Creo que el 2009 quedará registrado en la historia argentina como el peor año de la década en materia de libertad de prensa, no por la sanción de una ley que en apariencias podría afectar intereses periodísticos, sino por una marcada actitud revanchista que el gobierno central ha venido demostrando en forma persistente en contra de una garantía constitucional esencial: el derecho de todos a recibir y difundir información sin cortapisas.
A veces obnubilado por ideologías o por la propaganda gubernamental, el ciudadano común tal vez no comprenda a plenitud la importancia del ambiente irrestricto y libertario que es necesario para que la prensa ejerza la labor fiscalizadora sobre los poderes públicos y privados, una tarea de contrapoder e investigación que saca a la luz aspectos que muchos quisieran que permanezcan oscuros.
El belicista lema gubernamental de “la madre de todas las batallas”, como se calificó desde la Casa Rosada a la negociación para sancionar la ley de Servicios Audiovisuales, es evidencia contundente sobre la actitud hostil que el gobierno nacional tiene contra quienes disienten, opinan o critican, similar a la que existe en países de sesgo antidemocrático, como Venezuela.
Por supuesto que los periodistas cometen abusos, pero deben ser sancionados con las leyes y códigos comunes, sin crear estándares especiales y discriminatorios al amparo de los que señalan los artículos 14 y 32 de la Constitución. En realidad, lo que un gobierno está obligado en materia de medios, es generar un clima de libertad, pluralidad y diversidad, tres aspectos que, aunque declamados, están ausentes en la operatividad de la legislación aprobada.
Pero el reproche al gobierno nacional no debe quedar solo por la sanción de una ley polémica, sino en la conducta antagonista generalizada que mantiene contra la libertad de prensa. Utiliza los dineros de todos los argentinos para premiar o castigar con publicidad gubernamental a medios “amigos” y “enemigos” o para comprar medios destinados a engrosar las filas de los aliados del oficialismo; manipula los servicios de inteligencia del Estado para espiar a medios y periodistas; organiza campañas públicas de desprestigio y utiliza turbas pagadas para restringir la distribución de los periódicos; mantiene una diatriba constante contra los periodistas en actos públicos, pero se niega a promover una ley de acceso a la información para hacer del Estado, del gobierno y sus cuentas un ejercicio más transparente y, entre otras cosas, miente sobre la equidad de repartir licencias por igual entre medios públicos, privados y comunitarios, cuando se sabe que ante la falta de cultura pública, lo que hace es crear un mega conglomerado de medios gubernamentales en detrimento de la propiedad privada.
El populista gobierno nacional, que utiliza estratégicamente el “pan y circo” (o el fútbol televisado) para contentar a las masas, reprueba cualquier examen en materia de libertad de prensa y otras virtudes democráticas, debido a su vocación intolerante con el que incentiva un clima de polarización viciosa, donde lo único que crece es la pobreza de las ideas.
Tras la publicación de esta novela que trata sobre la IA y la ética de la verdad y la libertad —se puede adquirir en Amazon—, estoy escribiendo el segundo libro de la trilogía Robots con Alma, sobre la creatividad. Blog por Ricardo Trotti
diciembre 20, 2009
diciembre 19, 2009
Derechos y humanos
Los gobiernos reaccionan a la defensiva cuando se les acusa de violar o tolerar las violaciones a los derechos humanos, empleando el cinismo y el sarcasmo como sus mejores armas para desacreditar a los interlocutores.
Maestro de esta modalidad fue el dictador argentino Jorge Videla, quien en los años 70 acuñó el slogan “los argentinos somos derechos y humanos”, buscando neutralizar denuncias sobre torturas y desapariciones de la dictadura militar que, socarronamente, atribuía a una “campaña anti argentina”.
La conducta Videla sobrepasa épocas e ideologías. Los militares centroamericanos niegan todavía las miles de ejecuciones extrajudiciales durante décadas pasadas, así como los del Cono Sur reniegan que haya existido una Operación Cóndor como una forma de erradicación ideológica.
Hoy, Cuba y Venezuela, con presos políticos por doquier y atropello constante a sus disidentes, ni siquiera permiten la entrada de veedores internacionales para investigar violaciones; mientras Colombia acepta a regañadientes el escándalo de los “falsos positivos”, permitiendo a militares dibujar éxitos y conseguir ascensos al disfrazar y contabilizar víctimas civiles como guerrilleros.
Por su naturaleza, las fuerzas de seguridad suelen involucrarse en abusos y arbitrariedades. Esta semana, en informes que coincidieron con el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW) denunciaron que en México y Brasil, respectivamente, la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado ha degenerado en serias violaciones cometidas por militares y policías.
Por supuesto que los gobiernos descartaron las denuncias. Con sorna, el presidente Felipe Calderón calificó de “voces ingenuas” al informe de AI, diciendo que la criminalidad no desaparecerá por “arte de magia”, convencido que los 50 mil soldados desplegados es respuesta adecuada al narcotráfico. Sin embargo, AI no descalificó a los militares, sino que resaltó sus violaciones, a las que tildó de “escandalosas” y cada vez más “frecuentes”, basándose en cifras de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que desde 2008 recibió dos mil quejas contra militares, de las cuales el ejército investigó 110, acusando sólo a seis de sus miembros.
Es posible que el ejército sea la única solución para temas de seguridad, ante una policía demasiado vulnerable a la corrupción y al narcotráfico, pero ello no justifica abusos o que la fuerza de 6.500 soldados destacados en las violentas Ciudad Juárez y Tijuana, ofrezca poca protección como denuncian sus pobladores, sino mayores atropellos e injusticias.
Los críticos aducen que los militares son proclives al uso desproporcionado de la fuerza y prefieren a los policías, cuya vocación se enfoca en la prevención. Pero no es así en muchas ciudades latinoamericanas, donde la policía está desacreditada y sospechada de ser foco de inseguridad.
El informe de HRW sobre Brasil es espeluznante. Demuestra que cada año las policías de Río y San Pablo cometen más de mil ejecuciones extrajudiciales - sus propios “falsos positivos” – y estas víctimas son contabilizadas como parte de enfrentamientos o por resistencia al arresto. Estadísticas oficiales muestran que la policía de Río asesina a una persona cada 23 arrestos, la de San Pablo a una cada 348; cifras incontrastables con las de EEUU, donde se registra una muerte cada 37.000 detenciones.
Los escuadrones de la muerte pululan donde la justicia no logra revertir la impunidad. En Venezuela se calcula que existen en varios estados y que son responsables de las 7.000 ejecuciones entre los años 2000 y 2007, un 20% de los cuales, según el ministro del Interior, Tarel El Aissami, son responsabilidad de policías. Esto ha justificado la decisión del presidente Hugo Chávez de crear una fuerza revolucionaria que, por sus fines ideológicos, seguramente pronto entrará en un espiral de abusos.
El panorama es aún más desalentador cuando el propio Estado es el que genera miedo entre la población que prefiere callar sus denuncias para evitar represalias, como reclaman brasileños y mexicanos.
La cultura laxa y defensiva de los gobiernos, y su vocación perpetua a desoír las denuncias, ha permitido que la gente pierda confianza en las instituciones. Hasta que no se perciba que los gobiernos están dispuestos a combatir el propio terrorismo de Estado, ningún slogan, por más llamativo que sea, convencerá a nadie de que somos “derechos y humanos”.
Maestro de esta modalidad fue el dictador argentino Jorge Videla, quien en los años 70 acuñó el slogan “los argentinos somos derechos y humanos”, buscando neutralizar denuncias sobre torturas y desapariciones de la dictadura militar que, socarronamente, atribuía a una “campaña anti argentina”.
La conducta Videla sobrepasa épocas e ideologías. Los militares centroamericanos niegan todavía las miles de ejecuciones extrajudiciales durante décadas pasadas, así como los del Cono Sur reniegan que haya existido una Operación Cóndor como una forma de erradicación ideológica.
Hoy, Cuba y Venezuela, con presos políticos por doquier y atropello constante a sus disidentes, ni siquiera permiten la entrada de veedores internacionales para investigar violaciones; mientras Colombia acepta a regañadientes el escándalo de los “falsos positivos”, permitiendo a militares dibujar éxitos y conseguir ascensos al disfrazar y contabilizar víctimas civiles como guerrilleros.
Por su naturaleza, las fuerzas de seguridad suelen involucrarse en abusos y arbitrariedades. Esta semana, en informes que coincidieron con el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW) denunciaron que en México y Brasil, respectivamente, la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado ha degenerado en serias violaciones cometidas por militares y policías.
Por supuesto que los gobiernos descartaron las denuncias. Con sorna, el presidente Felipe Calderón calificó de “voces ingenuas” al informe de AI, diciendo que la criminalidad no desaparecerá por “arte de magia”, convencido que los 50 mil soldados desplegados es respuesta adecuada al narcotráfico. Sin embargo, AI no descalificó a los militares, sino que resaltó sus violaciones, a las que tildó de “escandalosas” y cada vez más “frecuentes”, basándose en cifras de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos que desde 2008 recibió dos mil quejas contra militares, de las cuales el ejército investigó 110, acusando sólo a seis de sus miembros.
Es posible que el ejército sea la única solución para temas de seguridad, ante una policía demasiado vulnerable a la corrupción y al narcotráfico, pero ello no justifica abusos o que la fuerza de 6.500 soldados destacados en las violentas Ciudad Juárez y Tijuana, ofrezca poca protección como denuncian sus pobladores, sino mayores atropellos e injusticias.
Los críticos aducen que los militares son proclives al uso desproporcionado de la fuerza y prefieren a los policías, cuya vocación se enfoca en la prevención. Pero no es así en muchas ciudades latinoamericanas, donde la policía está desacreditada y sospechada de ser foco de inseguridad.
El informe de HRW sobre Brasil es espeluznante. Demuestra que cada año las policías de Río y San Pablo cometen más de mil ejecuciones extrajudiciales - sus propios “falsos positivos” – y estas víctimas son contabilizadas como parte de enfrentamientos o por resistencia al arresto. Estadísticas oficiales muestran que la policía de Río asesina a una persona cada 23 arrestos, la de San Pablo a una cada 348; cifras incontrastables con las de EEUU, donde se registra una muerte cada 37.000 detenciones.
Los escuadrones de la muerte pululan donde la justicia no logra revertir la impunidad. En Venezuela se calcula que existen en varios estados y que son responsables de las 7.000 ejecuciones entre los años 2000 y 2007, un 20% de los cuales, según el ministro del Interior, Tarel El Aissami, son responsabilidad de policías. Esto ha justificado la decisión del presidente Hugo Chávez de crear una fuerza revolucionaria que, por sus fines ideológicos, seguramente pronto entrará en un espiral de abusos.
El panorama es aún más desalentador cuando el propio Estado es el que genera miedo entre la población que prefiere callar sus denuncias para evitar represalias, como reclaman brasileños y mexicanos.
La cultura laxa y defensiva de los gobiernos, y su vocación perpetua a desoír las denuncias, ha permitido que la gente pierda confianza en las instituciones. Hasta que no se perciba que los gobiernos están dispuestos a combatir el propio terrorismo de Estado, ningún slogan, por más llamativo que sea, convencerá a nadie de que somos “derechos y humanos”.
Meryl Sreep y los Golden Globes
Me fascina el cine, pero no voy mucho al cine. Con mi esposa preferimos alquilar películas y por eso siempre a destiempo descubro films, actrices y actores descollantes, así como dvd que engrosan la hoguera del olvido.
Aunque desfasado siempre llego bien para la época de los Oscar y los Golden Globe. Anoche vimos “Julie & Julia” con Meryl Streep quien este año fue nominada por dos películas como mejor actriz. Esta es una fascinante historia de vidas paralelas y en tiempos diferentes entre el gran emblema de la cocina estadounidense, Julia Child, y una bloguera que con menos capacidad, pero con la misma pasión, 40 años después, trabajó 524 recetas en 365 días, convirtiéndose en una mejor persona al alcanzar objetivos que nunca los había logrado en su vida.
Pero más allá de la historia, lo relevante de la película es disfrutar a la mejor actriz de todos los tiempos, transformada en un personaje que hace olvidar a sus otros papeles en películas tan opuestamente diferentes como La Decisión de Sofía o Mama Mía. Son muy pocos los actores y actrices que no trabajan de ellos mismos, repitiendo hasta el cansancio ademanes y gestos, dibujando a todos los personajes con el mismo estilo a pesar de trabajar en comedias o dramas.
Hollywood tiene muchas debilidades. Un gran porcentaje de películas son solo parte de su marca de la industria para el entretenimiento, cuya ausencia no molestaría ni modificaría nuestras vidas. Pero hay otra parte de Hollywood, esa donde cabe un grupo reducido de actrices, como Meryl Streep, en el que la industria es transformada en arte. Actrices como Streep modifican el cine y nuestra forma de percibir el cine, haciéndonos más exigentes, conocedores e imponiéndonos una vara de calidad cada vez más alta.
Aunque desfasado siempre llego bien para la época de los Oscar y los Golden Globe. Anoche vimos “Julie & Julia” con Meryl Streep quien este año fue nominada por dos películas como mejor actriz. Esta es una fascinante historia de vidas paralelas y en tiempos diferentes entre el gran emblema de la cocina estadounidense, Julia Child, y una bloguera que con menos capacidad, pero con la misma pasión, 40 años después, trabajó 524 recetas en 365 días, convirtiéndose en una mejor persona al alcanzar objetivos que nunca los había logrado en su vida.
Pero más allá de la historia, lo relevante de la película es disfrutar a la mejor actriz de todos los tiempos, transformada en un personaje que hace olvidar a sus otros papeles en películas tan opuestamente diferentes como La Decisión de Sofía o Mama Mía. Son muy pocos los actores y actrices que no trabajan de ellos mismos, repitiendo hasta el cansancio ademanes y gestos, dibujando a todos los personajes con el mismo estilo a pesar de trabajar en comedias o dramas.
Hollywood tiene muchas debilidades. Un gran porcentaje de películas son solo parte de su marca de la industria para el entretenimiento, cuya ausencia no molestaría ni modificaría nuestras vidas. Pero hay otra parte de Hollywood, esa donde cabe un grupo reducido de actrices, como Meryl Streep, en el que la industria es transformada en arte. Actrices como Streep modifican el cine y nuestra forma de percibir el cine, haciéndonos más exigentes, conocedores e imponiéndonos una vara de calidad cada vez más alta.
diciembre 18, 2009
Holanda, Chávez y Ortega
No creo que haya payaso más grande que Hugo Chávez. Le encanta hablar estupideces. No le bastaba hablar de la segura y próxima invasión de EEUU a Venezuela para justificar su diatriba sobre la actitud colombiana de permitir a los militares estadounidenses utilizar siete bases, que ahora se la agarró con Holanda, país al que acusó de estar utilizando las islas de Aruba, Curazao y Bonaire como plataforma de invasión.
Claro está que siempre quiere ser creativo y fue a hablar payasadas a Copenhague – donde había cosas realmente importantes para hablar - de ese tema porque simplemente no puede ir por el mundo si llamar la atención. Su narcisismo simplemente no se lo permite. Entonces se refirió de nuevo al olor azufre burlándose de Obama como lo hizo antes en la sede de la ONU en desmedro de George Bush. Muchos celebraron sus ocurrencias aquella vez, pero ahora ya está demodé.
Pero claro, el ataque a Holanda no es gratuito, sino una estrategia corporativa para defender a su amigo Daniel Ortega que fue duramente criticado por un euro diputado holandés por la corrupción que existe en el país y quien ayer repitió que debido a las falta de transparencia del orteguismo y a sus abusos, la Comunidad Europea seguí con su tesitura de no ayudar económicamente a Nicaragua.
Claro está que siempre quiere ser creativo y fue a hablar payasadas a Copenhague – donde había cosas realmente importantes para hablar - de ese tema porque simplemente no puede ir por el mundo si llamar la atención. Su narcisismo simplemente no se lo permite. Entonces se refirió de nuevo al olor azufre burlándose de Obama como lo hizo antes en la sede de la ONU en desmedro de George Bush. Muchos celebraron sus ocurrencias aquella vez, pero ahora ya está demodé.
Pero claro, el ataque a Holanda no es gratuito, sino una estrategia corporativa para defender a su amigo Daniel Ortega que fue duramente criticado por un euro diputado holandés por la corrupción que existe en el país y quien ayer repitió que debido a las falta de transparencia del orteguismo y a sus abusos, la Comunidad Europea seguí con su tesitura de no ayudar económicamente a Nicaragua.
diciembre 16, 2009
Honduras y libertad de prensa
Una vez más la libertad de prensa en Honduras está empañada. Fue asesinada Katherine Nicolle de 16 años, en un crimen que habría tenido por destinataria a su madre, la periodista Carol Cabrera, que trabaja en el canal 54 y en los medios estatales canal 8 y Radio Voces de Tegucigalpa.
Este es el cuarto crimen relacionado al periodismo este año y se suma a una gran cantidad de agresiones contra periodistas y medios de comunicación que se dieron antes y después del 28 de junio, es decir por represalias del gobierno de Manuel Zelaya así como por medidas adoptadas por Roberto Micheletti.
El presidente actual ha declarado que se trataría de sicarios que responderían a amenazas que Zelaya hizo contra la periodista, pero más allá de las declaraciones que pudieran ser políticas, lo importante es que la justicia no se maneje con declaraciones, sino mediante la investigación.
El informe de la SIP sobre la libertad de prensa en Honduras se enfoca muy balanceado sobre lo que sucedió antes y después del 28 de junio: http://www.sipiapa.com/v4/index.php?page=det_informe&asamblea=24&infoid=379&idioma=sp
Lamentablemente el 2009, con más de 20 periodistas asesinados en todo el continente, se ha convertido en el año más peligroso de la década.
Este es el cuarto crimen relacionado al periodismo este año y se suma a una gran cantidad de agresiones contra periodistas y medios de comunicación que se dieron antes y después del 28 de junio, es decir por represalias del gobierno de Manuel Zelaya así como por medidas adoptadas por Roberto Micheletti.
El presidente actual ha declarado que se trataría de sicarios que responderían a amenazas que Zelaya hizo contra la periodista, pero más allá de las declaraciones que pudieran ser políticas, lo importante es que la justicia no se maneje con declaraciones, sino mediante la investigación.
El informe de la SIP sobre la libertad de prensa en Honduras se enfoca muy balanceado sobre lo que sucedió antes y después del 28 de junio: http://www.sipiapa.com/v4/index.php?page=det_informe&asamblea=24&infoid=379&idioma=sp
Lamentablemente el 2009, con más de 20 periodistas asesinados en todo el continente, se ha convertido en el año más peligroso de la década.
diciembre 15, 2009
Ortega, TV y corrupción
Por los rumores que existen, el presidente Daniel Ortega está tejiendo su estrategia camino a la búsqueda de la reelección presidencial, con las mismas armas que la buscaron Chávez, Morales y Correa, tratándose de quedar con la mayor cantidad de medios de comunicación posible para poder desplegar su propaganda gubernamental, incluso aumentando las arcas de los medios con los que se queda (o sus testaferros) con dineros que son aportados por el erario público.
Se concentran así dos conductas corruptas en una sola acción. Se queda con un medio con dineros aportados con fondos públicos y segundo lo utilizarán para hacer propaganda con dineros que pagarán desde el propio Estado. Con ello además, se birlan la pluralidad y diversidad que critican escasa a los medios privados. Es decir la hipocresía es mayúscula.
Es el mismo patrón de conducta que han seguido los tres presidentes mencionados. La diferencia con otros presidentes que tienen muchos medios, como Silvio Berlusconi, por ejemplo, como podrían pensar algunos desprevenidos, es que el primer ministro italiano ya era un magnate de los medios desde la industria privada y luego entró a la política. En cambio estos señores, grupo a quienes habría que sumarle a los Kirchner, primero fueron presidentes y de ahí amasaron o manipularon fortuna para quedarse con los medios. La diferencia es, en realidad, el alto grado de corrupción.
Según los rumores, el presidente Ortega, cuya familia ya tiene medios en el país, estaría por concretar muy pronto la compra de Canal 8, de carlos Briceño. Este domingo pasado, uno de los periodistas más prestigiosos del país, Carlos Fernando Chamorro declaró en su propio programa que “a propósito de las informaciones que se han publicado en distintos medios de comunicación, sobre las negociaciones en que se encuentra involucrada la dirección de Telenica Canal 8, y que según lo ha reconocido su director, podrían culminar con la venta de esta estación televisiva, muchos televidentes nos han llamado para preguntarnos sobre cuál es la situación de Esta Semana y Esta Noche (programas bajo la dirección y conducción de C.F. Chamorro) en Canal 8.
Continuó Chamorro: “Y como se menciona que existen ofertas de un grupo directamente vinculado al gobierno del presidente Ortega que está interesado en adquirir este canal, a muchísimas personas les preocupa que si como resultado de esta transacción privada, desaparecerá un medio de comunicación como Telenica que desde hace 19 años ha sido un espacio de libertad, pluralismo y de periodismo crítico, y que sería sustituido por un instrumento de propaganda oficial.
Nosotros, obviamente, compartimos esa preocupación, pero no podemos emitir juicios definitivos sobre hechos que no se han consumado.
Lo que si podemos decir en lo que respecta a Esta Semana y Esta Noche, los dos programas televisivos bajos mi dirección, que operan bajo contrato como una producción independiente asociada con este canal, es que nosotros mantenemos un compromiso indeclinable con nuestra audiencia, un compromiso permanente con los valores democráticos que nos guían en el periodismo, y además un compromiso innegociable que se mantendrá bajo cualquier circunstancia. De eso pueden tener ustedes absoluta seguridad.
Esta Semana nació hace mas de diez anos bajo el alero democrático de Canal 2, con el mismo concepto que opera hoy. Como un programa independiente, asociado por un contrato de producción con una empresa televisiva con la que compartimos valores, como el pluralismo y el respeto a la autonomía profesional, pero manteniendo totalmente nuestra independencia editorial. Una década después, y estando ahora asociados a canal 8, hemos consolidado esta institución periodística y fundamos el programa diario de entrevistas Esta Noche, que se transmite de lunes a viernes. De manera que estos dos programas que mantienen un liderazgo en la opinión pública han echado raíces en la audiencia nacional.
Esas raíces son indisolubles, y nosotros mantenemos el compromiso de seguir adelante, haciendo periodismo crítico, manteniendo nuestra independencia editorial, y el compromiso por aportar a la construcción de un país en el que desarrolle la democracia con justicia social, libertad, y solidaridad.
Esos valores, para nosotros son irrenunciables, y los seguiremos manteniendo y practicando hoy, mañana y siempre. De eso que no les quepa la menor duda”.
Se concentran así dos conductas corruptas en una sola acción. Se queda con un medio con dineros aportados con fondos públicos y segundo lo utilizarán para hacer propaganda con dineros que pagarán desde el propio Estado. Con ello además, se birlan la pluralidad y diversidad que critican escasa a los medios privados. Es decir la hipocresía es mayúscula.
Es el mismo patrón de conducta que han seguido los tres presidentes mencionados. La diferencia con otros presidentes que tienen muchos medios, como Silvio Berlusconi, por ejemplo, como podrían pensar algunos desprevenidos, es que el primer ministro italiano ya era un magnate de los medios desde la industria privada y luego entró a la política. En cambio estos señores, grupo a quienes habría que sumarle a los Kirchner, primero fueron presidentes y de ahí amasaron o manipularon fortuna para quedarse con los medios. La diferencia es, en realidad, el alto grado de corrupción.
Según los rumores, el presidente Ortega, cuya familia ya tiene medios en el país, estaría por concretar muy pronto la compra de Canal 8, de carlos Briceño. Este domingo pasado, uno de los periodistas más prestigiosos del país, Carlos Fernando Chamorro declaró en su propio programa que “a propósito de las informaciones que se han publicado en distintos medios de comunicación, sobre las negociaciones en que se encuentra involucrada la dirección de Telenica Canal 8, y que según lo ha reconocido su director, podrían culminar con la venta de esta estación televisiva, muchos televidentes nos han llamado para preguntarnos sobre cuál es la situación de Esta Semana y Esta Noche (programas bajo la dirección y conducción de C.F. Chamorro) en Canal 8.
Continuó Chamorro: “Y como se menciona que existen ofertas de un grupo directamente vinculado al gobierno del presidente Ortega que está interesado en adquirir este canal, a muchísimas personas les preocupa que si como resultado de esta transacción privada, desaparecerá un medio de comunicación como Telenica que desde hace 19 años ha sido un espacio de libertad, pluralismo y de periodismo crítico, y que sería sustituido por un instrumento de propaganda oficial.
Nosotros, obviamente, compartimos esa preocupación, pero no podemos emitir juicios definitivos sobre hechos que no se han consumado.
Lo que si podemos decir en lo que respecta a Esta Semana y Esta Noche, los dos programas televisivos bajos mi dirección, que operan bajo contrato como una producción independiente asociada con este canal, es que nosotros mantenemos un compromiso indeclinable con nuestra audiencia, un compromiso permanente con los valores democráticos que nos guían en el periodismo, y además un compromiso innegociable que se mantendrá bajo cualquier circunstancia. De eso pueden tener ustedes absoluta seguridad.
Esta Semana nació hace mas de diez anos bajo el alero democrático de Canal 2, con el mismo concepto que opera hoy. Como un programa independiente, asociado por un contrato de producción con una empresa televisiva con la que compartimos valores, como el pluralismo y el respeto a la autonomía profesional, pero manteniendo totalmente nuestra independencia editorial. Una década después, y estando ahora asociados a canal 8, hemos consolidado esta institución periodística y fundamos el programa diario de entrevistas Esta Noche, que se transmite de lunes a viernes. De manera que estos dos programas que mantienen un liderazgo en la opinión pública han echado raíces en la audiencia nacional.
Esas raíces son indisolubles, y nosotros mantenemos el compromiso de seguir adelante, haciendo periodismo crítico, manteniendo nuestra independencia editorial, y el compromiso por aportar a la construcción de un país en el que desarrolle la democracia con justicia social, libertad, y solidaridad.
Esos valores, para nosotros son irrenunciables, y los seguiremos manteniendo y practicando hoy, mañana y siempre. De eso que no les quepa la menor duda”.
diciembre 14, 2009
Alba y Honduras
Nunca deja de impresionar Hugo Chávez cuando con desparpajo sigue hablando de Honduras sin reconocer que el problema que llevó al país a la situación compleja en el que está sumergido, se debió a su injerencia directa en los asuntos internos del país centroamericano.
No hay mayor responsable en los desvaríos que tuvo Manuel Zelaya que el propio Chávez, a quien los hondureños rechazaron cuando Zelaya decidió integrarse al Alba hipotecando un futuro ideológico, y cuando posteriormente quiso imponer su voluntad a pesar de las restricciones constitucionales.
Está bien y en su derecho que Chávez y su Alba condenen lo que quieran condenar, despotriquen contra el imperialismo yanqui y hayan tenido todo tipo de opiniones a favor y en contra de EEUU por su papel durante la crisis; pero está mal que no reconozcan la infinita cantidad de errores que hicieron cometer a Zelaya para que la situación siga empantanada.
Con su posición ideológica belicista tampoco le están haciendo un favor a la democracia, ni a la reconciliación que desde este lunes está buscando mediante el diálogo Porfirio Lobo, ya que simplemente pretenden salirse con la suya, lograr que Zelaya obtenga un salvoconducto antes del 27 de enero y así empezar un interminable peregrinaje rasgándose las vestiduras.
El permitir la salida de Zelaya solo a través de una petición de asilo, es una forma inteligente del gobierno actual para lograr cierto silencio en el fututo. La única forma, quizá, de comprometer a la comunidad internacional a que desatienda oídos a Zelaya y que se le permita gobernar con tranquilidad a Lobo. Pero claro, del otro lado está el imprevisible Hugo Chávez, y con él nada es seguro ni tranquilo.
No hay mayor responsable en los desvaríos que tuvo Manuel Zelaya que el propio Chávez, a quien los hondureños rechazaron cuando Zelaya decidió integrarse al Alba hipotecando un futuro ideológico, y cuando posteriormente quiso imponer su voluntad a pesar de las restricciones constitucionales.
Está bien y en su derecho que Chávez y su Alba condenen lo que quieran condenar, despotriquen contra el imperialismo yanqui y hayan tenido todo tipo de opiniones a favor y en contra de EEUU por su papel durante la crisis; pero está mal que no reconozcan la infinita cantidad de errores que hicieron cometer a Zelaya para que la situación siga empantanada.
Con su posición ideológica belicista tampoco le están haciendo un favor a la democracia, ni a la reconciliación que desde este lunes está buscando mediante el diálogo Porfirio Lobo, ya que simplemente pretenden salirse con la suya, lograr que Zelaya obtenga un salvoconducto antes del 27 de enero y así empezar un interminable peregrinaje rasgándose las vestiduras.
El permitir la salida de Zelaya solo a través de una petición de asilo, es una forma inteligente del gobierno actual para lograr cierto silencio en el fututo. La única forma, quizá, de comprometer a la comunidad internacional a que desatienda oídos a Zelaya y que se le permita gobernar con tranquilidad a Lobo. Pero claro, del otro lado está el imprevisible Hugo Chávez, y con él nada es seguro ni tranquilo.
diciembre 13, 2009
Periodismo peligroso
La profesión de periodista se está tornando cada vez más riesgosa y peligrosa. Además de la violencia contra los medios y periodistas, que este año en América Latina se cobró la vida de once de ellos, muchos han terminado en las cárceles en represalia por lo que han dicho, opinado o disentido.
El censo anual del Comité para la Protección de los Periodistas reveló que este año hay 136 periodistas presos en el mundo, 11 más que en el 2008.
De entre los 26 países que encarcelan periodistas, los que tienen mayor cantidad de presos son China con 24, Irán con 23 y Cuba con 22 (aunque la Sociedad Interamericana de Prensa contabiliza 27 periodistas encarcelados en Cuba, convirtiéndose en el país con mayor número de casos).
La categoría de reporteros cibernéticos, con por lo menos 68 blogueros, es la más afectada por las detenciones. El 45 por ciento de los encarcelados ejercía periodismo independiente (freelance), siendo que la mayoría fue acusada por delitos contra el Estado, subversión o divulgación de propaganda enemiga, como sucede en Cuba, donde además de los encarcelados, prosigue el hostigamiento contra los blogueros.
El censo anual del Comité para la Protección de los Periodistas reveló que este año hay 136 periodistas presos en el mundo, 11 más que en el 2008.
De entre los 26 países que encarcelan periodistas, los que tienen mayor cantidad de presos son China con 24, Irán con 23 y Cuba con 22 (aunque la Sociedad Interamericana de Prensa contabiliza 27 periodistas encarcelados en Cuba, convirtiéndose en el país con mayor número de casos).
La categoría de reporteros cibernéticos, con por lo menos 68 blogueros, es la más afectada por las detenciones. El 45 por ciento de los encarcelados ejercía periodismo independiente (freelance), siendo que la mayoría fue acusada por delitos contra el Estado, subversión o divulgación de propaganda enemiga, como sucede en Cuba, donde además de los encarcelados, prosigue el hostigamiento contra los blogueros.
diciembre 12, 2009
Qué semana!!!
No me refiero a que Tiger Woods haya dejado temporalmente el golf por sus problemas de falda – en realidad de faldas porque parece que tiene 13 líos – ni que Barack Obama, mientras recibía un Premio Nobel que muchos cuestionaban haya sido elegido en América Latina como el líder más popular, calificación que dejó en los últimos dos lugares a Fidel Castro y a Hugo Chávez, en ese orden, a pesar que estos dos narcisistas crean que siempre están en la cresta de la ola.
Tampoco que Manuel Zelaya, casi como una vedette política o como un jugador famoso esperando con ansiedad su transferencia, siga con su eterna disyuntiva de cómo hacer para evadir la justicia hondureña en la que tiene opciones caducas por minutos: un malogrado pase a México, una expulsión de la sede brasileña después del 27 de enero o una esperanzadora charla con Porfirio Lobo en zona neutral, propuesta por Leonel Fernández.
Tampoco esta semana me pareció importante porque Hilary Clinton por fin se haya animado a tomar el toro por las astas y acusar a Chávez y a Evo Morales por estar flirteando con el presidente de Irán - ese con un apellido tan difícil de pronunciar como de escribir y que no le tiembla la mano para reprimir a los jóvenes y a la oposición de su país - aunque se olvidó de mencionar a Lula da Silva, que no solo flirteó sino también prometió acuerdos comerciales con el imitador de dictador.
Ni tampoco a esa encuesta de Latinobarómetro 2009 sobre que los latinoamericanos preferimos la democracia por sobre otros sistemas de gobierno, porque en realidad los datos, aunque los presentaron como positivos, son muy cuestionables: solo el 59 por ciento de los latinoamericanos estamos de acuerdo con la democracia, mientras que un 44 por ciento está insatisfecho. Porcentajes peligrosos, especialmente porque las instituciones son débiles y se están debilitando cada día más, debido principalmente a una justicia que no resuelve. Prueba de ello es la otra encuesta de la Secretaría General Iberoamericana que reveló que el 73 por ciento de los latinoamericanos tiene miedo de ser víctima de un delito y el 63 por ciento considera que su país es inseguro, convirtiendo este problema en el que debería estar en el tope de la agenda política internacional.
Sin embargo, lo que sí creo que hizo de esta semana una inolvidable, fueron las denuncias por doquier sobre las violaciones a los derechos humanos gracias a la celebración del 61 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Hubo noticias desalentadoras por su contenido trágico y dramático, pero muy alentadoras si se tiene en cuenta que ahora se sabe más que antes sobre los atropellos y arbitrariedades que son cometidos por los propios gobiernos o al menos toleradas; lo que nos permitiría, como raza humana, encontrar los caminos justos, judiciales y adecuados para enmendar errores y tantas violaciones a los derechos humanos.
Recomiendo para su lectura y toma de conciencia el informe de Human Rights Watch sobre Brasil, en el que se denuncia que la policía de Río de Janeiro y San Pablo asesina a más de 1.000 personas por año, sobre quienes aduce que son bajas en enfrentamientos o porque se resisten a ser detenidas. Una cuestión espeluznante, si se tiene en cuenta que la policía de Río mata a una persona cada 23 arrestos (en EEUU es una cada 37.000 – sí! Una muerte por cada treinta y siete mil arrestos) y en San Pablo una cada 348.
Los datos vertidos en el informe sobre Brasil son tan escalofriantes, como el que reveló esta semana la Fiscalía General de Colombia, respecto a que los 4.000 paramilitares desmovilizados que confesaron haber cometido 156,000 homicidios, entre ellos los de 2.650 niños. En el informe de la Fiscalía se habla también del conflicto armado general que desplazó a más de tres millones de colombianos que tuvieron y deben vivir como extranjeros en otras zonas de su propio país.
Mientras en México el que pegó fuerte fue un informe de Amnistía Internacional acusando a los militares – la fuerza desplegada por el presidente Felipe Calderón para combatir el narcotráfico – de cometer “escandalosas y cada vez más frecuentes” violaciones a los derechos humanos, especialmente donde se concentra la guerra contra el narco, los estados limítrofes con EEUU. A diferencia de Brasil, en México no son los policías sino los militares y en ciudades periféricas del país, donde se lucha a brazo partido contra el crimen organizado, pero a la vez se comenten mayores atropellos y arbitrariedades contra la población en general.
Esta falta de justicia y un clamor por mayor seguridad se vio reflejada en un estudio realizado esta semana en Guatemala donde se responsabiliza a las fisuras en la administración de justicia, de ahí que en los últimos meses, ante la falta de una respuesta adecuada de parte de la justicia y por el clima de impunidad reinante, la población haya linchado a 49 delincuentes y rescatado a otros 210 de las garras de quienes quieren imponer un sistema de justicia propia.
No se puede culpar a los guatemaltecos por buscar soluciones rápidas ante una justicia no solo demasiado tardía sino inoperante. A muchos colombianos, por ejemplo, les gustaría agarrar del pescuezo a muchos militares que para ascender en su carrera muestran escalofriantes trofeos de guerra: falsos positivos; simplemente una forma de denominar a aquellas civiles que son asesinados a quemarropa para luego disfrazarlos con ropa de camuflaje y presentarlos como víctimas guerrilleras producto de enfrentamientos armados.
Ojala esta semana pudiera ser replicada en las restantes 51 del año, para que todos tomemos conciencia de los atropellos y del terrorismo de Estado que está debilitando nuestras democracias. Ojala estas informaciones sirvan para que los gobiernos tomen conciencia, que los ciudadanos ejerzamos presiones y así las democracias tomen medidas correctivas que nos hagan sentir a todos un poco mejores como seres humanos.
Tampoco que Manuel Zelaya, casi como una vedette política o como un jugador famoso esperando con ansiedad su transferencia, siga con su eterna disyuntiva de cómo hacer para evadir la justicia hondureña en la que tiene opciones caducas por minutos: un malogrado pase a México, una expulsión de la sede brasileña después del 27 de enero o una esperanzadora charla con Porfirio Lobo en zona neutral, propuesta por Leonel Fernández.
Tampoco esta semana me pareció importante porque Hilary Clinton por fin se haya animado a tomar el toro por las astas y acusar a Chávez y a Evo Morales por estar flirteando con el presidente de Irán - ese con un apellido tan difícil de pronunciar como de escribir y que no le tiembla la mano para reprimir a los jóvenes y a la oposición de su país - aunque se olvidó de mencionar a Lula da Silva, que no solo flirteó sino también prometió acuerdos comerciales con el imitador de dictador.
Ni tampoco a esa encuesta de Latinobarómetro 2009 sobre que los latinoamericanos preferimos la democracia por sobre otros sistemas de gobierno, porque en realidad los datos, aunque los presentaron como positivos, son muy cuestionables: solo el 59 por ciento de los latinoamericanos estamos de acuerdo con la democracia, mientras que un 44 por ciento está insatisfecho. Porcentajes peligrosos, especialmente porque las instituciones son débiles y se están debilitando cada día más, debido principalmente a una justicia que no resuelve. Prueba de ello es la otra encuesta de la Secretaría General Iberoamericana que reveló que el 73 por ciento de los latinoamericanos tiene miedo de ser víctima de un delito y el 63 por ciento considera que su país es inseguro, convirtiendo este problema en el que debería estar en el tope de la agenda política internacional.
Sin embargo, lo que sí creo que hizo de esta semana una inolvidable, fueron las denuncias por doquier sobre las violaciones a los derechos humanos gracias a la celebración del 61 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Hubo noticias desalentadoras por su contenido trágico y dramático, pero muy alentadoras si se tiene en cuenta que ahora se sabe más que antes sobre los atropellos y arbitrariedades que son cometidos por los propios gobiernos o al menos toleradas; lo que nos permitiría, como raza humana, encontrar los caminos justos, judiciales y adecuados para enmendar errores y tantas violaciones a los derechos humanos.
Recomiendo para su lectura y toma de conciencia el informe de Human Rights Watch sobre Brasil, en el que se denuncia que la policía de Río de Janeiro y San Pablo asesina a más de 1.000 personas por año, sobre quienes aduce que son bajas en enfrentamientos o porque se resisten a ser detenidas. Una cuestión espeluznante, si se tiene en cuenta que la policía de Río mata a una persona cada 23 arrestos (en EEUU es una cada 37.000 – sí! Una muerte por cada treinta y siete mil arrestos) y en San Pablo una cada 348.
Los datos vertidos en el informe sobre Brasil son tan escalofriantes, como el que reveló esta semana la Fiscalía General de Colombia, respecto a que los 4.000 paramilitares desmovilizados que confesaron haber cometido 156,000 homicidios, entre ellos los de 2.650 niños. En el informe de la Fiscalía se habla también del conflicto armado general que desplazó a más de tres millones de colombianos que tuvieron y deben vivir como extranjeros en otras zonas de su propio país.
Mientras en México el que pegó fuerte fue un informe de Amnistía Internacional acusando a los militares – la fuerza desplegada por el presidente Felipe Calderón para combatir el narcotráfico – de cometer “escandalosas y cada vez más frecuentes” violaciones a los derechos humanos, especialmente donde se concentra la guerra contra el narco, los estados limítrofes con EEUU. A diferencia de Brasil, en México no son los policías sino los militares y en ciudades periféricas del país, donde se lucha a brazo partido contra el crimen organizado, pero a la vez se comenten mayores atropellos y arbitrariedades contra la población en general.
Esta falta de justicia y un clamor por mayor seguridad se vio reflejada en un estudio realizado esta semana en Guatemala donde se responsabiliza a las fisuras en la administración de justicia, de ahí que en los últimos meses, ante la falta de una respuesta adecuada de parte de la justicia y por el clima de impunidad reinante, la población haya linchado a 49 delincuentes y rescatado a otros 210 de las garras de quienes quieren imponer un sistema de justicia propia.
No se puede culpar a los guatemaltecos por buscar soluciones rápidas ante una justicia no solo demasiado tardía sino inoperante. A muchos colombianos, por ejemplo, les gustaría agarrar del pescuezo a muchos militares que para ascender en su carrera muestran escalofriantes trofeos de guerra: falsos positivos; simplemente una forma de denominar a aquellas civiles que son asesinados a quemarropa para luego disfrazarlos con ropa de camuflaje y presentarlos como víctimas guerrilleras producto de enfrentamientos armados.
Ojala esta semana pudiera ser replicada en las restantes 51 del año, para que todos tomemos conciencia de los atropellos y del terrorismo de Estado que está debilitando nuestras democracias. Ojala estas informaciones sirvan para que los gobiernos tomen conciencia, que los ciudadanos ejerzamos presiones y así las democracias tomen medidas correctivas que nos hagan sentir a todos un poco mejores como seres humanos.
diciembre 11, 2009
Narcotráfico y "estadounización"
El periodismo suele introducir nuevos adjetivos cuando necesita crear una imagen rápida y comprensible sobre un hecho complejo. De ahí que califique de “colombianización” la situación actual de México, para explicar mejor la tragedia que vive el país a raíz de la violencia y la influencia del narcotráfico en todas sus estructuras.
Aunque el término suene peyorativo, la imagen del México actual se espeja en aquella Colombia dominada por el Cartel de Medellín y su capo Pablo Escobar, quien dinamitaba, asesinaba, infiltraba estructuras políticas o vivía impune como un rey, al amparo de jueces amigos y temerosos.
La “colombianización” es sinónimo de un crimen organizado que no da tregua y del escenario que describió esta semana el presidente mexicano Felipe Calderón. Advirtió sobre la injerencia del narcotráfico en la financiación de campañas electorales municipales, cuyo fin es comprar políticos para asegurarse nuevos territorios y así expandir el narcomenudeo, el consumo de narcóticos y crímenes derivados.
Pero las comparaciones despectivas entre países ya no son fáciles de hacer. El vigorizado y disputado negocio de las drogas, borró de cuajo la diferencia entre naciones productoras, consumidoras y de tránsito. Hoy, la marihuana de mejor calidad y el éxtasis no se cultiva y fabrica en Colombia, ni en Perú ni Bolivia, sino en Estados Unidos y Canadá, dos de los mayores consumidores del mundo. Mientras tanto, los cárteles mexicanos les quitaron el monopolio de la actividad a los colombianos, quedándose con la parte más jugosa del negocio: la distribución y el menudeo.
Esto trajo como consecuencia que haya actores más pequeños y diversos dedicados al tráfico, forzando que el consumo de drogas se dispare en todo el mundo; favorecido, además, por una mayor tolerancia social y políticas más laxas sobre los estupefacientes. La despenalización del consumo en países como Argentina, Colombia, Chile y México, además de Brasil, que también promete replicar políticas adoptadas en Italia, Holanda, Luxemburgo y Portugal, y en algunos estados de EEUU, son parte de la ecuación.
Los niveles de consumo son alarmantes en Latinoamérica, región que hasta no hace mucho se caracterizaba solo por producir y traficar narcóticos. No sería desacertado entonces, así como se califica de “colombianización” al proceso mexicano del narcotráfico, usar el adjetivo de “estadounización” para Latinoamérica, infiriendo el peligro que representan los índices cada vez más elevados de consumo.
El Informe Mundial de Drogas 2009 de la ONU registró un alto incremento del uso de cocaína, marihuana y anfetaminas, especialmente en los países del cono Sur. El mayor aumento de cocaína se dio en Argentina, Chile y Uruguay donde es consumida por el 2.6, 1.4 y 1.5 por ciento de la población entre 15 y 64 años. El uso de marihuana también se ha disparado, teniendo en Chile un 7% de fumadores en ese segmento poblacional. Por otra parte, Perú, El Salvador y República Dominicana tienen, en sus respectivas regiones, los porcentajes más altos de consumo de éxtasis.
Preocupación superlativa causa la incidencia cada vez mayor de las drogas en las escuelas, habiendo aumentado el uso de pasta base de cocaína en toda Latinoamérica; así como de productos inhalantes en Brasil, y en países caribeños y centroamericanos.
Los países latinoamericanos, ya consumistas, tampoco han dejado de cultivar, producir o fabricar drogas. Paraguay destaca como la potencia sudamericana de cultivo de marihuana; Colombia, Perú y Bolivia en el procesamiento de coca; mientras que la fabricación de anfetaminas se concentra en Argentina, Guatemala, Honduras y Perú.
Los gobiernos tienen dificultades para encontrar respuestas adecuadas a este negocio multinacional que vive en expansión constante, retroalimentándose de otros ilícitos, como terrorismo, corrupción política, lavado de dinero, piratería, tráfico de armas y de personas; y que tiene en la extrema violencia la mejor arma para desviar toda la atención y recursos de los estados.
Más allá del uso de la fuerza pública para reprimir el crimen, tal vez la estrategia que emanó en noviembre de la Comisión Interamericana contra las Drogas entre la OEA y EEUU, de combatir la oferta, pero reduciendo también la demanda, mediante programas de prevención y recuperación de adictos en países del hemisferio, ofrezca cierta esperanza y demuestre que la lucha contra las drogas todavía no está del todo perdida.
Aunque el término suene peyorativo, la imagen del México actual se espeja en aquella Colombia dominada por el Cartel de Medellín y su capo Pablo Escobar, quien dinamitaba, asesinaba, infiltraba estructuras políticas o vivía impune como un rey, al amparo de jueces amigos y temerosos.
La “colombianización” es sinónimo de un crimen organizado que no da tregua y del escenario que describió esta semana el presidente mexicano Felipe Calderón. Advirtió sobre la injerencia del narcotráfico en la financiación de campañas electorales municipales, cuyo fin es comprar políticos para asegurarse nuevos territorios y así expandir el narcomenudeo, el consumo de narcóticos y crímenes derivados.
Pero las comparaciones despectivas entre países ya no son fáciles de hacer. El vigorizado y disputado negocio de las drogas, borró de cuajo la diferencia entre naciones productoras, consumidoras y de tránsito. Hoy, la marihuana de mejor calidad y el éxtasis no se cultiva y fabrica en Colombia, ni en Perú ni Bolivia, sino en Estados Unidos y Canadá, dos de los mayores consumidores del mundo. Mientras tanto, los cárteles mexicanos les quitaron el monopolio de la actividad a los colombianos, quedándose con la parte más jugosa del negocio: la distribución y el menudeo.
Esto trajo como consecuencia que haya actores más pequeños y diversos dedicados al tráfico, forzando que el consumo de drogas se dispare en todo el mundo; favorecido, además, por una mayor tolerancia social y políticas más laxas sobre los estupefacientes. La despenalización del consumo en países como Argentina, Colombia, Chile y México, además de Brasil, que también promete replicar políticas adoptadas en Italia, Holanda, Luxemburgo y Portugal, y en algunos estados de EEUU, son parte de la ecuación.
Los niveles de consumo son alarmantes en Latinoamérica, región que hasta no hace mucho se caracterizaba solo por producir y traficar narcóticos. No sería desacertado entonces, así como se califica de “colombianización” al proceso mexicano del narcotráfico, usar el adjetivo de “estadounización” para Latinoamérica, infiriendo el peligro que representan los índices cada vez más elevados de consumo.
El Informe Mundial de Drogas 2009 de la ONU registró un alto incremento del uso de cocaína, marihuana y anfetaminas, especialmente en los países del cono Sur. El mayor aumento de cocaína se dio en Argentina, Chile y Uruguay donde es consumida por el 2.6, 1.4 y 1.5 por ciento de la población entre 15 y 64 años. El uso de marihuana también se ha disparado, teniendo en Chile un 7% de fumadores en ese segmento poblacional. Por otra parte, Perú, El Salvador y República Dominicana tienen, en sus respectivas regiones, los porcentajes más altos de consumo de éxtasis.
Preocupación superlativa causa la incidencia cada vez mayor de las drogas en las escuelas, habiendo aumentado el uso de pasta base de cocaína en toda Latinoamérica; así como de productos inhalantes en Brasil, y en países caribeños y centroamericanos.
Los países latinoamericanos, ya consumistas, tampoco han dejado de cultivar, producir o fabricar drogas. Paraguay destaca como la potencia sudamericana de cultivo de marihuana; Colombia, Perú y Bolivia en el procesamiento de coca; mientras que la fabricación de anfetaminas se concentra en Argentina, Guatemala, Honduras y Perú.
Los gobiernos tienen dificultades para encontrar respuestas adecuadas a este negocio multinacional que vive en expansión constante, retroalimentándose de otros ilícitos, como terrorismo, corrupción política, lavado de dinero, piratería, tráfico de armas y de personas; y que tiene en la extrema violencia la mejor arma para desviar toda la atención y recursos de los estados.
Más allá del uso de la fuerza pública para reprimir el crimen, tal vez la estrategia que emanó en noviembre de la Comisión Interamericana contra las Drogas entre la OEA y EEUU, de combatir la oferta, pero reduciendo también la demanda, mediante programas de prevención y recuperación de adictos en países del hemisferio, ofrezca cierta esperanza y demuestre que la lucha contra las drogas todavía no está del todo perdida.
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