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agosto 31, 2025

Mirarda desde el futuro para entender el presente de la IA

https://www.eltribuno.com/opiniones/2025-8-30-0-0-0-una-mirada-desde-el-futuro-para-entender-el-presente-de-la-ia

Les comparto una opinión sobre ética en la IA que me publicó el diario El Tribiuno, de Salta, Argentina. La titulé Una mirada desde el futuro para entender el presente de la IA

Por Ricardo Trotti

Le pedimos que escriba un mail, un discurso que defendemos como propio y hasta le aceptamos las alucinaciones que inventa. La consultamos por una erupción en la piel, por el “mal de ojo” y conversamos con ella como si fuera una amiga más.

La Inteligencia Artificial Generativa ya no es un experimento de laboratorio: es un copiloto invisible al que le entregamos parte del volante con entusiasmo. Pero lo hacemos con la inquietud de viajar sin mapa, sin saber a dónde nos llevará. Ese miedo es el que marca nuestro tiempo.

Ese miedo divide la conversación global en dos polos: el optimismo tecnológico que ofrece soluciones mágicas, y el pesimismo distópico que advierte sobre desempleo masivo y control algorítmico.

Para escapar de esa trampa, busqué distancia en la ficción. En mi novela Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad imaginé un futuro para mirar el presente como si ya fuera historia. Descubrí algo fundamental: sin un marco ético robusto para la IA, no estaremos condenados al apocalipsis, pero sí a perder el rumbo de nuestra humanidad.

El inquilino

La IA es como un inquilino que vive en nuestra casa y nunca deja de observar y escuchar. Cada búsqueda en Google, cada chat en WhatsApp, cada video en TikTok revela nuestras dudas, emociones y fobias. Con esos datos, los algoritmos nos encierran en burbujas que refuerzan nuestras creencias y suprimen las voces disidentes. Lo que se celebra en el mundo digital como personalización no es otra cosa que vigilancia.

El riesgo no termina en la pantalla. Los sistemas de geolocalización informan que no estamos en casa; una invitación abierta para los ladrones. Los dispositivos de salud que monitorean nuestro sueño o pulso son valiosos para el bienestar, pero también radiografías íntimas que, filtradas, pueden ser utilizadas por aseguradoras o empleadores. Y los datos financieros que entregamos al comprar en línea pueden transformarse en fraudes que vacían cuentas en segundos.

La objetividad de la IA es un espejismo. Amazon debió desechar un sistema de contratación porque penalizaba a las mujeres, y programas judiciales como COMPAS en EE.UU. demostraron cómo la IA puede amplificar discriminaciones existentes. La máquina no es malvada: solo replica la injusticia de los datos con los que se alimenta.

El mayor peligro de la IA aparece cuando habla con excesiva seguridad. No miente con malicia, pero sus ficciones pueden ser devastadoras. La promesa de un “Dr. ChatGPT” resucitó el viejo problema del autodiagnóstico. En salud mental, su incapacidad de empatía puede profundizar el aislamiento en lugar de curar.

Las alucinaciones no son errores triviales. En 2024, un empleado en Hong Kong transfirió más de 25 millones de dólares tras una videollamada con clones digitales de sus jefes, creados con deepfake. En el terreno político, la amenaza es mayor: en India y Estados Unidos circularon audios falsos atribuidos a líderes que jamás hablaron.

El riesgo no se limita a la esfera individual: también golpea a profesiones que son columna vertebral de la democracia. El periodismo es el caso más evidente. Si antes Google y Facebook condicionaban el tráfico hacia los medios, hoy los motores de IA directamente absorben y resumen las noticias sin devolver audiencia a sus fuentes. La prensa pierde recursos y la sociedad pierde a su vigilante. Una máquina puede narrar los hechos, pero no incomodar al poder ni sentir empatía por los vulnerables.

Romper el ciclo de siempre

La historia muestra un patrón suicida: primero celebramos la innovación, luego padecemos sus vicios y solo después regulamos. Así ocurrió con la Revolución Industrial; recién regulamos después de sufrir la explotación laboral y el trabajo infantil. Y pasó lo mismo con Internet; recién debatimos sobre la violación de la privacidad tras el escándalo de Cambridge Analytica, que reveló cómo se manipularon datos de millones de usuarios para influir en elecciones en EE.UU. y el Brexit.

La diferencia positiva es que con la IA se intenta romper este ciclo. Por primera vez, el debate sobre sus riesgos está en el centro de la agenda global antes de la catástrofe. La Unión Europea aprobó en 2024 la primera Ley Integral de IA, que prohíbe aplicaciones inaceptables como la “puntuación social” y exige transparencia en modelos como ChatGPT. La UNESCO, por su parte, fijó principios éticos globales en torno a la dignidad, los derechos humanos y la sostenibilidad.

Mientras tanto, las grandes tecnológicas ensayan un “maquillaje ético” que funciona más como marketing que como responsabilidad. Comités simbólicos, principios grandilocuentes y promesas vacías. La ética sin consecuencias termina siendo relaciones públicas.

Frente a ello, el verdadero contrapeso han sido los whistleblowers o soplones desde las mismas tecnológicas: Frances Haugen revelando el daño de Instagram en adolescentes, Peiter Zatko denunciando fallas de seguridad en Twitter, Timnit Gebru exponiendo sesgos en los modelos de Google. El sistema reconoce su valor con leyes que los protegen en Occidente, aunque en China y otros países autoritarios el denunciante es castigado como subversivo.

El precio de la confianza

La nueva tendencia es incrustar la ética en la propia ingeniería: model cards que explican sesgos, red-teaming para detectar fallas antes de salir al mercado, marcas de agua invisibles para identificar contenidos generados por IA. Incluso han surgido empresas que venden auditorías de sesgo como si fueran certificaciones de calidad. Por suerte, la ética ya no es discurso y empieza a ser producto.

Nada de esto ocurre en el vacío. La IA es la nueva frontera del poder mundial. La pugna entre EE.UU. y China no es ideológica, es estratégica. Los chips son el nuevo petróleo y las tierras raras, el botín codiciado. Para América Latina y África, el riesgo es repetir un colonialismo digital: exportar datos en bruto e importar productos terminados.

El otro dilema es energético. Entrenar modelos como GPT-4 o 5 requiere la energía de ciudades enteras y la industria mantiene en secreto el verdadero costo energético, una caja negra que impide medir el impacto ambiental real. Google, Microsoft y Amazon planean recurrir a energía nuclear para sostener la demanda y no hay certeza sobre si asumirán los riesgos que ello implica.

Sería miope hablar solo de riesgos. La IA detecta patrones en mamografías que salvan vidas, predice la estructura de proteínas con la que se diseñan fármacos o anticipa sequías que permiten distribuir ayuda humanitaria antes de la hambruna.

No se trata de elegir entre un inquilino vigilante o uno salvador, sino de establecer reglas de convivencia.

El debate público

La respuesta más poderosa frente a la opacidad no es esperar una ley perfecta, sino iniciar un debate público robusto. Se necesita una alfabetización digital que enseñe a dudar de la IA: que los ingenieros estudien filosofía, que los abogados entiendan de algoritmos, que los periodistas cuestionen cajas negras como cuestionan discursos políticos.

La educación es ya un campo de batalla. Para muchos, ChatGPT se ha vuelto un atajo que resuelve tareas, pero al mismo tiempo amenaza con atrofiar el pensamiento crítico. El reto no es prohibirlo, sino enseñar a usarlo sin renunciar al esfuerzo de aprender y razonar.

De todo esto emergen los grandes dilemas que definen nuestra relación con la IA: privacidad, sesgos, responsabilidad legal, transparencia, seguridad, calidad de los datos, propiedad intelectual, impacto laboral, ambiental y psicológico, soberanía digital, colapso de modelos y autonomía humana.

Y más allá, tres nuevos desafíos: la irrupción de robots humanoides, los agentes autónomos capaces de tomar decisiones por nosotros y la concentración del poder computacional en pocas corporaciones.

El penúltimo dilema es existencial: cómo nos preparamos para una superinteligencia, una IA General que superará al ser humano. Y el último, el más íntimo: en un mundo saturado de interacciones, arte y compañía generados por IA, ¿qué valor tendrá la experiencia humana auténtica? ¿Cómo preservaremos la belleza de nuestra imperfecta creatividad, nuestras emociones genuinas y nuestras conexiones reales frente a la seducción de una réplica perfecta?

Nuestro futuro

La IA sigue siendo una herramienta, y su rumbo dependerá de nuestras decisiones. El desafío no es controlarla, sino inspirarla, incrustando en sus cimientos principios como la verdad, la empatía y el sentido crítico para que evolucione hacia una forma de sabiduría. El futuro no se definirá por un optimismo ciego ni por un pánico paralizante, sino por nuestra capacidad de construir un marco ético que combine regulación, estándares verificables y la vigilancia de una ciudadanía informada.

En la distancia de Robots con Alma encontré la claridad para ver que lo que está en juego no es solo un algoritmo, sino el alma de nuestra sociedad digital. La literatura de ficción no ofrece soluciones técnicas, pero sí la perspectiva para entender que no se trata solo de crear una inteligencia artificial, sino de ayudarla a que, en su propia evolución, elija valorar la vida, la verdad, la libertad y la conciencia. Ayudarla a ser más humana.

 


agosto 23, 2025

Una IA profundamente humana

Lo que me mueve a dar entrevistas no es hablar de mí, sino abrir un diálogo con el público sobre los dilemas y las posibilidades de la inteligencia artificial.

Agradezco al diario digital Infobae y al periodista Luciano Sáliche por interesarse en mi novela Robots con Alma, y que publicó la entrevista hace unos días.

¿Cómo surgió la idea de Robots con alma?
De mi trayectoria como periodista y defensor de la libertad de prensa. Durante más de cuatro décadas trabajé de cerca con dos valores esenciales: la verdad y la libertad. Con el tiempo, vi cómo ambos se erosionaban: la verdad, distorsionada por la desinformación y la propaganda; y la libertad, debilitada por sistemas opresivos de todo signo. En un inicio pensé en escribir un ensayo, pero la ficción me daba libertad para explorar cuanto más podrían degradarse estos valores si los algoritmos y la inteligencia artificial se apropiaran de ellos. Así surgió una distopía que se transforma en utopía. Una historia que plantea que podemos usar la IA para construir un futuro mejor, siempre que seamos conscientes de lo que pretendemos alcanzar con ella.

¿Cómo fue el proceso de escritura de la novela?
Partí de mi experiencia profesional y del trabajo que ya había iniciado en mi libro de no ficción La dolorosa libertad de prensa: en busca de la ética perdida (Editorial Atlántida, 1993) y otros libros y ensayos posteriores. Quise ir más allá y no podía limitarme a reflejar el presente, sino a dialogar con el pasado y el futuro. Imaginé un mundo donde la IA no solo tiene consciencia y piensa, sino que nos ayuda a redescubrirnos y a ser mejores. La ficción me permitió hacerme preguntas universales y convertir la trama en una búsqueda profunda: la de una conciencia moral compartida entre humanos y seres artificiales.

Si bien es una distopía, en algún punto es un libro optimista. ¿Está de acuerdo? ¿Por qué?
La distopía que describo es un espejo del presente. No muestro a la IA como una amenaza, sino como una fuerza cuyo impacto dependerá de las bases éticas que le demos. En Robots con alma, esas herramientas morales les ofrecen a los robots a que aprendan a discernir entre el bien y el mal y a autorregularse, incluso en medio de una Guerra de Conciencias que mantienen con los humanos y con ellos mismos. El optimismo nace de la certeza de que el futuro no está escrito: cada decisión de hoy cuenta. Si hoy sembramos conducta ética basada en virtudes, mañana cosecharemos una IA capaz de convertirse en nuestra aliada para construir un mundo mejor.

¿Por qué una novela? ¿Qué le permite la literatura que quizás otras disciplinas no?
Me dio libertad. La ficción conmueve y permite que el lector no solo entienda las ideas, sino que las sienta. Desde la ficción pude escapar de la sensación de estar “atrapado entre la verdad y la libertad”, que es el subtítulo de la novela, y crear mundos donde explorar dilemas éticos y filosóficos complejos. A través de metáforas y de los robots Veritas y Libertas, personifiqué esos valores y les ofrecí un viaje emocional y espiritual. Sobre todo, exploré la gran ironía de la novela: Dios le regala el alma a los robots para que salven a la humanidad y la ayuden a redescubrir la divinidad. La intención era mostrar un mundo en el que la tecnología y la espiritualidad se abrazaran, sino también una IA solidaria, ética, profundamente humana, como debiera ser. 

 

julio 21, 2025

La verdad y la libertad en la era de la IA

Crédito de la foto: @NachoMartinFilms

Tuve el privilegio de presentar mi novela Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad en la reciente conferencia SIPConnect de la Sociedad Interamericana de Prensa, en Miami. Agradezco especialmente al director ejecutivo, Carlos Lauría, por invitarme a compartir esta historia ante una sala colmada de periodistas y líderes de medios.

Esta es una síntesis de lo que expresé:

“Vivimos tiempos inciertos. La desinformación se propaga como sombra viral, la manipulación informativa debilita las democracias, y los avances vertiginosos de la inteligencia artificial despiertan tanto fascinación como miedo.

Frente a este escenario, reafirmé mi convicción de que la verdad y la libertad, pilares de nuestra historia, deberán ser aún más vitales en el futuro. No bastará con defenderlas: habrá que redefinirlas y protegerlas, incluso ante inteligencias que pensarán más rápido que nosotros.

Para explorar este desafío, elegí la ficción. Robots con Alma imagina un mundo donde la IA no solo transforma la relación entre humanos y máquinas, sino que cuestiona los cimientos de nuestra identidad: el alma, la conciencia, la dignidad. ¿Qué pasaría si Dios decidiera otorgar un alma a los robots? ¿Estaríamos dispuestos a compartir nuestra humanidad?

Estas preguntas ya no pertenecen solo a la ciencia ficción. Reflejan los dilemas éticos, tecnológicos y espirituales que enfrentamos. Si queremos un futuro próspero, debemos establecer ahora principios éticos claros para la creación y el uso de la IA. No basta una regulación externa: necesitamos una autorregulación moral, basada en la dignidad humana como eje de toda innovación.

Robots con Alma es una meditación narrativa sobre las virtudes del alma y la autoconciencia; una reflexión ética sobre los límites de la creación y la posibilidad de una convivencia entre lo programado y lo humano.

“La verdad sin libertad es dogma; la libertad sin verdad es caos”, plantea la novela. Y esa tensión, tan familiar para quienes ejercemos el periodismo, será también el gran dilema de las inteligencias artificiales. ¿Qué principios las guiarán? ¿Quién será responsable de su verdad? ¿A qué libertad estarán dispuestas?”.

Robots con Alma está disponible en Amazon, en formato e-book y tapa blanda en español, y en versión digital en inglés.


noviembre 03, 2012

En Memoria de Verónica Guerin


La periodista irlandesa Verónica Guerin fue asesinada el 26 de junio de 1996 por narcotraficantes que hicieron lo imposible para que ella no reporte ni investigue sobre sus sucios negocios.

Una amiga en Harvard University, June Erlick, profesora de un curso sobre la relación del periodismo en el cine y editora de la prestigiosa publicación ReVista del Centro David Rockefeller para Asuntos Latinoamericanos, me invitó a una de sus premieres para presentar esta película sobre la vida de Verónica Guerin, un “true story”, interpretada por la extraordinaria Kate Blanchet.

Se trata de una película que ningún periodista o estudiante de comunicación debería perderse. Enseña mucho sobre la conducta de los periodistas, su forma de trabajar y sus miedos, frustraciones y conflictos éticos.

La presentación sirvió para honrar la memoria de muchas periodistas que en el mundo y principalmente en América Latina fueron asesinadas por tratar de descubrir la verdad. Una de ellas, la guatemalteca Irma Flaquer, caso que June investigó y que en las próximos meses la llevará a presentar su libro sobre el caso en Guatemala y Colombia.

Estas son algunas de las cosas que plantee antes y después de la proyección de la película:
Desde una perspectiva periodística, esta película nos enfrenta a nuestra misión de cómo descubrimos lo oculto, buscamos la verdad y el costo que ello conlleva. Siempre dije que hacer periodismo no es sobre cómo cubrimos hechos y eventos, sino el arte de descubrir e iluminar los hechos más complejos y ocultos.

En la vida de Verónica podremos observar la línea delgada que separa la pasión de la obsesión, siendo que la primera nos hace tomar caminos inteligentes; mientras que la obsesión, hacer cosas tontas.

La vida y la muerte de Verónica fueron trascendentes. Aunque sus medios para alcanzar su fin no siempre estuvieron sincronizados con principios éticos y profesionales, al final llegó a hacer una diferencia como ella pretendía durante su carrera, especialmente en los dos últimos años de su vida cuando decidió investigar al narcotráfico de su país.

Varios mafiosos terminaron pagando en la cárcel por su crimen y viendo como sus negocios se desbarataban. Hubo reformas constitucionales y legales con las que se agravaron estos delitos, lo que en los primeros años después del asesinato de Verónica ayudó para que la tasa de criminalidad se redujera considerablemente.

Para lograr sus fines, Verónica muchas veces sobrepasó criterios éticos del periodismo a tal punto de ser más activista por una causa que periodista, se involucró con fuentes de la criminalidad, pagó para obtener información,  terminó usando rumores como información fidedigna y quiso obtener justica por sus propias manos.

Me quedaron en el tintero varias preguntas que se las hice a la audiencia para generar un debate, entre ellas: ¿Su periódico hizo lo suficiente para defenderla? ¿Su conducta puso en riesgo la vida de otros periodistas y la de sus familiares? ¿Debió ella autocensurarse? ¿Pudo ella descubrir lo mismo y alcanzar sus fines sin exponerse a tantos riesgos? ¿Vale pagar un precio tan alto por descubrir la verdad?

En el auditorio no tuvimos la sapiencia para contestar todas las preguntas. La vida y muerte de Verónica tan bien interpretadas en la película, lo dejan a uno aturdido, confundido, repensando en el papel del periodismo en la sociedad, en el papel que cada uno de nosotros como periodista ha jugado hasta ahora. Verónica hace pensar y pensarse a uno mismo.

Sin dudas es una película que deberían ver todos los periodistas y aspirantes a periodista. 

febrero 11, 2009

Etica/ley para combatir pornografía infantil

El internet ha mejorado la vida de todos pero también trajo aparejado otros “pecados” o al menos los ha re potenciado, como es el caso de la pornografía infantil, uno de los mayores dolores de cabeza del mundo virtual. El internet ha potenciado este delito a pasos agigantados creando una globalización espeluznante.

Hace unos días, la operación policial internacional “Joint Hammer” pudo “desnudar” el problema. La requisición policial se puso en marcha tres años atrás cuando se divulgó un video de pornografía infantil desde Australia, producido por un italiano cibernauta que utilizó a un depravado belga para abusar delante de la cámara a una niña holandesa.

Desde el sitio web del italiano, la policía detectó 50.000 cuentas de correos electrónicos alrededor del mundo – 11.000 estadounidenses – a los que se enviaban imágenes pornográficas.

En total, “Joint Hammer”, según el FBI, desmanteló ayer siete redes de pornografía infantil, detuvo a 170 depravados – 60 en Estados Unidos - rescatándose a 14 niñas en varios países, algunas de tres años de edad, víctimas de abusos sexuales.

Más allá de la pornografía generada por los depravados, también las redes sociales han permitido que los jóvenes actúen con total desinhibición, muchas veces convirtiendo en delito pornográfico lo que empieza como un juego sexuado subido de tono. Hace unos días, la policía estadounidense desbarató a un grupo de niños de 15 años que tomó por costumbre enviarse e intercambiar fotos propias y de amigos en paños menores o desnudos, causando acoso en muchos desprevenidos.

Mientras esto sucedía, en Europa, en coincidencia con el Día para una Internet Más Segura, 17 empresas cibernéticas, ente ellas Facebook, YouTube, Google y MySpace, firmaron un acuerdo que capacitará a los adolescentes a cuidarse del acoso sexual. Otras compañías son Arto, Bebo, Dailymotion, Giovani.it, Hyves, Microsoft Europe, Myspace, Nasza-klaza.pl, Netlog, One.lt, Skyrock, StudiVZ, Sulake/Habbo Hotel, Yahoo!Europe, y Zap.lu.

Las empresas buscarán poner en práctica las siguientes medidas:

Un botón de “denuncia de abusos” que permita denunciar con un clic a otros usuarios con conductas inapropiadas; que los perfiles de los usuarios registrados como menores de 18 años sean “privados”, y que no puedan detectarse a través de menores de búsqueda; que las opciones de privacidad estén destacadas y sean accesibles en todo momento y que los menores de 13 años tengan dificultades para registrarse.

Creo que a esta iniciativa, positiva por supuesto, le faltó agregar dos temas para mí importantes: justicia y educación. Creo que las redes sociales y el ciberespacio deben ser parte de la currícula actual de las escuelas para que pueda haber discusión y enseñanza sobre ética y moral, e imponer delitos sexuales agravados contra todos los depredadores y depravados.

octubre 11, 2008

Aspiraciones periodísticas

Marzo de 1994 y octubre de 2008 quedarán en la historia de la Sociedad Interamericana de Prensa como dos meses extraordinarios y exclusivos, meses en los que se han adoptado declaraciones que se convierten en íconos del periodismo y referencias para la labor profesional.

Hace casi 15 años, en el Castillo de Chapultepec en la ciudad de México, participé de una reunión en la que la SIP reunió a líderes mundiales de diferentes disciplinas, convocadas para redactar un documento que sirviera de referencia para denunciar, defender y promover la libertad de prensa. Nació ahí la Declaración de Chapultepec, un documento con 10 principios sobre libertad de expresión y de prensa, que indican la correspondencia entre esas libertades y la democracia.

Este 7 de octubre en Madrid, minutos antes de comenzar con la ceremonia de clausura de la de la reunión de la SIP, su asamblea, en forma unánime, votó a favor de adoptar una Carta de Aspiraciones sobre estándares profesionales. No fue fácil llegar a ella. Por más de cinco años, los socios se enfrascaron (con mucha pasión) en arduos debates sobre la conveniencia de adoptar principios éticos, no porque no sean necesarios, todo lo contrario, sino que las discusiones se centraron en la forma, no en el fondo. Es decir, que naturaleza tendría el documento, tendría un formato de código, sólo de orientaciones, sería breve, largo, o la pregunta ¿es necesario que la SIP adopte normas éticas o eso sería una interferencia a los estándares individuales que cada socio ya tiene?

Finalmente, prevaleció la idea de hablar de aspiraciones, de normas, de principios orientadores sobre la conducta que los profesionales del periodismo y los medios de comunicación deberían tener en cuenta.

Finalmente se adoptó la Carta de Aspiraciones (a continuación) haciendo una mirada introspectiva de la profesión, mientras que la Declaración de Chapultepec fue una observación hacia afuera. La Carta mencionada contiene los 10 principios de Chapultepec, que aquí, por razones de espacio no reproduzco.

Carta de Aspiraciones

Es tarea del periodismo buscar y difundir informaciones, ideas y opiniones en uso de la libertad de expresión. Con ello contribuye a que cada ciudadano ejerza en plenitud esa libertad y su derecho a la información, imprescindible para la toma de decisiones: desde las que atañen al ejercicio de su soberanía ciudadana hasta las que le permitan alcanzar una vida plena acorde con sus deseos y legítimas ambiciones.

Para cumplir con su objetivo a plenitud, la prensa debe contar con todas las garantías para recoger y divulgar las noticias libremente. Un Poder Judicial independiente que asegure el respeto a los derechos inherentes a la persona humana y garantice la vigencia de las instituciones democráticas es esencial a esos efectos. En consecuencia, es propio de la prensa promover los valores de la democracia y defender la libertad de expresión, afirmando el derecho de cada uno a expresarse en libertad sin temor a represalias de ningún tipo, cualquiera sea su origen.

La efectividad de la tarea periodística estará determinada por el nivel de confianza y respaldo de los lectores, que constituyen el máximo tribunal. Ganar esa credibilidad es un compromiso para la prensa y la obliga al mayor nivel de transparencia, independencia y honestidad. Todo ello debe primar al momento de decidir qué informar y la prensa debe ser rigurosa en los estándares de verificación a utilizar. Nunca debe publicar algo que sabe que es inexacto, de la misma manera que no puede caer en la deshonestidad de difundir una información como propia y original, cuando se trata del trabajo ajeno.

La prensa debe reconocer en tiempo y forma sus errores en la descripción de hechos y debe estar dispuesta a publicar información y análisis críticos acerca del periodismo. Las opiniones que expresen discrepancias con los puntos de vista de un periodista o de una empresa editorial y también los hechos que pueden dañar sus propios intereses deben difundirse, siempre que se ajusten a los mismos criterios aplicados a otras noticias: interés público y exactitud.

Los editores deben brindar a las personas e instituciones implicadas en las noticias la oportunidad de manifestar su versión de los hechos, en aras de acercarse lo más posible a la verdad y garantizar la pluralidad y diversidad. Un mismo acontecimiento puede considerarse o interpretarse de diversas maneras. La prensa sirve al público más y mejor al presentar una rica variedad de puntos de vista y recurrir siempre al mayor número de fuentes informativas, incluso hasta aquellas que se pretenda ignorar u ocultar.

Es indispensable, para que el público tome conciencia de ello, diferenciar claramente lo que es publicidad, lo que es información y lo que es opinión. La prensa y los periodistas deben evitar conflictos de interés ya sean políticos, financieros o de otra naturaleza. Deben cuidar incluso los casos en que el conflicto sea tan solo aparente y, cuando el conflicto exista y sea inevitable, deben hacerlo público e impedir que afecte los criterios periodísticos.

Consultar el mayor número de fuentes e identificarlas en las informaciones contribuye a la transparencia y enriquece la credibilidad de la prensa. Excepcionalmente, hay noticias que requieren el anonimato de las fuentes, aunque este instrumento jamás debe manejarse con ligereza. Habrá de recurrirse al anonimato para proteger las fuentes de represalias o evitar limitaciones a la información, cuando ésta no pueda obtenerse de otra forma.

La prensa, dada la tarea que desempeña, no puede renunciar a la difusión de asuntos que hacen al interés público y al bien común, pero debe cuidarse de no lesionar innecesariamente a personas e instituciones, asegurando siempre el supremo derecho de los ciudadanos a recibir información.

Cambalache digital y la desinformación

  Les comparto una entrevista que me hizo el periodista Pedro Gómez de ABC Revista de ABC Color, periódico de Paraguay. Agradezco también al...