Publiqué hace poco mi novela futurística en Amazon: "Robots con Alma: atrapados entre la verdad y la libertad". En este blog trato de temas de actualidad referidos a los valores de la verdad y la libertad. Blog por Ricardo Trotti
febrero 04, 2019
febrero 02, 2019
Venezuela: nadie puede ser neutral
A desmarcarse. Esta es la apelación a la
que deben responder los gobiernos, así como lo debemos hacer a nivel
individual, cuando se trata de los derechos humanos, que más que derechos deben
entenderse como "deberes humanos".
La Declaración Universal de los Derechos Humanos adoptada en 1948 después de un pacto internacional para dejar atrás las atrocidades y los crímenes de lesa humanidad durante la Segunda Guerra Mundial, exige una posición moral y clara en relación frente a la violación a los derechos humanos. Los defendemos, los aprobamos, los apoyamos o los desconocemos. Neutrales no se puede ser; no podemos ser.
Los presidentes de Uruguay y México,
Tabaré Vázquez y Manuel López Obrador, hacen mal en no reconocer a Juan Guaidó
como presidente de Venezuela bajo excusas de no interferencia en asuntos de
otros países. No reconocer al líder de la legítima, pero desposeída Asamblea
Nacional es apoyar al régimen dictatorial de Nicolás Maduro. La neutralidad, ni
sí ni no, esbozada en este momento por ambos países es acomodaticia y de orden
ideológico, alejada del principio universal de los derechos humanos.
Por muchos años la comunidad internacional miró para otro lado, hasta que los fraudes electorales, la proscripción de los partidos políticos, el encarcelamiento de líderes políticos, el cierre de instituciones legítimas, la violencia contra los opositores, críticos, medios y periodistas, la corrupción galopante, la decadencia de un país rico en miseria, y la permanente violación de los derechos humanos de los venezolanos fueron tan obvias, que resulta inmoral mirar hacia otro lado.
En cuestión de países es lo mismo que ocurre con nuestros vecinos en el barrio. Si escuchamos, tenemos indicios o vemos que nuestro vecino encierra a sus hijos todo el día y no los envía a la escuela, que encadena a sus mascotas, que los fines de semana tira tiros al aire para celebrar su júbilo o que acostumbra a tirar la basura en el lugar público que compartimos todos los vecinos, no podemos quedarnos neutrales, tenemos la obligación moral de denunciar al vecino por violaciones a los derechos humanos y por las peores locuras que podrían suceder.
La neutralidad y respeto entre países
debe existir cuando los conflictos se dirimen dentro de estándares
democráticos, pero no cuando se violan sistemáticamente los derechos humanos.
Esto no es para que Tabaré Vázquez o López Obrador se rasguen sus vestiduras,
simplemente es un mandato que nace de la propia Declaración Universal de los
Derechos Humanos, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y de la
Carta Interamericana Democrática.
Guaidó sigue haciendo las cosas bien. En su mensaje de ayer a México y Uruguay apeló a la conciencia por los valores democráticos y los derechos humanos y que dejen la neutralidad. También les dijo a los principales aliados de Maduro, China, Rusia y Turquía, que las inversiones siempre serán mejores en naciones que se respete la seguridad jurídica. trottiart@gmail.com
enero 26, 2019
Maduro, acorralado, y las hipocresías del chavismo y la izquierda internacional
Primero lo primero: Nicolás Maduro debería llamar a
elecciones, libres claro. Pero como no lo hará, debería ir a Cuba como excusa y desde allá, arropado
en su victimización y martirologio, renunciar por email, como por fax lo hizo Alberto
Fujimori desde Japón. Sería la salida más airosa posible para evitar el embate
del presidente autoproclamado, Juan Guaidó que, apoyado por el Grupo de Lima,
EE.UU. y gran parte de la comunidad internacional democrática, están ofreciendo
una amnistía a los militares y exigiendo elecciones libres lo antes posible,
como ahora piden España, Francia y Alemania.
Dejando los sueños de
lado: Estoy harto hasta
la coronilla de la hipócrita victimización de Nicolás Maduro y del chavismo y
la izquierda internacional de que la “actual democracia venezolana” es víctima
de una gran conspiración internacional comandada por el “imperio” y sus
acólitos, cuya única intención es desestabilizar a la “república” bolivariana
mediante un golpe de Estado.
Máxime, porque casi como ningún otro movimiento, el
chavismo tuvo un cheque en blanco para profundizar su estilo destructivo gracias
a la apatía y la indiferencia que la comunidad internacional le prodigó hasta hace
poco.
Fieles al martirologio hipócrita acostumbrado de la
izquierda radical, Hugo Chávez y Maduro siempre usaron la propaganda, la desinformación
o las noticias falsas, como se les llama ahora, para auto proclamarse defensores
del pueblo, de la democracia y la república, justamente los tres adjetivos que
han defenestrado y pisoteado a base de autogolpes de Estado desde que el
chavismo asumió el poder. En su historia, el chavismo se auto gestó mediante ocho
auto golpes de Estado, para ser más precisos: 1999, 2001, 2007, 2010, 2013, 2015,
2016 y 2018. No hay dudas de que los autogolpes son parte del ADN del chavismo,
como veremos a continuación.
Primero
desmitifiquemos la hipocresía de la revolución democrática y republicana del chavismo. Una república como
la pensaron los griegos y adoptaron los países occidentales, se distingue por la independencia y división de poderes; por los
mecanismos de fiscalización y chequeos permanentes sobre quienes ostentan el
poder, pero sobre todo por una Justicia equitativa e independiente; por los
privilegios y beneficios que se le da a las minorías; por la libertad de la
prensa para informar y por la de los ciudadanos a expresarse, asociarse y
movilizarse, sin trabas ni represalias, en igualdad de condiciones ante la ley.
Nada de esto respetó el chavismo.
Los máximos atributos de una democracia son la Constitución
y la libertad del pueblo para elegir a sus gobernantes. Una buena Constitución
no solo remarca los derechos y garantías del pueblo, sino que impone límites al
gobierno a fin de que no pueda pisotear el derecho natural o el libre albedrío
de los ciudadanos. La democracia demanda elecciones libres, pero sobre todo
limpias, en igualdad de condiciones. Tampoco, nada de esto respetó el chavismo.
La Venezuela
chavista no es república ni democracia. Pasó del autoritarismo a engalanarse
hoy con las mismas propiedades de una dictadura. Ni siquiera los que defienden
que el régimen cumple con calendarios electorales se cree esa hipocresía. El
chavismo dilapida recursos públicos; utiliza fuerzas de choque ilegales para
generar caos y pánico; y criminaliza la protesta, justificando así su necesidad
de reprimir la expresión disidente para mantener la paz y el orden.
Desmitifiquemos ahora la revolución del pueblo. Es cierto que el chavismo llegó al poder
arropado por casi todos los sectores cansados de tanta corrupción y desidia de
los partidos políticos tradicionales. Pero también es cierto que ha dejado a
Venezuela peor de la que recibió, con mayor crisis social, más pobreza y
demasiado más corrupción. El agravante es que el chavismo ha sido un pésimo
administrador. Ha dilapidado casi una década de bonanza con precios del
petróleo en la estratósfera para usar esa billetera abultada en la expansión de
su ideología por Latinoamérica. En su lugar, hubiera podido invertir las
ganancias en su gente, creando fuentes alternativas de recursos y empleos, infraestructura,
y en educación y salud desideologizadas. Realmente desperdició la bonanza y
traicionó a su propio pueblo.
Sigamos. Pese a la farsa electoral de las presidenciales en mayo de 2018 y a
que pocos gobiernos reconocieron el triunfo de Maduro, él se auto legitimó
mediante un nuevo autogolpe. Cerró el Congreso elegido por el pueblo. Creó una
Asamblea Constituyente de facto con la que legalizó la proscripción de los partidos
políticos y creando la hegemonía del partido oficial. Siguió manipulando a la Justicia,
expulsando a los organismos internacionales, incentivando el cierre de medios e
imponiendo nuevas formas legales de censura al internet. Si Maduro siempre
proclamó su idolatría por el régimen comunista de los Castro, todas esas
medidas no hicieron más que certificar el destino de Venezuela: Hacerla a
imagen y semejanza de la altanera pero desdichada Cuba.
Maduro ya había sofocado lo poco que le quedaba a
Venezuela de democracia en mayo de 2016. Entonces desconoció al Congreso con un
autogolpe. Repudió leyes y el proceso legítimo de referéndum
revocatorio; y con el Estado de Excepción y de Emergencia Económica, borró al
Congreso auto proclamándose como el único legislador. Aquellas medidas
suspendieron las garantías constitucionales y deslegitimaron la “toma de
caracas” aquellas marchas masivas con las que la oposición exigía el respeto a
los resultados del referendo revocatorio, una cláusula constitucional creada
por el propio chavismo. La excusa cansina de siempre para reprimir fue la de “evitar
el golpe”, intento que perseguían Colombia, España y la OEA, liderados por EE.UU.
y los “gusanos de Miami”.
Antes, en diciembre de 2015, Maduro ya había dado el
segundo autogolpe al crear el Parlamento Comunal, una especie de “congreso del
pueblo” que tenía como misión contrarrestar a “la nueva burguesía” que de nuevo
había ganado la mayoría en la Asamblea Nacional. El primer autogolpe lo pegó en
noviembre de 2013, cuando la Asamblea Nacional le otorgó al entonces,
como flamante presidente, el título de legislador máximo o único, delegándole
el derecho de legislar por decreto por 12 meses. Maduro
consiguió aquella habilitación con una buena coartada. Diosdado Cabello fue el gestor.
Desaforó a una diputada de la oposición fabricándole un caso de corrupción. Con
el desafuero llegó a contar 99 votos a favor, necesarios para hacer a Maduro
legislador absoluto.
Con todos esos autogolpes Maduro igualó a su
progenitor. Chávez practicó la misma metodología en cuatro ocasiones. En 1999,
su primer año, y en 2001, 2007 y 2010, arropándose
con poderes especiales y leyes habilitantes para gobernar a su antojo y sin
Congreso. Lo de diciembre de 2010 fue el de las mayores
hipocresías del régimen chavista. Chávez presentó varias propuestas de ley para
permitirse legislar sin Congreso, excusándose en una crisis social provocada
por las inundaciones. Entonces frenó a la oposición unas semanas antes del 5 de
enero de 2011, fecha en que debían incorporarse 67 legisladores de la oposición
a la Asamblea Legislativa, después de ser elegidos democráticamente. Los
legisladores oficialistas y chavistas de entonces le ofrecieron a Chávez en
bandeja de plata su autodisolución. Se auto marginaron dos años, más del tiempo
que Chávez les había solicitado. El servilismo y la hipocresía ya campeaban por
entonces.
Antes, a fines de 2000,
Chávez logró que el Congreso le habilitara a gobernar por decreto por 18 meses,
y empezó a hablar de la “quinta república”, en la que se buscaría la
redistribución de la riqueza por los ingresos del petróleo, lo que nunca se plasmó.
Aquel autogolpe le dio excusas perfectas para reformar la Constitución. De esa
forma se autorizó a expropiar empresas, crear y armar las milicias urbanas
llamada círculos bolivarianos, militarizar su gabinete, ideologizar la
educación en las escuelas primarias, encarcelar y echar al exilio a sus
opositores, privilegiar a los revolucionarios por arriba de otros ciudadanos y
crear alianzas con gobiernos extranjeros mediante regalos y subsidios
petroleros.
Reitero: los autogolpes son el ADN del chavismo.
Conclusión: A Maduro no le quedan muchas opciones,
aunque siempre tendrá a su disposición la propaganda, el arma de agitación
predilecta, que no es más que un artilugio de su mercadeo.
Maduro sueña con una conspiración e intervención
internacional. Sueña con un golpe de Estado que lo victimice y convierta en mártir,
como escribí tras el autogolpe de 2016 cuando se avizoraron las primeras
críticas serias contra el régimen.
Sin embargo, el golpe, tarde o temprano, no vendrá
desde afuera, sino arropado por su propia gente, cansada de no gozar de las
mieles de una república. Las minorías despreciadas ya se han convertido en la
nueva mayoría y están, ahora sí, empoderadas por la comunidad internacional,
esa que fue cambiando gracias al infatigable látigo del secretario general de
la OEA, Luis Almagro, que, en 2017, con informe investigativo de 75 páginas en
mano, hablaba de que en Venezuela existía una "ruptura total con el orden democrático”.
Maduro si quiere sostenerse en su puesto tendrá que
ser mucho más autoritario que nunca, pero el régimen ya no tiene el plafón
político de antes. Sus opciones se agotan. Cuaba es su mejor salida, su coartada.
trottiart@gmail.com
diciembre 14, 2018
La quinta portada
Es muy justa la elección de la revista
Time de nombrar Personajes del 2018 a un grupo de periodistas víctimas de
represión a los que califica de “guardianes de la verdad”. También es acertada,
en momentos que las mentiras y la desinformación erosionan la confianza pública
y a la democracia.
Time publicó cuatro portadas
retratando, en forma diversa e inclusiva, varios tipos de periodistas que han
sido martirizados en sus intentos por buscar y descubrir la verdad, así como
las diferentes modalidades de violencia que los acechan. Una portada fue sobre
asesinato, en el caso del saudí Jamal Khashoggi, columnista del Washington
Post. Otra por el encarcelamiento, de dos reporteros birmanos de la agencia Reuters,
Kyaw Soe Oo y Wa Lone. Persecución oficial se trató en el caso de la filipina
María Ressa, fundadora y editora del sitio online Rappler; y en relación por atentados,
se incluyó al diario estadounidense The Capital Gazzette por el ataque en el
que murieron cinco personas.
Sobre estos “guardianes de la verdad”,
el editor de Time, Edward Felsenthal, argumentó que corren “grandes riesgos… en
la búsqueda imperfecta pero esencial de hechos que son fundamentales para el
discurso civil, y por hablar y denunciar"; sin olvidar que son
representantes de “una lucha más amplia”, en la que otros 53 periodistas fueron
asesinados este año en el mundo entero.
Pese a su acertada decisión, creo que
la famosa revista se quedó corta. Me hubiera gustado que incluyera una quinta
portada en la que se retratara el martirologio de la prensa de América Latina,
la región más castigada del planeta que en las últimas tres décadas ha perdido
a más de 500 periodistas - 26 en este 2018 - entre los que se cuentan
asesinados y desaparecidos. Vidas que han sido sesgadas por guerrilleros,
militares y grupos paraestatales o por narcotraficantes y funcionarios
corruptos o por la vergonzosa connivencia entre agentes del Estado y del crimen
organizado.
El asesinato quirúrgico en contra de
periodistas incómodos con frecuencia es solo lo visible o la punta del témpano
de la tragedia del periodismo latinoamericano. Debajo de la superficie también coexiste
un gran manto de censura tan fatídica como la muerte. Quizás sean casos menos
llamativos en el plano internacional, pero son crímenes bien extendidos, como
el de periodistas secuestrados, demandados, perseguidos, encarcelados o
amenazados de muerte; y de medios que sufren atentados, hostigamiento, boicots
publicitarios y discriminación gubernamental por publicar la verdad.
En esa quinta portada también
incluiría un retrato en blanco, vacío, en representación de los periodistas
olvidados por el propio Estado, esos casos que rara vez son esclarecidos y cuya
impunidad sigue siendo el tormento que arrastran sus familias y colegas por
generaciones. Solo un 5% de los 500 asesinatos ha sido esclarecido y el
porcentaje es mucho menor cuando se trata de identificar o procesar al autor
intelectual, tal como sucede con el caso Khashoggi.
Es cierto que “la democracia enfrenta
su mayor crisis en décadas” como argumenta la revista Time. Pero no considero
que la debilidad de la democracia se deba a la diseminación de noticias falsas
por las redes sociales o porque se censure a los periodistas y medios. En mayor
o menor medida esos síntomas siempre existieron, son solo la consecuencia de
una causa mayor. Estoy convencido que es la impunidad o la falta de justicia el
verdadero motivo de la desnutrición democrática y lo que erosiona la confianza
del público.
Muchos afirman que la gente ya no cree
en la democracia y se devanan los sesos pensando en otras formas de gobierno.
Pero creo que el modelo perfecto de democracia y república como fue soñado por
Aristóteles y Platón tuvo, tiene y tendrá vigencia, siempre y cuando no se le
pongan cortapisas a la justicia, el valor más trascendente en cualquier sistema
de convivencia humana.
El problema es que en muchos países la
justicia ha sido secuestrada por el poder político y en esa relación adictiva
la justicia también se ha corrompido. Esa debilidad institucional, potenciada
por la impunidad, queda en evidencia con los 500 casos de periodistas
latinoamericanos asesinados, muchos de ellos olvidados, que también merecían
tener una portada en Time. trottiart@gmail.com
noviembre 18, 2018
Prefiero la justicia a la política
Un buen amigo argentino me
sorprende cada vez que le pregunto sobre si Cristina Kirchner debería o no
terminar en la cárcel. Me responde casi siempre lo mismo, pero con algunas
variantes de acuerdo al contexto del momento: “No le conviene a Macri no tener
a Cristina activa”.
No lo culpo porque al igual
que todos, estamos confundidos y acostumbrados a vivir en un contexto político
en el que se desvirtúa el arte de hacer política. Es que mientras ella está procesada
e investigada por varios delitos de corrupción y se aferra a sus fueros como
senadora - los que solo deben respetarse para que un legislador pueda hablar
sin tapujos ni represalias legales o judiciales – los encuestadores siguen
mostrándola como la “candidata” como más posibilidades para las elecciones
presidenciales de 2019.
Digo que me sorprende la
actitud de mi amigo porque termina siendo una lectura política del país por
sobre una lectura de equidad y justicia que debería tener Argentina para salir
del pozo que se encuentra desde hace décadas. Argentina vive en una perfecta
ciclotimia económica y política, con subas y bajas pronunciadas en cada uno de
estos rubros, generándose un círculo vicioso en el que se pasa de la frustración,
la incertidumbre y las penurias económicas a un estado de bienestar y
estabilidad pasajera, alegría y consumo desmedido.
Por eso descreo que el arte
de la política sea suficiente para generar estabilidad emocional y felicidad. Al
contrario, creo que la única receta para el bienestar verdadero es la sensación
de equidad, de orden social y justicia.
Si Cristina Kirchner no termina
en la cárcel – ante tanta evidencia por tanta corrupción – Argentina corre el
riesgo de seguir siendo un país pensado en lo inmediato, como se fue
construyendo décadas tras décadas. Si termina en la cárcel, pese a que al
principio tal vez se originaría desestabilidad política con mayor polarización,
protestas y trifulcas, se estaría dando un salto cualitativo hacia un país más
estable pensado a largo plazo.
Un país con justicia equitativa,
firme y enérgica, permitiría neutralizar las actitudes mesiánicas de los
outsiders de la política, esos que en todos los países llegan aupados de
popularidad pasajera por el hecho de levantar la voz con fuerza contra los
corruptos; pero, que a la postre, terminan imponiendo sus personalismos y cometiendo
los mismos errores que sus antecesores.
El arte de la política debería
tener como prioridad la creación de sistemas en los que los ciudadanos sientan
y vivan en estado estable y progresivo de equidad e igualdad. De lo contrario
la gente seguirá opinando que la democracia no le satisface. En realidad, lo
que la gente no logra distinguir es que la imperfección democrática deviene del
irrespeto al mejor atributo de una república: la división de poderes.
La tendencia es elocuente.
En los países que la justicia ha sido o es secuestrada por el poder político,
los líderes mesiánicos y los populistas tienen mayores opciones, aunque estas
terminen siendo pasajeras. Ejemplos sobran y están en cada extremo del dial
ideológico, desde Alberto Fujimori a Hugo Chávez.
Ante este ejemplo, algunos
podrían pensar que lo mismo está sucediendo en EE.UU. con Donald Trump, dueño
de un estilo similar al de los populistas latinoamericanos. Pero para decepción
de muchos, incluidos periodistas, académicos y ciudadanos en general, los
estilos o las formas pueden ser parecidos, pero no lo es el fondo de la
cuestión. Trump está limitado por un sistema con justicia independiente, algo
que se observa a diario cuando jueces federales o de jurisdicciones locales le
salen al cruce con fallos que detienen sus ideas y aspiraciones sobre
inmigración y salud pública, entre otras disciplinas.
La verdadera independencia
de un sistema republicano de gobierno deviene del blindaje que tiene el poder
judicial, que debe tener un grado de independencia con mayor peso que otros
poderes. La independencia del poder legislativo también es necesaria pero no es
trascendente, ya que los legisladores siempre tendrán que obedecer a sus
lealtades políticas, ideológicas y las posturas que le manden sus partidos
políticos.
Los grandes saltos cualitativos de los países
desarrollados no solo se han dado por las victorias políticas y en los campos
de batalla, sino también por las grandes decisiones judiciales. Por eso siempre
preferiré un país con una justicia fuerte que con políticos fuertes. Prefiero un
país donde los políticos tienen que vivir con los límites que impone la
justicia y no a la inversa. trottiart@gmail.com
noviembre 04, 2018
Salta como referencia mundial
Si fuera salteño estaría orgulloso. No
solo porque la hospitalidad profunda y el servicio generoso de los salteños han
cautivado a más de doscientos cincuenta directores, editores y periodistas de
medios de comunicación de las tres Américas que convocó la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), sino porque Salta brincó a un plano impensado
de relevancia mundial.
Tal vez los salteños no han tomado
verdadera conciencia de la importancia y dimensión que tuvo la 74 Asamblea
General de la SIP que El Tribuno organizó semanas atrás. El 22 de octubre,
pronto a terminar la reunión de la SIP, su Junta de Directores y su Asamblea de
socios aprobaron por unanimidad la “Declaración de Salta; sobre principios de
libertad de expresión en la era digital”.
Se trata de un documento que al igual
que el otro instrumento invaluable de la institución, la Declaración de
Chapultepec que fue creada hace 24 años en el castillo de Chapultepec de la
Ciudad de México, le servirá de ariete a la SIP para seguir defendiendo y
promoviendo la libertad de expresión en el ecosistema digital, ante los
innumerables y nuevos desafíos que han creado las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación.
Más allá de los principios en sí
mismos, la Declaración le brinda a Salta y su pueblo un nuevo argumento para
fundamentar su marca a nivel mundial, sumándose a otros atributos de calidad
por las que la séptima ciudad más grande de Argentina ha ganado prestigio a nivel
nacional e internacional.
Bien remarca la apreciación por Salta
el editorial de este 1 de noviembre del diario La Nación: “La Declaración
Digital tiene el valor indiscutible de un acto fundacional, que viene a llenar
un vacío. Es de celebrar que la era digital se recuerde con la marca indeleble
de la Argentina, al ser bautizada como Declaración de Salta”.
Como una de las primeras herramientas
de la era digital sobre las libertades de prensa y expresión, la Declaración de
Salta reivindica derechos, impone límites y marca el camino de cómo deben ser
garantizadas y respetadas esas libertades por los actores públicos y privados
que rigen o gobiernan el ámbito digital.
El contenido del documento estipula
principios irrenunciables a favor de la libertad de expresión de los ciudadanos
por sobre los gobiernos, los medios de comunicación y los intermediarios
tecnológicos, ya sean estos los motores de búsqueda como Google, las redes
sociales como Facebook o los proveedores de servicios e internet como Telecom.
El nuevo documento, de la mano de la
SIP y otras instituciones que lo harán suyo, sitúa a Salta en el centro de la
escena de organismos intergubernamentales como la UNESCO, la ONU, la OEA y la
CIDH; en la esfera de organismos no gubernamentales como ADEPA que esta semana
hizo prevalecer el principio 9 de la declaración en reclamo por medidas
judiciales que buscan limitar contenidos periodísticos y en la mesa de discusiones
entre naciones, como en las Cumbres presidenciales y de cancilleres. Todos son
terrenos que la SIP siempre ha aprovechado para llevar la voz cantante a favor
de los oprimidos y en protesta por las violaciones a las libertades de prensa y
expresión.
A partir de ahora, los 13 principios
de la Declaración de Salta comenzarán a imponerse como referencia en foros
internacionales, en legislaciones y fallos judiciales, así como los de
Chapultepec inspiraron la creación de la Declaración de Principios de Libertad
de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Importante es señalar que esta
Declaración no fue producto de discusiones y/o improvisaciones durante la
reunión de la SIP en Salta, sino más bien Salta fue el lugar donde terminó un
largo proceso de consulta, discusiones y observaciones que la SIP estuvo
cosechando por meses, sirviéndose de la experiencia de otras instituciones,
empresas, académicos, expertos y líderes en la materia.
Con sabiduría, la SIP estipuló que
debido a los cambios y a la evolución constante de las nuevas tecnologías de
información y comunicación, los principios de la Declaración de Salta podrán
adaptarse a lo que dicte la conducta humana en el futuro. Pero siempre
mantendrá su nombre en honor al lugar donde culminó un proceso que sirvió para
iluminar principios de libertad de prensa y expresión a futuro: Salta. trottiart@gmail.com
noviembre 02, 2018
Día Mundial contra la Impunidad
Hoy 2 de noviembre se conmemora uno de los días peores para el Periodismo, la falta de justicia que rodea a los crímenes contra los periodistas. 561 periodistas han sido asesinados en las últimas dos décadas en nuestras Américas y 30 en 2018. Detrás de esas estadísticas escalofriantes, se esconden nombres de mujeres, hombres, jóvenes, viejos, reporteros, fotógrafos, editores, directores, columnistas, caricaturistas... todos asesinados por buscar la verdad y hacer valer el derecho del público a estar informado. Reclamar justicia en cada uno de esos casos es una forma de honrar su memoria y su legado.
agosto 10, 2018
Delirio de impunidad
La Justicia lenta,
ineficiente, politizada o secuestrada por el poder es la mayor debilidad de América
Latina. Esta anemia judicial ha estimulado en muchos poderosos un delirio de
impunidad; el creer convencidos que sus actos corruptos jamás serán castigados.
A veces, la Justicia echa
por tierra ese trastorno mental. Ocurrió esta semana con el ex vicepresidente
argentino Amado Boudou. Fue condenado a casi seis años de cárcel por
corrupción, siguiendo el camino de otros funcionarios kirchneristas que también
sufrieron de ese delirio, magnificado por el poder que en su momento creyeron
absoluto.
América Latina tiene una
larga lista de ex mandatarios, funcionarios, empresarios y dirigentes que terminaron
en la cárcel por creer que su poder, estatus y la inmunidad de sus cargos los
blindaba de por vida. Ahí están los ex presidentes recientes Lula da Silva, el
panameño Ricardo Martinelli, el salvadoreño Elías Saca, el guatemalteco Otto
Pérez Molina, entre tantos otros, sumados a los peruanos Alberto Fujimori y
Ollanta Humala, al costarricense Miguel Ángel Rodríguez, a Carlos Menem, a los
dictadores Videla, Galtieri, Pinochet…
Marcelo Odebrecht es el
arquetipo del empresario corrupto. Sobornó a funcionarios latinoamericanos con
más de 800 millones de dólares para conseguir obra pública en forma directa. Lo
mismo sucedió con una docena de sus colegas argentinos que fueron detenidos
esta semana tras revelarse el contenido de los ocho cuadernos del chofer Oscar
Centeno. Minuciosamente escritos, Centeno detalló como los ex gobiernos de
Néstor y Cristina Kirchner recaudaban millones en efectivo entre empresarios, en
un intercambio de coimas por obras públicas.
Los cuadernos ya son parte
del anecdotario de la corrupción rampante de América Latina. Son clara
evidencia como los videos que registraba Vladimiros Montesinos, mano derecha de
Fujimori, los recientes audios por las “ventas” de sentencias judiciales en
Perú, los relatos de los 77 ejecutivos arrepentidos del Lava Jato brasileño, los
sobornos a través de cuentas bancarias en EE.UU. del FIFAgate y las revelaciones
periodísticas sobre los Panama Papers y los Paradise Papers.
Muchas evidencias fueron fortuitas
para la Justicia, entre ellas los cuadernos en lo que Centeno escribió por 10
años dónde, cuánto y de quién se recaudaba y los “vladivideos” con los que
Montesinos filmó cuánto, a cambio de qué y a quién entregaba el dinero, para
luego extorsionar a sus víctimas.
Ante tanta podredumbre
contabilizada, uno se pregunta cuál será la magnitud de toda la corrupción que
no se registra o descubre y por qué es tan desigual la lucha entre buenos y
malos. Indigna que la Justicia tenga mucho menos herramientas, recursos y
profesionales que la maquinaria de la corrupción, así como las fuerzas de
seguridad tienen menos poder de fuego que las bandas del narcotráfico y el
crimen organizado.
El agravante es que la corrupción
y el delirio de impunidad tienen muchos cómplices. Dos tipos se destacan. Uno de
origen político-cultural que surge de la polarización política. Muchos
defienden a los corruptos porque comparten su ideología o para no dar el brazo
a torcer ante el otro bando. Se sintió así con los seguidores de Boudou. Pese a
todas las evidencias, insisten en que la condena es una caza de brujas o un
tiro por elevación para coartar las aspiraciones electorales de su ex jefa,
Cristina Kirchner.
El otro cómplice del delirio
de impunidad es la ley de fueros que blinda al corrupto con un manto de
inmunidad. En países con tanta corrupción que investigar, los procesos
electorales no deberían permitir que un Presidente pueda optar por un escaño en
el Congreso en forma inmediata. Al menos deberían tener que esperar por un
período para que puedan ser investigados por cualquier sospecha. La rendición
de cuentas y la transparencia se deben imponer siempre y no ser solo promesas
de campaña o adornos en discursos inaugurales. trottiart@gmail.com
Posdata: Al cumplir ahora en
agosto 10 años de escribir cada semana en forma ininterrumpida esta columna
Mensajes y Sociedad, he decidido despedirme temporalmente para dedicarme a
otros proyectos que tengo postergados. Seguiré escribiendo, pero en otro
formato más simple, ya que no podré dejar el vicio, la disciplina, las ganas y
la estructura.
agosto 04, 2018
Intoxicados de desconfianza
Facebook los descubrió y el gobierno de EEUU los acusó. Los hackers
del gobierno ruso están tratando de influenciar las elecciones legislativas de
noviembre, así como lo hicieron en las presidenciales de 2016 y en otras votaciones
en el mundo entero.
El nuevo escándalo es mayúsculo, pero los políticos en EE.UU. y de otras
naciones no deberían rasgarse tanto las vestiduras. Todos los gobiernos y
partidos políticos en esta era digital tienen “cibertropas” que a fuerza de
mentiras, difamación y propaganda engañosa buscan captar votos a como dé lugar.
Esas reglas de juego, justificadas en elecciones y que las leyes castigan
en cualquiera otra actividad, son una de las principales fuentes de
desconfianza pública que afecta a la sociedad y a las instituciones, entre
ellas, los propios gobiernos y partidos políticos que las generan.
Lejos de desaparecer, las prácticas propagandísticas son cada vez más comunes
y sofisticadas debido a los consultores y, también, a los hackers que intentan dinamitar
los procesos. Antes, la propaganda y la información engañosa se esparcían desde
los actos de campaña y, de alguna forma, eran filtradas por los medios de
comunicación. Hoy, gracias a que las redes sociales nos han convertido en
medios, todos estamos expuestos a la manipulación directa y a potenciar el
engaño compartiendo noticias falsas por doquier.
Esta semana el Congreso de EE.UU. levantó su voz contra la industria del
internet y su permisividad ante las noticias falsas. Temen que en las próximas
elecciones legislativas de noviembre ocurra la misma invasión de trolls rusos que
en 2016. La reprimenda no fue casual. Facebook anunció que desbarató una “acción
coordinada” de propaganda rusa. Desactivó 32 cuentas y perfiles falsos que eran
usados para influenciar a miles de usuarios, hasta para empoderarlos a marchar
en contra de las policías en varias ciudades. La campaña información tóxica
tendría el mismo patrón que la de las elecciones pasadas cuando se bombardeó
con engaños a 126 millones de usuarios.
El Congreso también le reclamó mayor determinación al presidente
Donald Trump para que admita y ataque el fenómeno ruso. Pero resulta una ironía
la de buscar culpables en otro lado o de hacer responsables a Facebook y
Google, cuando las culpas también son propias. Los legisladores deberían implementar
reglas más estrictas de conducta electoral, tener mejores filtros para admitir
candidatos y exigir mayor transparencia financiera a los partidos políticos.
Ningún gobierno puede esquivar el bulto. Un nuevo estudio del
Instituto de Internet de la Universidad de Oxford demuestra que existe cada vez
mayor inclinación a la “manipulación del debate público”. Destaca que la
mayoría de estas campañas son creadas por “cibertropas” al mando de gobiernos y partidos del propio país, y no de hackers
foráneos como se denunció en el caso de Facebook, Instagram y redes de
mensajería.
El Instituto de Oxford determina que si bien los casos más notorios sobre
influencia negativa de procesos electorales fueron la votación en EE.UU y el
referéndum del Brexit en Inglaterra, ambos en 2016, la práctica de manipulación
electoral digital, a través de bots, cuentas falsas y creciente gasto de
publicidad digital, es común desde 2010 y afecta a 48 países, incluido Brasil,
que celebrará presidenciales en octubre en un clima tóxico de falsedades.
El lado positivo de estas negativas tramas rusas es que ha permitido visualizar
y calibrar el daño concreto que pueden causar la propaganda y las noticias
falsas, habiendo motivado procesos para remediar esos perjuicios, como lo
intentan Facebook, Twitter y Google.
Recobrar la confianza requerirá mayores esfuerzos. Las redes sociales
tienen mucho más por hacer para combatir la toxicidad, al tiempo que deben mantener
el equilibrio entre la censura y la libertad de expresión. Los medios deberán insistir
en la calidad de contenidos y restablecerse como relevantes en sociedades
digitales que ya los daban por muertos a corto plazo.
A los ciudadanos nos queda tomar conciencia de la alta responsabilidad
que implica el uso de redes sociales y el consumo-difusión de información. Sin
embargo, la mayor responsabilidad les cabe a los gobiernos y los partidos.
Deberían cambiar la cultura de hacer política y su conducta en procesos
electorales. trottiart@gmail.com
julio 28, 2018
Sin Periodismo, hay consecuencias
Sin contenido de buena calidad, los medios de comunicación y el
Periodismo van camino al suicidio. Y sin Periodismo las consecuencias son
letales para la sociedad y la democracia.
Arribé a esta conclusión en la conferencia SIPConnect que celebramos
esta semana en Miami. Unos 180 representantes de medios de 25 países debatimos durante
tres días sobre la transformación de los medios en la complicada era digital.
El modelo de negocios tradicional del Periodismo, basado en la publicidad y
penetración en el mercado con productos masivos a un público general, está en vías
de extinción.
La publicidad ahora es escasa y la penetración insignificante. Ya no
importa el rating, tampoco los likes, sino cuán comprometida queda una
audiencia, segmentada por género, edad, gustos, etc…, como para compartir
información, consumir publicidad personalizada y estar dispuesta a pagar por
ese contenido a través de suscripciones digitales.
Google, Facebook y otras plataformas digitales evolucionan mes a mes
con nuevos criterios, formas e incentivos para distribuir contenidos. A los
medios les resulta casi imposible mantener ese ritmo vertiginoso de cambio.
Pero tienen que intentarlo porque la tendencia es irreversible. El público consume
cada vez menos información en los soportes tradicionales, papel, televisión y
radio. Prefiere contenidos audiovisuales y consumirlos en teléfonos y otros dispositivos
móviles. Quiere, además, que esos contenidos les resulten útiles y poder
compartirlos.
En este nuevo contexto no hay otra opción para los medios que
enfocarse en crear contenidos de calidad. Sin estos no será fácil intentar
nuevos modelos de negocios por más alucinantes que sean. Sin calidad ya no
habrá Periodismo sustentable. Alex Villoch, la presidenta del Miami Herald
Media Company lo dijo sin tapujos. La transformación (digital) de su compañía
se basó en una premisa periodística de la que ahora están imbuidos todos los
periodistas. La calidad de los contenidos prevalece sobre la cantidad. Se
cambió el mantra de la primera época digital cuando se creía que la gente necesitaba
mucha información y a toda hora. En esta época hiper informativa, el público es
más selectivo, quiere contenidos diferenciados, únicos y con valor agregado.
También coincidió Carla Zanoni del Wall Street Journal, diario en cuya
redacción hay ingenieros de datos además de periodistas. Ayudan a medir los
distintos públicos, sus preferencias informativas, a qué hora del día y por qué
medios prefieren consumir, lo que contribuye a crear información personalizada
y relevante. Luis de Uriarte de Facebook dijo que el reto del Periodismo en las
redes sociales no es dar información sino historias que generen conversación y que
la gente quiera compartirlas. Facebook cambió su algoritmo para privilegiar la
calidad de los contenidos en demérito de la cantidad.
El movimiento por la calidad viene a colación de una encuesta sobre
Confianza, Medios y Democracia de Gallup y la Fundación Knight. Estableció que
el público considera que la proliferación de la mayoría de fuentes de noticias
en línea no adhiere a los estándares básicos de precisión y rigurosidad
periodística, lo que dificulta determinar qué es verdadero e importante. El
público quiere calidad.
El problema es que sin calidad no hay fortaleza económica para el Periodismo
y las consecuencias pueden ser graves, en especial cuando no se generan
contenidos incisivos e incómodos ni se crea conversación relevante.
Un estudio reciente de las universidades estadounidenses de Illinois y
de Notre Dame midió los efectos negativos que tiene el cierre de un periódico
en una comunidad. Encontró datos importantes. Sin medios o periodistas la
investigación comparativa entre varias ciudades demostró que empeoraron las finanzas
municipales, aumentó la corrupción, los funcionarios incrementaron sus sueldos
y subieron los impuestos.
Basta mirar a Venezuela, Cuba y Nicaragua o a cualquiera de las
dictaduras que le precedieron en el mundo para llegar a la misma conclusión. Lo
primero que hicieron esos regímenes para gobernar a sus anchas fue perseguir y
encarcelar periodistas, silenciar y cerrar medios de comunicación. Sin
Periodismo, la sociedad democrática está a la deriva. trottiart@gmail.com
julio 21, 2018
Nicaragua y Venezuela: la democracia como escudo
La democracia es el mejor
sistema de gobierno. Es tan bueno, que hasta los corruptos y tiranos se escudan
en ella para continuar siendo tramposos y totalitarios.
Nicaragua y Venezuela
resaltan este concepto.
Los regímenes de Daniel Ortega y Nicolás Maduro se
mantienen en el poder sin consecuencias, pese a sus abusos y excesos. Con total
impunidad persiguen y encarcelan a opositores, reprimen manifestaciones públicas,
censuran la libertad de prensa, deshacen procesos de diálogo a su antojo,
disuaden con violencia extrema, dosifican alimentos e incentivan el éxodo.
Ortega asumió su segunda presidencia
en 2007 y Maduro en 2013 como continuador de la dictadura de Hugo Chávez que
arrancó en 1999. Se vienen aferrando al poder mediante elecciones fraudulentas a
las que no permiten supervisión. Más que asumirse gobierno para administrar los
bienes de todos, siempre se arrogaron ser Estado, de ahí que les resbala el
sistema republicano que obliga a respetar el equilibrio de poderes y a las
minorías.
Si esta crisis política,
social y económica hubiera ocurrido en los 70, Ortega y Maduro ya serían
pasado. En aquellas épocas, también oscuras, los golpes de Estado primaban por
sobre los procesos electorales. Ahora, los resortes democráticos para
desembarazarse de regímenes corruptos y autoritarios son más respetuosos y
complejos. La democracia reclama métodos prolijos y transparentes, aunque no coinciden
con la preferencia de quienes sufren en carne propia a los dictadores.
Sin probabilidades de golpes
de Estado, invasiones o revoluciones internas, Ortega y Maduro acusan que cualquier
propuesta de elecciones anticipadas o de diálogo con la oposición son injerencias
a su soberanía, actos de sabotaje o terrorismo internacional.
Mientras tanto,
ganan tiempo prometiendo negociaciones y diálogos que nunca cumplen. Estos
dictadores siguen desviando la atención pese a saber que la comunidad
internacional puede vigilar situaciones internas cuando hay flagrantes
violaciones a los derechos humanos, tal lo establecido por la Declaración
Universal de los Derechos Humanos desde 1948.
Por suerte, la comunidad
internacional está ahora más proactiva que en las primeras épocas del chavismo,
cuando Chávez compraba silencios con una abultada “petrobilletera” y apalancaba
regímenes autoritarios como el de Ortega.
A las sanciones económicas e
inmigratorias que impusieron EE.UU., Canadá y la Unión Europea a funcionarios
de alto rango de ambos países, en la OEA hubo acuerdos esta semana para exigir
a Nicaragua elecciones anticipadas y el cese de la violencia que contabiliza
más de 350 asesinatos a manos de paramilitares y francotiradores
progubernamentales. Veintiún países respaldan a la oposición y a la Iglesia Católica
de Nicaragua que pidieron que Ortega se someta a elecciones el 31 de marzo de
2019, dos años antes de lo previsto.
Ante la propuesta que Ortega
difícilmente aceptará, su canciller Denis Moncada salió a la palestra acusando
que los gobiernos firmantes buscan provocar un “golpe de Estado” y la “ruptura
del orden constitucional”. La vieja fórmula de vestirse de demócrata para
denunciar que el autoritarismo es de los demás.
Sin dudas un posible acuerdo
de elecciones anticipadas descomprimiría la presión actual, aunque no ofrece
garantías de que Ortega salga de la película. Mientras mantenga las usuales prácticas
de fraude electoral y la estrategia propagandística de pan y circo que le
permitieron reelegirse con fraude masivo en 2011 y 2016, Ortega tiene todo para
seguir apoltronado en el poder.
Tanto Ortega como Maduro,
fieles discípulos del calculador Fidel Castro, saben que en plena crisis
aguantar los tiempos juega a su favor. Las carestías hacen mella en la
población y el éxodo masivo termina siendo la válvula que descomprime la
presión interna. Esta purga forzada – menos gente, menos disidentes y menos
bocas - trae alivio, al tiempo que recarga de problemas a los demás países.
Los resortes democráticos
son insuficientes ante situaciones extremas como la que viven los
nicaragüenses. El aislamiento total puede ser una solución, pero debe ser de rápida
y eficiente ejecución, de lo contrario puede terminar siendo un desgaste de
largo aliento que profundice la crisis que se quiere resolver. El embargo a
Cuba sirve de espejo. trottiart@gmail.com
julio 13, 2018
El Mundial: casualidad y causalidad en el fútbol
Los resultados positivos en
el fútbol se consiguen muchas veces por casualidad o con mucha suerte. También
suelen ser fruto de procesos, planificación o por el principio de
causalidad.
Los finalistas Francia y
Croacia conjugan esas dos variables en este Mundial. Francia llega sobrada, con
un proceso y planificación de cinco años liderado por el técnico Didier
Deschamps. Croacia llega con lo justo, entró en Rusia a los tumbos tras el
repechaje con Grecia, ahora ganó tres partidos en tiempo suplementario, dos por
el azar en los penales y con Zlatko Dalic, un técnico de solo ocho meses sin
tiempo para la planificación debida.
Los dos equipos rompen los
esquemas de quienes pensaban que Rusia sería el punto de inflexión en el cambio
del juego. Ambos estilos sobrevivirán. Los jóvenes franceses tienen esa
verticalidad ahora aplaudida y “una personalidad excelente”, según Deschamps.
Los croatas, más añejos, son de la escuela del tiki-taka y la presión, tienen
un medio campo asfixiante y llegaron a la final a puro “corazón, orgullo y
carácter”, según Dalic.
Los dos harán historia.
Francia quiere su segunda Jules Rimet y reivindicarse de la última final en la Eurocopa
perdida ante Portugal. También quiere elevar a Deschamps a la altura de Mario
Zagallo y Franz Beckenbauer, campeones mundiales como jugadores y técnicos.
Croacia tiene poco que
perder. Lo que logró ya es épico, considerando el repechaje, los tres partidos
con suplementarios y por ser la cenicienta que miraba al resto de los favoritos
desde el puesto 20 del ranking de la FIFA. Tampoco implica que la casualidad de
Croacia es la regla, es más bien la excepción. Argentina tampoco llegó con un
buen proceso, con un técnico de meses, y así le fue.
El yin yang de la casualidad
y la causalidad lo sufrieron todos los equipos alguna vez. Pero es la suerte o
la mala racha la que en algunos dispara procesos positivos. Bélgica hace 18
años tocó fondo en la Eurocopa y se levantó con un plan firme hasta ocupar el puesto
3 del ranking. No llegó a esta final por casualidad. El 7 a 1 sorpresivo en el
2014 despertó a Brasil, atrajo a Tite y de su mano, hizo una clasificación insuperable.
Tampoco llegó a destino, pero dejó en evidencia que fútbol a futuro le sobra.
Alemania y España también fueron
víctimas de resultados negativos, pero hace rato que vienen con procesos
exitosos. El hecho de que confirmaron a Joachim Löw y que la “furia roja”
contrató a Luis Enrique, demuestra que apuestan a la continuidad de los
procesos.
En otras palabras, la
causalidad, el trabajar por un efecto deseado, es más seguro y positivo que
apostar a la casualidad. Ahora bien, el buen trabajo no es garantía absoluta de
éxito, después de todo, solo puede haber un equipo campeón.
El trabajo, el esfuerzo y la
búsqueda de objetivos siempre se premian. Los buenos procesos, aunque puedan
ser interrumpidos por la mala suerte, permiten mirar hacia adelante con
optimismo. Hasta el “memizado” Neymar por pasarse tanto tiempo en el suelo, dio
vuelta la página tras la eliminación y dijo que Brasil estaba listo para Qatar.
Alemania apostó a lo mismo. Perdió como el peor, pero no hubo acusaciones; Löw
continúa, así como su plan y jugadores.
Aún a pesar de que los
sistemas sean perfectibles, se reconoce el método y la idea. En Uruguay a Oscar
Tabárez lo recibieron como a un dignatario y nombrarán una escuela en su honor.
En Perú a Ricardo Gareca le levantaron un monumento en una plaza y en Colombia
a José Pekerman lo recibieron como a un héroe de los suyos. En Inglaterra saben
que Gareth Southgate pudo desechar el lastre de la “fragilidad mental” que no
les permitía llegar a semifinales y que ahora tienen un plantel joven y un plan
para seguir soñando.
Argentina sobresale entre
los perdedores. Jorge Sampaoli es el chivo expiatorio, pero el fallo es la
falta de sistemas y continuidad, por eso el seleccionado de Messi, con cinco
técnicos en pocos años, no tuvo más opción que jugar a las casualidades. Simon
Kuper, el autor “antropólogo del fútbol”, en una columna en La Nación vaticinó que
si Argentina no cambia el rumbo y si no aceita a tiempo los procesos para su
cantera de juveniles, podría terminar como Hungría, aquel coloso del fútbol
mundial que se lo tragó la tierra. trottiart@gmail.com
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