
Les comparto una entrevista que me hizo el periodista Pedro Gómez de ABC
Revista de ABC Color, periódico de Paraguay. Agradezco también al abogado César
Coll, uno de los ejecutivos de ese medio.
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Ricardo
Trotti nos habla del cambalache digital
Ricardo
Trotti es un destacado periodista argentino de renombre internacional, quien
llegó a ser director ejecutivo y es actual consultor de la Sociedad
Interamericana de Prensa. Con nuestro país lo une los fuertes vínculos en
defensa de la libertad de prensa y de expresión. Acaba de presentar su libro,
el primero de una trilogía sobre un tema de actualidad fascinante y a la vez
preocupante, la inteligencia artificial: Robots con alma: atrapados entre la
verdad y la libertad.
07 de septiembre de 2025
Cómo hacer frente a la IA, qué hacer para que los niños no caigan rendidos ante esa golosina tecnológica que les podría evitar el aprendizaje. Qué podemos hacer para procesar tanta información y enfrentar la desinformación. Ricardo Trotti, uno de los que más sabe del manejo de la información y las libertades, responde a estas preguntas que le enviamos para esta charla con ABC Revista:
– ¿Podrían tener alma
los robots? ¿Cómo surgió el título de este libro?
– En esta novela me
atreví a plantear una gran ironía: Dios, decepcionado por nuestras divisiones y
conflictos, pide a los robots que salven a la humanidad, que nos recuerden
nuestra propia divinidad. El título Robots con Alma surgió de
esa provocación. En el fondo planteo si los humanos no estamos perdiendo el
alma. Y en las formas: demuestro que vamos hacia la superinteligencia
artificial, robots que ya no emulan o se programan, sino que son capaces de
tener conciencia propia.
– ¿Es una novela de
ficción o de realidad actual?
– Es ficción, pero como
espejo del presente. Lo que describo está inspirado en dilemas actuales,
potenciados: manipulación algorítmica, pérdida de libertades, desinformación.
Es una distopía, pero no para asustar, sino para entender. La literatura no da soluciones
técnicas, pero ofrece distancia para ver con más claridad los desafíos que ya
enfrentamos.
– Los niños ya no
quieren estudiar porque creen que los dispositivos tienen todas las respuestas.
¿Cómo podría afectar esto a la educación?
– El peligro es
confundir información con conocimiento. Tener respuestas automáticas no
significa entenderlas. La educación debería enseñar a preguntar mejor,
cuestionar, conectar ideas y a cultivar el sentido crítico. El verdadero riesgo
es que la IA nos convierta en usuarios obedientes (máquinas) en lugar de
pensadores libres. La educación no puede terminar en consumo de datos e
información, sino en cultivar sabiduría.
– ¿Hacia dónde cree que
va la humanidad con la inteligencia artificial?
– Dependerá de nuestras
decisiones. La IA puede ser un copiloto valioso o un chofer tiránico. Puede
curar enfermedades, mejorar la educación, enfrentar el cambio climático, pero
también puede ser un instrumento de vigilancia masiva y agravar la destrucción
inteligente en una guerra. La clave no está en los algoritmos, sino en la ética
y la política que los rodean, y ese es el gran desafío.
– ¿Del cambalache siglo
XX pasamos a un cambalache XXI, no le parece?
– Sí; es un cambalache
digital. Antes la confusión se veía en las calles, en la política o en la
economía. Hoy se amplifica en las redes, donde todo se mezcla: verdad con
mentira, ciencia con superstición, solidaridad con odio viralizado y donde los
sesgos confirman nuestros prejuicios. La diferencia es que ahora el desorden no
solo está afuera: se incrusta en cada pantalla o teléfono inteligente que
miramos, moldeando nuestra percepción del mundo.
– Pero décadas atrás
sabíamos cuál era ese desorden… ¿Ahora lo podemos desentrañar?
– Hoy es más difícil
porque la manipulación es invisible. Los algoritmos nos aíslan en burbujas
personalizadas, como espejos que nos devuelven lo que queremos escuchar. Por
eso la pregunta no es si podemos entender el desorden, sino si podemos romper
ese espejo y mirar más allá.
– ¿Quién define la
verdad y quién define la mentira?
– Ese es el dilema
central de la era digital. Ningún gobierno, empresa, periodista o ciudadano
tiene el monopolio de la verdad. Lo que cambia ahora es la escala: nunca hubo
tanta capacidad de manipular percepciones en tiempo real. Como digo en mi
libro, la batalla no es solo por los hechos, sino por la confianza, por la
credibilidad. La verdad o verificar los hechos es una responsabilidad personal.
– Décadas atrás se había
planteado el fin de la historia… ¿Estamos frente al fin de la humanidad, del
ser humano, el humanismo?
– No lo creo. Más que un
fin, vivimos en una encrucijada. El riesgo es que la tecnología desplace lo
humano a un segundo plano y que olvidemos nuestra esencia: verdad, libertad,
creatividad, bondad y empatía. Si algo enseña Robots con Alma es
que, paradójicamente, los robots podrían recordarnos que aún tenemos alma.
– Muchos estudiamos
periodismo para cambiar el mundo. ¿Con la IA se puede cambiar el mundo desde el
periodismo?
– Sí, siempre que no
confundamos herramientas con propósito. La IA puede ayudar a verificar hechos,
investigar y analizar grandes volúmenes de datos, incluso detectar noticias
falsas o detectar nuevas realidades que escapan al ojo humano. Pero el periodismo
no se mide en eficiencia, sino por sus principios éticos y el compromiso con la
verdad. La IA puede darle más músculo al oficio, pero el corazón sigue siendo
humano.
– ¿La sociedad actual es
presa de apatía o de manipulación?
– La manipulación
algorítmica nos adormece, y la apatía es la reacción natural de sentirnos
desbordados. Pero no todo es derrota: hay jóvenes que reclaman futuro,
comunidades que se organizan, voces que se rebelan contra la anestesia digital.
Y, sobre todo, debe haber responsabilidad individual. No esperar que gobiernos
o empresas lo resuelvan. Cada uno puede decidir qué comparte en las redes, qué
consume, si chequea una noticia antes de difundirla o si prefiere apagar un
rato la pantalla y volver a mirar a otra persona. Son gestos simples, pero
multiplicados hacen la diferencia.
- ¿Cuáles son las
soluciones que plantea a los dilemas de la IA y el avance tecnológico?
- No existen soluciones
mágicas, pero sí tres direcciones claras. Ética: la innovación debe avanzar,
pero con responsabilidad y transparencia. Política: necesitamos reglas
globales, porque los algoritmos no conocen fronteras y el poder no puede quedar
concentrado en unas pocas empresas. Y Cultura: redescubrir nuestra creatividad
y el pensamiento crítico como antídotos frente a la deshumanización. En otras
palabras: no se trata de apagar la tecnología, sino de encender lo que nos hace
humanos y únicos. El dilema no es lo que hará la IA, sino lo que nosotros
elijamos hacer con ella y ser frente a ella.
- Estás trabajando en
otros dos libros que conformarán una trilogía. ¿Nos adelantás algo?
- Sí. Robots con
Alma comienza con una Guerra de Conciencias, la lucha por el
conocimiento. El segundo libro profundizará en la Guerra por las Almas, donde
la pelea es por apropiarse de lo sagrado. Y el tercero planteará el dilema
final: si la humanidad es capaz de convivir con inteligencias artificiales con
conciencia. En el fondo, la trilogía no es sobre las máquinas, sino sobre
nosotros recordándonos que el alma no se programa, sino que se cultiva.
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