marzo 29, 2020

El coronavirus confirma el papel de las redes sociales y el del periodismo


Es lamentable que justo en el momento que la gente está emigrando de las redes sociales y abrazando a los medios de comunicación para informarse, esa apuesta a la credibilidad y confianza está en peligro debido a que la pandemia está agudizando los graves problemas económicos que la prensa viene arrastrando desde hace 15 años.

Si bien el público gasta gran porcentaje de tiempo en las redes sociales, en especial en épocas de #quédateencasa, cada vez más está escogiendo leer información en los sitios de noticias tradicionales. Así lo reflejan encuestas como varias que se acaban de hacer en el Reino Unido.

La credibilidad es la gran diferencia. La gente está empezando a usar las redes sociales para lo que verdaderamente fueron creadas, lugar de encuentros y conexión. Pero está usando a los medios para lo que verdaderamente fueron creados, informarse.

Claro que hay medios y medios, y periodistas y periodistas, como tienen todas las profesiones en la viña del Señor. La pandemia no ha convertido a nadie, solamente ha potenciado las virtudes y los defectos. Los medios sensacionalistas lo son aún más y los ecuánimes siguen apostando a mejorar su calidad.

Lamentablemente el reencuentro del público con la credibilidad no es todo buena noticia. En todos los países la drástica merma de los ingresos publicitarios está reduciendo operaciones. Muchos medios impresos han tenido que dejar de imprimir ejemplares, como en Chile y Bolivia, debido alto costo de impresión y solo se publican en internet. La televisión, la radio y los medios nativos digitales también han sido afectados. Sin los ingresos publicitarios de antaño, ahora se hace cada vez más difícil mantener a periodistas y empleados. Todo queda reducido a una fórmula que agrava el desastre financiero que se venía arrastrando: menos periodistas sinónimo de menos calidad, y sin calidad la credibilidad decrece.

Los meses posteriores a la pandemia serán esenciales para la redefinición de los medios, el papel del periodismo y el de las redes sociales. (Continuará).
  


marzo 25, 2020

Papel higiénico, armas y Wall Street



Pese a la tragedia por el coronavirus y sus víctimas, estas son mejores épocas, que cuando el mundo, con menos salud pública, salubridad, conciencia y comunicación se debatía entre la vida y la muerte por la peste bubónica, la amarilla, la española, entres tantas otras.

Son mejores épocas económicas también, pese a la malaria financiera que el coronavirus nos atrajo porque hemos perdido el trabajo o lo estamos a punto de perder y porque la mayoría de las empresas andan tambaleándose debido a las medidas de cuarentena. Mejor época porque esta crisis económica no es la misma que la del 2008, las del 2001, del 87 o la gran depresión del 29, donde las causas eran económicas.

Esto, claro, no exonera a los economistas y financistas actuales, que siendo de los mejores preparados del mundo y quienes siempre nos aconsejan para nuestra estabilidad futura, su inestabilidad emocional agrava la crisis en la que vivimos. De ahí que en menos de cinco semanas, Wall Street parece montado en la Montaña del Espacio de Disneyworld, subiendo y bajando con vértigo y a oscuras. Ya Wall Street y el sistema bancario nos robaron los sueños en el 2008 y si siguen así los tendremos que condenar por robarnos en esta pandemia. Pregunto: ¿No podrá cerrarse Wall Street y las demás bolsas cuando existen estados de emergencia? ¡Que tengan también cuarentena! Sería más saludable. Ya está visto que no basta con los breakers cuando las acciones caen por el piso o se levantan por las nubes.

La escasez de papel higiénico o de alcohol sanitario no es síntoma de mal comportamiento social. Es solo un corolario de economía social sobre los principios económicos de la escasez, una acción psicológica de autoprotección, justificable. Aquí en Miami, tierra de huracanes, todos los años nos enfrentamos a esta escasez cada vez que los vientos se arremolinan en el Atlántico. La escasez estacional forma parte de nuestra cultura.

Lo que preocupa en estas circunstancias son los que el sarcástico y agudo columnista de Clarín, Alejandro Borensztein bien denomina los “peolutudos” que desnudó el coronavirus. Los hay en todos lados, como aquellos que toman la cuarentena para irse de vacaciones, los jóvenes que se creen inmunes y no entienden que el problema no es que tan solo que no se contagien, sino que contagien. En fin, las últimas dos columnas de Borensztein resumen la pelotudez humana y muestra la más peligrosa de todas las epidemias, la de los “pelotudos célebres” que se sienten por arriba de cualquier condición humana, inmunes a la ley.

Con el coronavirus afloran o se potencian actitudes impensadas. Lo del papel higiénico, vaya y pase, pero hay otras cosas de las que preocuparse cuando uno observa actitudes raras en las redes sociales, como la de aquellos que difunden desprevenidos (o con intención) ridículas fórmulas y remedios que pululan en las redes sociales, como las sandeces dictador Maduro que pide combatir el coronavirus con limonada tibia, ajo y pimienta negra, o los que se pliegan a las fábulas y teorías de la conspiración y creen que la vacuna o el próximo antiviral antídoto servirá para someternos a todos.

Preocupa aún más, algunas actitudes de autoprotección al mejor estilo farwest. Aquí en área metropolitana de Miami, un informe de hoy del Miami Herald recoge que las ventas de armas se han disparado en un 80% en estas últimas semanas. Y en un país en el que todos los años hay más de 10 balaceras masivas mortales, y la tenencia de armas sigue siendo un debate legal inconcluso, uno no quiere imaginar si alguno de los calificados por Borensztein va a un supermercado, arma en mano, a buscar el artículo más preciado por todos.         

Comparto este enlace del Financial Times https://www.ft.com/content/19d90308-6858-11ea-a3c9-1fe6fedcca75, un artículo sensacional del escritor israelí que ojalá puedan leer. Habla sobre cómo los gobiernos y los ciudadanos habremos cambiado nuestras formas de vivir y nuestras actitudes después de que termine esta pandemia. Plantea un buen dilema y lo desgrana: “En este momento de crisis, enfrentamos dos opciones particularmente importantes. El primero es entre la vigilancia totalitaria y el empoderamiento ciudadano. El segundo es entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global”.


marzo 24, 2020

Responsabilidad ante el coronavirus: tener dirigentes políticos íntegros



Los dirigentes políticos de todas las latitudes desnudan sus capacidades de liderazgo ante situaciones límites, como en esta pandemia del coronavirus. Uno puede observar que hay de todos los colores. Muchos buenos que se adelantan a las consecuencias y las capean, otros mojigatos que se atemorizan y esconden la cabeza y algunos incorregibles que niegan los problemas y esconden las consecuencias.

Un ejemplo sórdido lo representó el presidente Manuel López Obrador que, desafiante, invitó a los mexicanos a salir a las calles y poblar los restaurantes en medio de la cuarentena sin precedentes en el mundo. Y a esta lista sumemos a Trump, Bolsonaro, Maduro, Piñera, Fernández, Díaz Canel, Trudeau, Bukele, Moreno – a los que hay que sumar intendentes o alcaldes de ciudades, gobernadores y legisladores - y veremos cómo, sin distinción de ideologías o colores, a cada uno le podemos achacar defectos y virtudes ante la pandemia y, sobre todo, un alto grado de arrebatos, manotones de ahogado y pusilanimidad que desnudan muchas de sus falencias y falta de preparación para el puesto encomendado.

Nada nuevo por supuesto, pero la pandemia desnuda todos los defectos o potencia los que arrastraban en épocas normales en un período de tiempo muy concentrado.  

Por eso vale la pregunta que muchas veces planteé en mi columna respecto a la corrupción o la falta de liderazgo ante las consecuencias del cambio climático. ¿Debieran quienes se quieren presentar a cargos políticos estar certificados por una especie de colegio profesional como deben hacer otros profesionales como los arquitectos, abogados, médicos? ¿Debieran los particos políticos tener filtros para que los futuros dirigentes pasen por pruebas de antecedentes penales como piden los colegios de abogados o firmar algún juramento de integridad y servicio como los médicos lo hacen mediante el juramento hipocrático?

Por supuesto que esto no incluye el tema de un grado académico porque ellos sería discriminar contra el derecho civil de cualquier ciudadano que busca hacer una diferencia. Pero también estos dirigentes deberían pasar un test de honestidad, integridad y ser educados con cursos de liderazgo, estrategias, convivencia política, etc…

La responsabilidad de dirigir a millones de personas no debería estar solo sujeto al deseo o las maniobras de la politiquería, sino que ese deseo y vocación de servicio social deben estar acompañados de una gran responsabilidad y preparación que se acumula con tiempo y no en la espontaneidad. Ningún soldado llega a general de la noche a la mañana, así como ningún operador de maquinaria pesada llega sin permiso de conducir.

Esta pandemia también desnuda mucho cómo somos los ciudadanos y cómo nos comportamos y, en mi caso, cómo somos los periodistas. Pero todo esto queda para comentar en otros días.

A Nobel for Infantino

The Nobel Prize Committee has decided that Gianni Infantino will receive the next Nobel Peace Prize because—apparently—soccer is synonymous ...