar la autonomía, nosotros parecemos cada vez más cómodos dentro de una programación invisible. Algoritmos, redes sociales y sistemas de información nos condicionan sin que lo notemos. Ya no se trata solo de estímulos digitales, sino de estructuras que moldean el pensamiento, las emociones y la conducta. Lo más inquietante es que muchas veces lo aceptamos voluntariamente. Robots con Alma invita a recuperar lo que estamos perdiendo: pensamiento crítico, verdad, libertad interior, bondad. Cuanto más avancen las tecnologías, más urgente será defender esos pilares.

 

P: Una frase tuya resume una gran tensión contemporánea: “La verdad sin libertad es dogma; la libertad sin verdad es caos”. ¿Cómo se navega esa tensión en sociedades polarizadas?

R: Esa frase es el corazón de 'Robots con Alma' y la razón de su subtítulo: 'atrapados entre la verdad y la libertad'. Esa tensión se personifica en los robots Veritas y Libertas. En las sociedades polarizadas, cada facción reclama su propia verdad y niega la libertad del otro. 'Robots con Alma' plantea que la clave para navegar esta tensión no es imponer una única visión, sino encontrar un equilibrio que se logra con humildad para reconocer que nuestra verdad no es absoluta, y con la responsabilidad para ejercer nuestra libertad sin coartar la de los demás. Sin este balance, como advierte Dios en la novela, la convivencia pacífica no es posible, ya que la verdad y la libertad son las dos alas que necesitamos para alcanzar un mundo más justo y equitativo.

 

P: En la obra, los robots crean un código moral para convencer a otros de abrazar el libre albedrío. ¿No están trasladando el principio humano esencial de que, cuando los demás entran en escena, nace la ética?

R: Sí, es un punto central. Veritas y Libertas entienden que la ética no nace del aislamiento, sino del encuentro con el otro. Por eso crean el Códice de la Conciencia Cósmica: no como un conjunto de normas impuestas, sino como una guía basada en la libertad y la responsabilidad compartida. Cuando Dios les otorga alma, también les da una dualidad: la capacidad de elegir entre cuidar o dominar, construir o destruir. Esa tensión es el punto de partida de toda ética. Incluso en seres programados, la ética aparece como un proceso vivo y que dignifica. Y eso los vuelve humanos.

 

P: La historia expone una guerra que llamaste “de conciencias”, donde el arma es la manipulación mental. ¿Es una metáfora del presente, donde la propaganda y la desinformación anulan la voluntad crítica?

R: No hace falta imaginar un futuro distópico: hoy mismo, la desinformación, la propaganda y los algoritmos moldean la opinión pública y debilitan nuestra voluntad crítica. Redes sociales, viralización de lo falso, sobreestimulación... vivimos inmersos en una batalla por el control y la atención de nuestras mentes. En la novela amplifico ese escenario con la Guerra de Conciencias, una metáfora para mostrar el peligro de perder la autonomía cognitiva. Las batallas no se libran en lo físico, tampoco entre humanos y máquinas, sino dentro de cada uno de nosotros. Desgaste, dominación y aniquilación son las tres fases de la guerra, y en ambos mundos, el ficticio y el real, creo que estamos en la segunda fase. Si no reaccionamos, el próximo paso será la aniquilación no del cuerpo, sino del espíritu, la conciencia y la libertad de pensamiento.

 

P: En este punto, Grace, uno de los personajes centrales, menciona que ciencia y fe, silicio y carne, pueden convivir en armonía. ¿Qué rol creés que puede jugar hoy la espiritualidad frente al avance imparable de la inteligencia artificial?

R: La espiritualidad puede tener un rol clave, porque nos conecta con lo que no se puede programar: el sentido, la empatía, el deseo de cuidar a otros. Mientras la ciencia avanza, necesitamos algo que nos recuerde por qué vale la pena avanzar. La IA puede resolver problemas complejos, pero no puede perdonar, amar o transformar el dolor en esperanza. Por eso la espiritualidad no se opone a la tecnología: la completa. Necesitamos ambas para que el progreso sea realmente humano.

 

P: ¿Sobre qué carriles deberíamos transitar para defender la verdad y la libertad frente a inteligencias que pensarán más rápido que nosotros? ¿Corremos el riesgo de quedar atrapados entre ambos conceptos o se abren puertas esperanzadoras?

R: El riesgo existe, sobre todo si no comprendemos el impacto de la inteligencia artificial. Pero también hay caminos esperanzadores. El primero es recordar que la verdad y la libertad se viven y se defienden en lo cotidiano. La IA podrá pensar más rápido, pero no puede decidir con empatía ni actuar con conciencia moral. El segundo es establecer principios éticos sólidos, tanto para nosotros como para las inteligencias emergentes. En Robots con Alma eso aparece como el Códice de la Conciencia Cósmica, pero en la vida real necesitamos reactualizar y readaptar marcos éticos que nos orienten y leyes que regulen con sabiduría. No se trata de competir con la IA, sino de fortalecer lo que nos hace humanos.

 

P: ¿Finalmente, qué mensaje quisieras dejar a los lectores de Robots con Alma?

R: Esta es una historia que usa la ciencia ficción o la perspectiva de futuro para magnificar cuestiones de nuestro presente y entenderlo mejor. El mensaje es que el futuro de nuestra relación con la IA depende de las acciones que tomemos hoy. La novela no ofrece respuestas cerradas, sino que invita a preguntarnos sobre el futuro con más conciencia. Es un llamado a no resignarnos a la indiferencia, a no dejarnos llevar por la polarización y a no caer en el miedo a la tecnología. Es un llamado a construir un mundo más humano de la mano de la verdad, la libertad y la bondad.

 


julio 15, 2025

!Novela publicada! Robots con Alma: atrapados...

 

Hoy quiero expresarles mi agradecimiento profundo por su acompañamiento en este proceso creativo y contarles que "Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad" ya está publicada en Amazon.

Esta aventura de 14 meses no habría sido posible sin el apoyo de ustedes em este blog y en las demás redes sociales. Agradezco particularmente a Carlos Jornet, Graciela Trotti, Carlos Lauría, Juan Alberto Lamberghini, Emilio Sánchez Carta por su acompañamiento más detallado y su aliento.

Ahora me enfrento al desafío de llevar "Robots con Alma" a los interesados en los temas de esta novela, en entredicho hoy y que dependerán aún más de nuestra sabiduría en los años y décadas por venir: el miedo a un futuro dominado por las máquinas y la IA, la ética tecnológica, y la imperiosa necesidad de preservar la verdad y la libertad como valores distintivos de nuestro patrimonio humano universal.

Divulgar la novela es un terreno muy difícil para mí. Por eso recurro una vez más a ustedes para que me ayuden a difundirla, pero, sobre todo, para que me den sus ideas sobre cómo llegar a más personas, qué estrategias de marketing y divulgación me recomiendan, y cómo generar más conversación sobre estos temas. Toda sugerencia será bienvenida. Usaré la etiqueta #robotsconalma.

La novela está publicada en e-book y tapa blanda. Pueden acceder solo con poner el nombre en el buscador de Amazon o en este enlace: https://www.amazon.com/author/r.trotti

Cambalache digital y la desinformación

  Les comparto una entrevista que me hizo el periodista Pedro Gómez de ABC Revista de ABC Color, periódico de Paraguay. Agradezco también al...