El crimen organizado sigue empeñado en comprar silencio. En las últimas semanas secuestró a ocho periodistas mexicanos en una de las ciudades más violentas de México, Reynosa, estado de Tamaulipas, lindante con Estados Unidos, donde el narcotráfico reina, arrecia y mata.
La indignación y la frustración son mayúsculas. A pesar de todos los recursos invertidos contra el crimen organizado, el gobierno es ineficiente y la gente siente la indefensión. La violencia y la falta de justicia incentivan un círculo vicioso indetenible. La gente y los periodistas deben elegir entre el silencio, la muerte o irse.
Los medios no tienen otra opción para protegerse, deben autocensurarse. No les dejan otra opción. En los últimos meses, no solo se produjeron estos secuestros, sino que además se registraron cinco asesinatos, los de Jorge Ochoa Martínez, José Luis Romero, Valentín Valdés Espinosa, José Emilio González Galindo, José Alberto Velázquez López). De los secuestrados, cinco periodistas de Tamaulipas siguen todavía en cautiverio, así como permanece desaparecida Marí Esther Aguilar Cansimbe, del estado de Michoacán.
En charlas telefónicas que tuve con editores y periodistas del área, pude comprobar que el miedo es total, algo que ya había comprobado y reportado el mes pasado cuando con la SIP visitamos el estado de Durango, otro lugar afectado por el narcotráfico. Los editores con los que hablé se abstuvieron de dar detalles sobre los nombres de las víctimas, y hasta me comentaron que los familiares se abstuvieron de denunciar los hechos antes la justicia y la policía por temor a poner en peligro la vida de los secuestrados.
A dos periodistas del diario Milenio que estaban reportando en la zona de Tamaulipas los secuestraron por varios días y después de liberarlos, ellos relataron que el mensaje que les dieron fue muy claro: les amenazaron con que no les fueran “a calentar la plaza”.
Un periodista del diario estadounidenses Dallas Morning News, relató que cuando estaba reportando sobre los secuestros se le acercó un individuo que le dijo que se regrese a su país. Así de simple se compra el silencio con advertencias.
Los narcos no quieren que nadie hable de sus actividades. Compran el silencio a veces con plata, pero muchas más veces con plomo.
En un comunicado de hoy de la SIP, se establece que “el crimen organizado han intensificado los controles que impusieron a los comunicadores para no difundir noticias sobre enfrentamientos y operaciones vinculadas a la mafia. El miedo prevalece en los periodistas de los estados y en las ciudades vecinas, ante la posibilidad de que la ola de violencia se extienda e intensifique, por lo que no existen condiciones seguras para los informadores de la región”.
Según investigaciones de la SIP y por consultas a sus socios de México, en los últimos años es cada vez más notable el silencio informativo como método de protección ante la violencia y las represalias del crimen organizado, aspecto que se destaca en ciudades de Tamaulipas como Nueva Ciudad Guerrero, Matamoros, Reynosa, Camargo, Mier y Laredo.
Tras la publicación de esta novela que trata sobre la IA y la ética de la verdad y la libertad —se puede adquirir en Amazon—, estoy escribiendo el segundo libro de la trilogía Robots con Alma, sobre la creatividad. Blog por Ricardo Trotti
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