junio 29, 2015

La tecnología: presiones y desafíos

No es fácil tener un medio de comunicación. Hay que sobrevivir a tres tipos de presiones muy agresivas: Política, violencia y digitalización.

Las presiones que plantean los gobiernos y la violencia provocada por grupos mafiosos, entre ellos los narcotraficantes, son ajenas a los medios y, por ende,  incontrolables. Sin embargo, operar en un contexto digital y hacerlo en forma eficiente, es un desafío que depende enteramente del medio.

Adaptarse de una forma rápida y eficiente a la nueva era digital es cuestión de sobrevivencia. Esto no es sólo válido para los medios; todas las industrias, de una u otra manera, están desafiadas por el nuevo contexto tecnológico. Uber le ha movido los cimientos a las empresas de taxis y Airbnb, sin tener un solo hotel, tiene mayor valor que la cadena Hilton que administra más de 14 mil hoteles en todo el mundo.

Es indudable que la tecnología está jugando un papel cada vez más importante en nuestras vidas y en la economía. Whatsapp le ha derrumbado el negocio de los mensajes de texto a las telefónicas, Skype ¡ni hablar! y Facebook, sin vender otra cosa que “likes” y publicidad alcanzó esta semana 236 mil millones de dólares, superando el valor de Walmart, la décima compañía más grande del planeta.

Pocas empresas y medios están adoptando nuevos modelos de negocios que exige el nuevo ecosistema tecnológico. En una conferencia hemisférica de la Sociedad Interamericana de Prensa que concluyó este viernes, con unos 200 ejecutivos de medios de las tres Américas y Europa, junto a funcionarios de Google y Facebook, tratamos de descifrar modelos de negocios que funcionen.

Pese al pesimismo de algunos, la mayoría no ve a la tecnología como un problema, sino como una gran oportunidad. Ya es irrelevante aquella pregunta si se acabará el diario en papel o si YouTube matará a la televisión como la percibimos hoy. Lo importante es que la esencia de los medios, noticias y contenidos, siguen siendo la esencia, aunque hay que aprender a ser más eficiente con las plataformas digitales para llegar a las audiencias. De la misma forma que Netflix no modificó el contenido de las películas, sino la forma en que las alquilamos y consumimos.

El problema de esta época es que no hay un modelo definido que sirva a todos por igual; el negocio está supeditado a la audiencia a la que se sirve. Pro supuesto que hay denominadores comunes y tendencias. La gente prefiere contenidos audiovisuales más que palabras y audio, y consumirlos desde sus teléfonos celulares, no en sus computadoras o medios tradicionales. Nuevos estudios calculan que en tres años, los videos conformarán el 80% del contenido que se trafica y consume en internet, mientras que las redes sociales y la interactividad se intensificarán.

Los medios deben prestar atención a esas tendencias. Ya no pueden pensar en el modelo tradicional de vender publicidad para subsistir o creer que la publicidad digital les salvará. Ni está sucediendo ni sucederá. Tampoco vender contenido se apunta como relevante, ante unas audiencias acostumbradas a la gratuidad de los contenidos.

El nuevo ecosistema exige mayor creatividad. Conocimiento de la audiencia, bancos de datos superlativos, organizar eventos y el e-commerce se consideran modos más eficientes para generar ingresos y monetizar. Para ello los medios tienen que invertir en nuevo personal, joven, creativo y con mayor cultura digital.

Sin embargo, pese a esta nueva realidad, se comprende que la tecnología es solo una plataforma para potenciar el negocio periodístico, pero no puede reemplazar la forma en que se hace periodismo, aunque los robots y algoritmos estén haciendo noticias y contenido a la velocidad de la luz y con calidad, como muestra la revista Forbes.

La esencia del periodismo sigue siendo investigar, fiscalizar a los poderes y contar historias relevantes. Las amenazas que plantean Facebook y Google, es al negocio de distribución y consumo de noticias, pero no a su esencia. La gente sigue detrás de las marcas periodísticas en busca de calidad y confianza.

El desafío, empero, es que los medios deben ser tan eficientes en cuanto a calidad del contenido como en sus modelos de negocio. Deben adaptarse y cambiar. Es la mejor alternativa para sobrevivir. 

junio 23, 2015

Patas largas y propaganda

Al contrario de lo que dice el dicho, en la política la mentira tiene patas largas y, peor aún, no tiene consecuencias. Pero cuando pudiera tenerlas, los gobiernos se apuran a neutralizarlas con más propaganda.

La más descarada fue la de Cristina Kirchner. Anunció que en Argentina la pobreza es del 5%; cifra irrisoria si se la compara con el 40% al que la sitúa un informe reciente de la Universidad Católica Argentina.

Sin vergüenza a la ridiculez, la Presidenta, que emula a Hugo Chávez con tal de ser foco de atención permanente, contrarrestó con anuncios rimbombantes las comparaciones sobre el nivel de vida entre argentinos y alemanes. Aumentó un 30% las asignaciones familiares y el presupuesto de Fútbol para Todos que tiene ahora más dinero que la Secretaría de Cultura. Pan y circo.

La mentira pulula entre los gobiernos y es tema central de “Alabado Sea”, la primera encíclica del papa Francisco sobre la contaminación de la “casa común”. Francisco responsabiliza a los políticos y compañías por “enmascarar” los problemas ambientales, mentir y “manipular la información”, favoreciendo sus intereses por sobre el bien común.

Los ricos, señaló, son más responsables. El sayo le cabe, entre otros, a  Barack Obama. Pese a declamar buenos deseos ambientales, duplicó la explotación de energías fósiles, un atajo oscuro para sanear la economía.

La falta de transparencia atraviesa todo color y nivel de gobierno. Desde el espionaje a ciudadanos que denunció Edward Snowden, a las mentiras de Michel Bachelet para encubrir a su hijo o la propaganda del nicaragüense Daniel Ortega, que cada vez que sus familiares se quedan con un nuevo negocio, ya sea una televisora, una finca o una generadora de electricidad, desvía la atención aumentando los beneficios de los programas Hambre y Usura Cero. Combinación perfecta de nepotismo y clientelismo, adobado con propaganda de alto calibre.

Enmascarar la información, como señala el Papa, es habitual en el gobierno del ecuatoriano Rafael Correa. Su última ficha la consumó esta semana. Logró que un juez adicto a su gobierno, Patricio Pazmiño, sea elegido a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, una institución a la que le declaró la guerra y a la que quiere desaparecer, según sus propias palabras.

Después de una dura batalla mediática en contra del Sistema Interamericano, al que no pudo doblegar, el presidente Correa se apersonó ante la sede de la Corte en Costa Rica y le donó un millón de dólares. A todas luces, se leyó como un soborno político con la intención de comprar un asiento en el tribunal para alcanzar su objetivo de desmantelar el Sistema y para neutralizar cualquier sentencia en su contra, especialmente aquellas sobre causas medioambientales.

Como caballo de Troya, Pazmiño tiene su símil en el juez Eugenio Zaffaroni que el gobierno argentino también logró meter en la Corte. Ambos magistrados, politizados y distantes a la imparcialidad que el cargo requiere, posiblemente seguirán respondiendo a sus gobiernos más que a la Justicia.

La auto alabanza de Cristina y Nicolás Maduro tras recibir un premio de la FAO por la lucha contra el hambre con el que habían galardonado a medio mundo, demuestra que la propaganda es una gran aliada del poder político, por lo que no pueden soslayarse sus efectos y beneficios. Las mentiras repetidas mil veces suelen convertirse en verdades, sostenía Gobbels, el arquitecto del nazismo.

Un estudio divulgado esta semana por la Universidad de California sobre el régimen de Hitler, reveló que la propaganda y la intervención política fueron muy útiles para tapar la realidad y modificar las creencias de la población, especialmente por lo que se inculcó a través de los sistemas educativos y de las organizaciones juveniles.

El problema para los gobiernos es cuando no tienen dinero para gastar en propaganda como los casos de Guatemala y Honduras. Ahí se observa cómo las mentiras tienen patas cortas, como bien reza el dicho, algo que quedó en evidencia con las recientes protestas convocadas en las redes sociales que derivaron en la renuncia de Rosana Baldetti, vicepresidenta guatemalteca.

Por todo esto, la fórmula para detectar cuán corrupto y mentiroso es un gobierno no es nada difícil: Es suficiente con constatar cuán elevado es su gasto en propaganda y autobombo. 

junio 15, 2015

Fútbol, revancha, consuelo y distracciones

Es verdad que el fútbol da revancha. Ese es el sentimiento de varias selecciones latinoamericanas que participan en la Copa América de Chile después de fracasar en el último Mundial de Brasil. Para las favoritas, sin embargo, levantar el trofeo será premio consuelo.

Argentina quiere olvidar que dejó escapar su tercera estrella mundial en el Maracaná; Brasil necesita despejar los fantasmas del 7 a 1 en el Mineirao; Colombia pretende demostrar que su fútbol no es casualidad y Chile codicia, ahora o nunca, su primera Copa relevante sacando pecho de local.

A diferencia de los Mundiales, esos agujeros negros que consumen y paralizan toda la realidad del globo y que hacen que “la mano de Dios”, el cabezazo de Zidane o el mordisco de Suárez sean más trascendentes que un tsunami o un terremoto, la Copa América no tiene ese poder para distraer y tapar la corrupción que envuelve al fútbol y a los países que se dan cita.

Este torneo no tiene la fuerza para que el escándalo FIFA pase desapercibido, menos con asociaciones nacionales tan comprometidas con la corrupción como las de Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela, países que puntean en la lista de  dirigentes y empresarios detenidos por soborno, extorsión y lavado de dinero.

Tampoco esta Copa es tan potente para que las poblaciones se distraigan de sus pesares. El anfitrión Chile, hasta hace poco considerado el país menos corrupto de América Latina, todavía no puede salir de una espiral de podredumbre y beneficios que involucraron al hijo de la Presidenta, a todos los partidos políticos y que obligó a Michel Bachelet a cambiar todo su gabinete.

Dilma Rousseff viene haciendo malabares y lamentando que algunos de sus ministros terminen en la cárcel por desfalco de las arcas públicas. Cristina Kirchner sigue  escapando de acusaciones por malversación, distrayendo con visitas al papa Francisco y dando índices de pobreza menores a los de Alemania y Dinamarca. Y el régimen de Nicolás Maduro sigue consolidándose con autoritarismo, escasez e inflación, además de seguir con su perorata de acusar al imperio por inventar que su presidente del Congreso, Diosdado Cabello, es el jefe narco del Cartel de los Soles.

A la FIFA y a varios gobiernos le fascinaría que este torneo aporte el pan y circo acostumbrado. Pero esta vez no funcionará. Es que la corrupción es epidemia en América Latina y el escándalo FIFA es muy reciente, grande e inolvidable. Además, la institución tiene más flancos débiles. Ahora se le sumaron las críticas por discriminación contra las mujeres, después de que exigió pruebas de género para los países que participan del Mundial Femenino que se juega actualmente en Toronto, como si se tratara de simples controles antidoping. Las mujeres tampoco le perdonan que las discriminen sobre el juego de hombres, haciéndolas jugar sobre césped sintético como aprendices de balón.

La FIFA también tendrá que cambiar sus políticas sobre derechos televisivos del fútbol femenino, ya que la escasa divulgación no está incentivando esta disciplina en todo el mundo, como es potencia en EEUU, Alemania y Noruega. El tema es relevante en un contexto más amplio. En EEUU, un estudio de la Universidad del Sur de California demostró que el deporte femenino solo tuvo un 3.2% de exposición televisiva, porcentaje incluso inferior al 5% registrado en 1989.

Pese a los problemas, esta Copa América tiene varios retos, entre ellos, el de ratificar que los mejores futbolistas están de este lado del mundo y que Chile, Ecuador y Venezuela deben comenzar ya su carrera por los títulos detrás de los 15 y 14 que Uruguay y Argentina obtuvieron de los 43 disputados desde 1917. Sin embargo, el desafío mayor tiene que ver con la globalización y las expectativas. Es que la gente se acostumbró a la calidad del fútbol de equipos, como los del Barcelona, Real Madrid, Manchester City, PSG o el Borussia Dortmund, y espera que el juego de seleccionados esté a la altura.

Si los equipos y las individualidades no dan la talla, si el Messi argentino no juega como el Messi catalán, si Neymar y Alexis no hacen piruetas y golazos, si Falcao y James no la embocan desde fuera del área y si Vidal y Alves no quedan entre los mejores del torneo, la Copa será para olvidar o solo servirá como puesta a punto para las eliminatorias de Rusia 2018. 

junio 08, 2015

La FIFA y los soplones

Se sabía que la onda expansiva del escándalo FIFA alcanzaría a muchos. No fue sorpresa la renuncia de Joseph Blatter cuatro días después de ser elegido, que el FBI investigue la elección de Rusia y Qatar como próximas sedes mundialistas o que Irlanda recibiera cinco millones de dólares para no demandar por la “mano de Henry” que la dejó fuera del Mundial de Sudáfrica.

Tampoco asombra que Nicolás Maduro después de proponer a Diego Maradona como presidente FIFA allanara la Federación Venezolana de Fútbol, mientras días antes denunciaba que la batahola era una fabulación del gobierno de Barack Obama para quedarse con la organización del fútbol global; o que el trinitario Jack Warner, ex presidente de la FIFA y procesado por corrupción, acusara a Blatter hasta de haber interferido en las elecciones de su país.

Las denuncias inverosímiles continuarán apareciendo, toda vez que la Justicia se siga beneficiando de los soplones que están delatando a sus compadres y compinches a cambio de salvoconductos y reducción de penas. En este chantaje legal en busca de la verdad, la Justicia está logrando desbaratar los embrollos de una organización que vivía por arriba de la ley, que amenazaba a los gobiernos de expulsarlos del fútbol si se atrevían a investigar la conducta de las asociaciones locales.

La renuncia de Blatter no fue sorpresiva. Quizás obedeció a confesiones de los ya sentenciados, el estadounidense Chuck Blazer y el brasileño José Hawilla, quienes denunciaron que el segundo de Blatter, el secretario general,  Jérome Valcke, manejó 10 millones en sobornos. Blatter no podía obviar esos hechos y entre la espada y la pared, tuvo que renunciar. Además, solo contaba con el apoyo de federaciones débiles, como las de África, Asia y Oceanía, pero no de las más influyentes, la europea UEFA y la sudamericana Conmebol, que se repartieron todas las copas desde el Mundial de Uruguay de 1930.

Es probable que ahora, con mayor libertad y para evitar un proceso largo, lento y doloroso, Blatter se convierta también en un soplón al servicio del FBI y de la fiscal general estadounidense Loretta Lynch. Más cabezas rodarán.

Los soplones siempre han pasado de villanos a auxiliares de la Justicia. Si lo sabrá Maduro, cuyo segundo de abordo, el presidente de la Asamblea Legislativa venezolana, Diosdado Cabello, fue acusado de ser el jefe del Cartel de los Soles, un grupo de militares jerárquicos que usan su inmunidad para traficar drogas. Aunque Maduro lo niegue, las evidencias están ahí, especialmente las que aportó a la Fiscalía estadounidense el ex custodio de Cabello, Leamsy Salazar, delator y arrepentido.

No todos los soplones le juegan buenas pasadas al gobierno estadounidense. El más grande de la historia ni siquiera es “garganta profunda”, el que deschavó la conspiración y espionaje del presidente Richard Nixon, sino Edward Snowden que en 2013 se escapó de la Agencia Nacional de Seguridad (ANS) revelando un oscuro ensamblaje de escuchas ilícitas para espiar a los ciudadanos y extranjeros a través del teléfono y el internet.

Más allá de las intenciones de estos soplones, lo cierto es que provocaron cosas buenas. Nixon tuvo que renunciar a la Presidencia y esta semana, debido a Snowden, Obama rubricó una ley que pone límites a la ANS para que no pueda espiar sin orden judicial, enfatizando que la lucha contra el terrorismo no puede imponerse por sobre los derechos civiles más elementales, como el derecho a la privacidad.

La trama de este escándalo es tan rica que ni la ficción la pudo imaginar. Pasiones Unidas, la película sobre la FIFA que esta semana debutó en los cines, quedó muy lejos de la realidad. Pintó a un Blatter paladín anti corrupción, aunque en el guion se deslizó una frase que lo compromete tras cerrar un jugoso acuerdo con Adidas: “Es muy bueno encontrando dinero” dice alguien. Es evidente que en la ficción y la realidad, Blatter no es el ingenuo que trata de simular.

La esperanza para el saneamiento del fútbol es que para las elecciones de diciembre próximo aparezcan candidatos estilo papa Francisco. Cuando este entró al Vaticano, para barrer la escoria del templo usó una escoba con tres elementos: Abrió las puertas para que la justicia ordinaria haga su trabajo, impuso una alta dosis de transparencia y ejemplificó con austeridad. 

A Nobel for Infantino

The Nobel Prize Committee has decided that Gianni Infantino will receive the next Nobel Peace Prize because—apparently—soccer is synonymous ...