Si el gobierno argentino fuera la CNN, el ministro de Economía debería ser despedido. Me explico:
Hace 15 días, la cadena CNN despidió al presentador Rick Sánchez después de que en una entrevista de radio llamó “intolerante” al comediante Jon Stewart, considerando que se burla de “todos los que no son como él”, al mismo tiempo que refiriéndose al cómico de origen judío, se burló del argumento sobre que los judíos se consideran una minoría en EEUU.
En su prédica en contra de Stewart, Sánchez dijo que “… todo el que administra a CNN es muy parecido a Stewart, y mucha gente que administra todas las otras cadenas es muy parecida a Stewart, e implicar que de algún modo ellos, la gente de este país que es judía ¿es una minoría oprimida?''… seguro que sí, se contestó sarcásticamente Sánchez.
La reacción de la cadena fue contundente. Menos de 24 horas después de estas declaraciones, Sánchez quedó en la calle.
Voy ahora al ministro de Economía argentino, Amado Boudou, quien agredió a dos periodistas de los diarios Clarín y La Nación, ambos de Buenos Aires, durante una reunión en Washington en la sede del Fondo Monetario Internacional (FMI). Boudou repentinamente arremetió contra los periodistas a quienes increpó: “Ustedes son como los que ayudaban a limpiar las cámaras de gas en el nazismo”, dijo el ministro a los reporteros, a quienes instó a no ser “cómplices” de los diarios donde trabajan ni “FMI-adictos”.
Como era de imaginar, las organizaciones hebreas salieron al paso. En reunión y conferencia de prensa con la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Boudou admitió que usó “metáforas inapropiadas” vinculadas al Holocausto, sin embargo se negó a pedir disculpas a los periodistas.
Por su parte, el canciller argentino, Héctor Timerman, de ascendencia judía, minimizó el episodio, al decir que el ministro de Economía no debería haber dicho esa frase, pero aprovechó a criticar a Clarín por banalizar el Holocausto y usar el tema para montar una campaña contra su colega ministro y el gobierno.
Lo de Timerman ya se sabe que juzga los hechos de acuerdo a su prisma ideológico, así lo expresa continuamente en Twitter, y lo del ministro Boudou es lamentable, no solo por lo inapropiado y condenable expresión sobre el Holocausto, sino porque además siempre ha agredido a periodistas y medios con insultos y bajezas, de la que son testigos muchas reporteros a las que ha rebajado por su género.
Debido a ello, ojalá el gobierno argentino se hubiera comportado como la CNN.
Tras la publicación de esta novela que trata sobre la IA y la ética de la verdad y la libertad —se puede adquirir en Amazon—, estoy escribiendo el segundo libro de la trilogía Robots con Alma, sobre la creatividad. Blog por Ricardo Trotti
octubre 15, 2010
octubre 14, 2010
El Premio Nobel de la Libertad
El único sorprendido por el Premio Nobel de Literatura fue Mario Vargas Llosa. Para el resto de los mortales era un galardón anunciado o, mejor dicho, esperado; ni siquiera un asomo de polémica como el año pasado cuando Barack Obama recibió el de la Paz, sino alegría y festejos, porque la Real Academia de las Ciencias de Suecia desde hace años estaba en deuda con el autor.
Fue un premio que “hizo justicia enorme”, como dijo el presidente peruano Alan García, pensando, como muchos, que Vargas Llosa acababa de evadir la lista de escritores al que el Nobel les fue injustamente esquivo, como Juan Rulfo y Jorge Luis Borges.
Quienes además de su prolífica obra literaria nos deleitamos con sus posiciones libertarias, que abundan en sus novelas y ensayos, agradecemos que por sobre todo se haya reconocido al intelectual, el que generosamente abre la boca para condenar a los nacionalismos, a los que considera “la peor construcción del hombre” y reclama por la libertad de prensa como sinónimo de democracia.
El Nobel pone a Vargas Llosa en el escalón más alto de la literatura mundial, pero la justificación política de la Academia – “por su cartografía de las estructuras del poder y sus aceradas imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota” – lo sitúa también como paladín por excelencia de los valores democráticos, aquel que no teme enfrentar la diatriba de populistas y déspotas de izquierda que abundan ahora en Latinoamérica o pelear contra dictadores y autoritarios derechistas. El de Vargas Llosa es un Nobel de Literatura, pero también un “Nobel de la Libertad”.
De muchos intelectuales y literatos se dice que son adelantados a su tiempo para justificar que son superiores al resto. Pero la superioridad de Vargas Llosa rompe con esos cánones; está dada por la fidelidad y capacidad crítica con la que retrata la realidad.
Durante la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa en octubre de 2008 en Madrid, tuve la oportunidad de escuchar su primera aproximación a “La civilización del espectáculo”, un ensayo que todavía está moldeando y en un futuro seguramente contendrá duras críticas a Facebook que en aquel año todavía no era popular y a Twitter, que ni siquiera existía.
En 50 minutos de cáustica charla, con una crítica semejante a los versos mordaces y eternos de Enrique Santos Discépolo en el tango Cambalache, Vargas Llosa se despachó en contra de la trivialización de la cultura, con un análisis profundo sobre política, periodismo, literatura, cine, artes plásticas, drogas y sexo.
Condenó que la cultura esté dominada por lo “light”, por el consumo y por la demanda del público, que, en definitiva, condiciona la creación y el mercado. Se mostró aterrado que los modistos y los artistas hayan suplantado como eje del pensamiento a los filósofos y a los científicos de ayer y de la literatura efímera de los “best sellers” actuales. “Se ha llegado al eclipse del intelectual”.
Se quejó de la manipulación de la publicidad, y que los políticos suplantaron sus ideas por los gestos y la imagen. “La frivolidad – dijo – es tener una tabla de valores invertida. Todo es apariencia, teatro, juego, diversión”. Y ahí mismo agrupó a las revistas del corazón y al periodismo sensacionalista, desapegado a sus valores tradicionales: verdad, rigor y respeto por la intimidad.
En materia de artes visuales y plásticas, confrontando a Bergman o Buñuel con Woody Allen, y a Vincent Van Gogh con Duchamp o Damien Hirst, acusó que la “frivolización ha llegado a extremos alarmantes donde hay mínimos consensos sobre la estética… no se puede definir lo que es el talento de lo que no lo es”.
La obra literaria y política de Vargas Llosa es la antítesis de esta “Civilización del espectáculo”. Está impregnada de páginas y personajes que abrazan a la libertad y la emancipación del individuo, trascendiendo al propio autor y a todos los tiempos. Es clásica.
De ahí que la Academia no juzgó solo la literatura de un latinoamericano como antes con Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Octavio Paz o Gabriel García Márquez. Esta vez recompensó el canto sostenido y lúcido de Vargas Llosa a la libertad.
Fue un premio que “hizo justicia enorme”, como dijo el presidente peruano Alan García, pensando, como muchos, que Vargas Llosa acababa de evadir la lista de escritores al que el Nobel les fue injustamente esquivo, como Juan Rulfo y Jorge Luis Borges.
Quienes además de su prolífica obra literaria nos deleitamos con sus posiciones libertarias, que abundan en sus novelas y ensayos, agradecemos que por sobre todo se haya reconocido al intelectual, el que generosamente abre la boca para condenar a los nacionalismos, a los que considera “la peor construcción del hombre” y reclama por la libertad de prensa como sinónimo de democracia.
El Nobel pone a Vargas Llosa en el escalón más alto de la literatura mundial, pero la justificación política de la Academia – “por su cartografía de las estructuras del poder y sus aceradas imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota” – lo sitúa también como paladín por excelencia de los valores democráticos, aquel que no teme enfrentar la diatriba de populistas y déspotas de izquierda que abundan ahora en Latinoamérica o pelear contra dictadores y autoritarios derechistas. El de Vargas Llosa es un Nobel de Literatura, pero también un “Nobel de la Libertad”.
De muchos intelectuales y literatos se dice que son adelantados a su tiempo para justificar que son superiores al resto. Pero la superioridad de Vargas Llosa rompe con esos cánones; está dada por la fidelidad y capacidad crítica con la que retrata la realidad.
Durante la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa en octubre de 2008 en Madrid, tuve la oportunidad de escuchar su primera aproximación a “La civilización del espectáculo”, un ensayo que todavía está moldeando y en un futuro seguramente contendrá duras críticas a Facebook que en aquel año todavía no era popular y a Twitter, que ni siquiera existía.
En 50 minutos de cáustica charla, con una crítica semejante a los versos mordaces y eternos de Enrique Santos Discépolo en el tango Cambalache, Vargas Llosa se despachó en contra de la trivialización de la cultura, con un análisis profundo sobre política, periodismo, literatura, cine, artes plásticas, drogas y sexo.
Condenó que la cultura esté dominada por lo “light”, por el consumo y por la demanda del público, que, en definitiva, condiciona la creación y el mercado. Se mostró aterrado que los modistos y los artistas hayan suplantado como eje del pensamiento a los filósofos y a los científicos de ayer y de la literatura efímera de los “best sellers” actuales. “Se ha llegado al eclipse del intelectual”.
Se quejó de la manipulación de la publicidad, y que los políticos suplantaron sus ideas por los gestos y la imagen. “La frivolidad – dijo – es tener una tabla de valores invertida. Todo es apariencia, teatro, juego, diversión”. Y ahí mismo agrupó a las revistas del corazón y al periodismo sensacionalista, desapegado a sus valores tradicionales: verdad, rigor y respeto por la intimidad.
En materia de artes visuales y plásticas, confrontando a Bergman o Buñuel con Woody Allen, y a Vincent Van Gogh con Duchamp o Damien Hirst, acusó que la “frivolización ha llegado a extremos alarmantes donde hay mínimos consensos sobre la estética… no se puede definir lo que es el talento de lo que no lo es”.
La obra literaria y política de Vargas Llosa es la antítesis de esta “Civilización del espectáculo”. Está impregnada de páginas y personajes que abrazan a la libertad y la emancipación del individuo, trascendiendo al propio autor y a todos los tiempos. Es clásica.
De ahí que la Academia no juzgó solo la literatura de un latinoamericano como antes con Gabriela Mistral, Miguel Angel Asturias, Pablo Neruda, Octavio Paz o Gabriel García Márquez. Esta vez recompensó el canto sostenido y lúcido de Vargas Llosa a la libertad.
octubre 13, 2010
Todo impecable; de Florencio a Luis
De Florencio Avalos a Luis Urzúa, el primero y último de los 33 mineros chilenos rescatados, todo pareció un sueño, alguna vez inalcanzable. Terminó una etapa que empezó el 5 de agosto cuando los 33 mineros quedaron atrapados a 700 metros de profundidad.
Ayer fue el abrazo de Florencio con su hijo a los gritos lo que más me impresionó y hoy el saludo del “jefe” Luis al jefe de Estado, quien no solo le entregó el turno de mando y agradeció efusivamente a Sebastián Piñera, sino a quien con firmeza le dijo que episodios así no pueden suceder jamás en Chile.
Valiente y mucho coraje se necesita para decirle a un Presidente y frente a las cámaras del mundo entero que el gobierno, éste y los próximos, necesitan trabajar para que jamás ocurra algo así en el país. Las palabras, se notan, provienen de un líder. Su firmeza incluyó la memoria de unos 380 colegas que murieron en accidentes parecidos al sufrido en la mina San José.
El mundo recordará este episodio como uno de los más gloriosos de la historia. Se trató no solo de un rescate, sino del rescate de lo humano, la pasión por descubrir que detrás de cada número de los 33 había una historia humana, de superación. Eso conmovió más al mundo que lo impecable del rescate y el trabajo de los rescatistas y de las autoridades. Conmovió cada una de las 33 historias de gente como uno, donde todos de alguna forma nos pudimos identificar.
Ayer fue el abrazo de Florencio con su hijo a los gritos lo que más me impresionó y hoy el saludo del “jefe” Luis al jefe de Estado, quien no solo le entregó el turno de mando y agradeció efusivamente a Sebastián Piñera, sino a quien con firmeza le dijo que episodios así no pueden suceder jamás en Chile.
Valiente y mucho coraje se necesita para decirle a un Presidente y frente a las cámaras del mundo entero que el gobierno, éste y los próximos, necesitan trabajar para que jamás ocurra algo así en el país. Las palabras, se notan, provienen de un líder. Su firmeza incluyó la memoria de unos 380 colegas que murieron en accidentes parecidos al sufrido en la mina San José.
El mundo recordará este episodio como uno de los más gloriosos de la historia. Se trató no solo de un rescate, sino del rescate de lo humano, la pasión por descubrir que detrás de cada número de los 33 había una historia humana, de superación. Eso conmovió más al mundo que lo impecable del rescate y el trabajo de los rescatistas y de las autoridades. Conmovió cada una de las 33 historias de gente como uno, donde todos de alguna forma nos pudimos identificar.
octubre 12, 2010
Todo es Chile
Hay noticias incomparables y ser testigos de ellas es indescriptible. La ansiedad y la incertidumbre suelen dar cierta magia a estos momentos, así como ver al hombre dar el primer paso en la Luna o al primer minero salir a la superficie en la mina San José. Esta noche, tal vez, gracias a la tecnología hubo más testigos que entonces pero quienes vivimos ambos acontecimientos podemos dar testimonio en el futuro de que se trató de un episodio emocionante y de valor universal, ya que los sentimientos no tienen fronteras ni colores.
Ver a Florencio Avalos salir a la superficie después de 70 días y a su hijo gritar a sollozos es tal vez el momento que nos quedará grabado a muchos. Se trató del encuentro no solo de Florencio y su hijo, sino también de Florencio y la humanidad, del dolor y la alegría, de la tragedia y el gozo.
El gobierno y el pueblo chilenos tienen gran mérito. Siempre creyeron en el rescate. Fueron optimistas, pero organizados. No crearon falsas expectativas y fueron precavidos y muy realistas. Y fueron y son muy autocríticos de todas las fallas que han tenido en estos años con una mina que falló y tuvo varios accidentes.
Pero más que todo le debemos a los mineros que enterrados supieron permanecer en orden, organizados, respetuosos, esperanzados, alegres, supervivientes. Nos dieron la esperanza de que ante las mayores tragedias el espíritu humano siempre pueda prevalecer y que siempre se refugia en Dios para buscar fortaleza y sabiduría.
Hoy le debemos mucho a Chile, a sus mineros, a su gente y a su gobierno. El ejemplo chileno es inconmensurable.
Ver a Florencio Avalos salir a la superficie después de 70 días y a su hijo gritar a sollozos es tal vez el momento que nos quedará grabado a muchos. Se trató del encuentro no solo de Florencio y su hijo, sino también de Florencio y la humanidad, del dolor y la alegría, de la tragedia y el gozo.
El gobierno y el pueblo chilenos tienen gran mérito. Siempre creyeron en el rescate. Fueron optimistas, pero organizados. No crearon falsas expectativas y fueron precavidos y muy realistas. Y fueron y son muy autocríticos de todas las fallas que han tenido en estos años con una mina que falló y tuvo varios accidentes.
Pero más que todo le debemos a los mineros que enterrados supieron permanecer en orden, organizados, respetuosos, esperanzados, alegres, supervivientes. Nos dieron la esperanza de que ante las mayores tragedias el espíritu humano siempre pueda prevalecer y que siempre se refugia en Dios para buscar fortaleza y sabiduría.
Hoy le debemos mucho a Chile, a sus mineros, a su gente y a su gobierno. El ejemplo chileno es inconmensurable.
Defender la democracia: ¿Pero ante quién?
El presidente salvadoreño, Mauricio Funes, propuso una excelente idea: que el sistema interamericano prevea una suerte de alarma o alerta capaz de detectar y prevenir golpes de Estado o que sea capaz de desbaratar eventos que puedan servir para desestabilizar la democracia, el que deberá estar basado en una serie de penalidades y castigos en contra del país desequilibrado.
Funes trajo así a colación los últimos acontecimientos que desestabilizaron la región, entre ellos la sublevación policial en Ecuador que fue denunciada por Rafael Correa y otros líderes como un subterfugio para perturbar el orden institucional y el golpe en contra de Manuel Zelaya en Honduras; y la incapacidad del sistema de la OEA para resolver de inmediato asuntos de esta naturaleza.
Pero ante esta excelente propuesta, cabe también preguntarse ante quién debe defenderse la democracia. Existe claridad en cuanto a los agentes externos que tratan de desestabilizar el orden del gobierno, ya sean policías, militares o civiles conspiradores.
¿Pero qué pasa cuando es el propio gobierno el que no defiende la democracia? ¿Qué tipo de alertas deberían dispararse? Y si acaso ¿Qué efectividad tendrían esas alertas? ¿Qué pasa cuando el Poder Ejecutivo desobedece al Poder Judicial?
En el caso de Manuel Zelaya ¿no fue acaso su gobierno el que arremetió contra la democracia cuando desacató las órdenes del Poder Judicial y continuó su marcha hacia una reforma para buscar la reelección? ¿No es el gobierno de Daniel Ortega el que implementó una Corte Suprema adicta para conseguir burlar las leyes y la propia Constitución en busca de la reelección? ¿Se puede decir que Hugo Chávez respeta la democracia cuando sigue desestabilizando el país sobre la base de expropiaciones de la propiedad privada cuando ni siquiera obtuvo esa permisividad tras los resultados de las urnas electorales? ¿O será que el gobierno de Cristina Kirchner puede seguir organizando marchas en contra de la Corte Suprema porque sus fallos los considera adversos, sobre todo cuando se trata de temas relacionados a los medios de comunicación?
Creo que más allá de crear sistemas de alertas necesarios, lo más relevante es que los gobiernos cumplan con los requisitos de la Carta Democrática Interamericana que ya están en vigencia, cuyos principios pasan desapercibidos para la mayoría.
Se debe condenar y prevenir cualquier intento de golpe de Estado, pero también los abusos del poder de turno, que terminan siendo auto golpecitos de estado que desgastan permanentemente a las democracias y a sus habitantes.
Funes trajo así a colación los últimos acontecimientos que desestabilizaron la región, entre ellos la sublevación policial en Ecuador que fue denunciada por Rafael Correa y otros líderes como un subterfugio para perturbar el orden institucional y el golpe en contra de Manuel Zelaya en Honduras; y la incapacidad del sistema de la OEA para resolver de inmediato asuntos de esta naturaleza.
Pero ante esta excelente propuesta, cabe también preguntarse ante quién debe defenderse la democracia. Existe claridad en cuanto a los agentes externos que tratan de desestabilizar el orden del gobierno, ya sean policías, militares o civiles conspiradores.
¿Pero qué pasa cuando es el propio gobierno el que no defiende la democracia? ¿Qué tipo de alertas deberían dispararse? Y si acaso ¿Qué efectividad tendrían esas alertas? ¿Qué pasa cuando el Poder Ejecutivo desobedece al Poder Judicial?
En el caso de Manuel Zelaya ¿no fue acaso su gobierno el que arremetió contra la democracia cuando desacató las órdenes del Poder Judicial y continuó su marcha hacia una reforma para buscar la reelección? ¿No es el gobierno de Daniel Ortega el que implementó una Corte Suprema adicta para conseguir burlar las leyes y la propia Constitución en busca de la reelección? ¿Se puede decir que Hugo Chávez respeta la democracia cuando sigue desestabilizando el país sobre la base de expropiaciones de la propiedad privada cuando ni siquiera obtuvo esa permisividad tras los resultados de las urnas electorales? ¿O será que el gobierno de Cristina Kirchner puede seguir organizando marchas en contra de la Corte Suprema porque sus fallos los considera adversos, sobre todo cuando se trata de temas relacionados a los medios de comunicación?
Creo que más allá de crear sistemas de alertas necesarios, lo más relevante es que los gobiernos cumplan con los requisitos de la Carta Democrática Interamericana que ya están en vigencia, cuyos principios pasan desapercibidos para la mayoría.
Se debe condenar y prevenir cualquier intento de golpe de Estado, pero también los abusos del poder de turno, que terminan siendo auto golpecitos de estado que desgastan permanentemente a las democracias y a sus habitantes.
octubre 11, 2010
Emilio Estefan dona su voz
Este 1 de noviembre lanzaremos desde el Proyecto Contra la Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa un concurso de canto a través de las redes sociales bajo el nombre de “Dona tu voz para los que no tienen voz”, para seguir creando conciencia sobre la violencia contra los periodistas y la impunidad que rodea esos crímenes.
Tenemos el orgullo de anunciar que el productor musical Emilio Estefan estaría comprometiendo su apoyo para esta competencia de canto y videos que será lanzada a través de nuestra página www.impunidad.com, la cual está concebida para lograr un efecto viral a través de YouTube, Facebook, Twitter, MySpace y otras redes, exaltando la libertad de expresión y el derecho a saber. Todos tendrán la oportunidad de inscribirse online, cantar, votar por el tema preferido.
Desde hace más de 15 años la SIP desarrolla un intenso programa internacional instando a los lectores de periódicos del continente a que apoyen y firmen una carta dirigida al Presidente de un país determinado, reclamándole por la ineficiente justicia penal que no avanza en su investigación ni castiga a los culpables del asesinato de un profesional de la prensa.
En los próximos días se espera el apoyo de otras celebridades. Para ver videos promocionales de esta campaña, se pueden ver en:
http://www.firefly-us.com/clients/donatuvoz
Tenemos el orgullo de anunciar que el productor musical Emilio Estefan estaría comprometiendo su apoyo para esta competencia de canto y videos que será lanzada a través de nuestra página www.impunidad.com, la cual está concebida para lograr un efecto viral a través de YouTube, Facebook, Twitter, MySpace y otras redes, exaltando la libertad de expresión y el derecho a saber. Todos tendrán la oportunidad de inscribirse online, cantar, votar por el tema preferido.
Desde hace más de 15 años la SIP desarrolla un intenso programa internacional instando a los lectores de periódicos del continente a que apoyen y firmen una carta dirigida al Presidente de un país determinado, reclamándole por la ineficiente justicia penal que no avanza en su investigación ni castiga a los culpables del asesinato de un profesional de la prensa.
En los próximos días se espera el apoyo de otras celebridades. Para ver videos promocionales de esta campaña, se pueden ver en:
http://www.firefly-us.com/clients/donatuvoz
octubre 10, 2010
Firme decisión contra Evo
Por primera vez el director-propietario de un medio de comunicación e en Bolivia se declara en huelga de hambre para protestar por la ley antirracista aprobada esta semana por el gobierno de Evo Morales, a la que considera atentatoria contra la libertad de prensa y el derecho del público a estar informado, como describo en los post anteriores.
Pedro Rivero Jordán, vicepresidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa, y director ejecutivo del diario El Deber con sede en la ciudad de Santa Cruz, se sumó esta mañana a una carpa en una de las plazas principales de la ciudad, a varios periodistas que iniciaron medida similar días antes.
De esta forma, Rivero Jordán quiere demostrar que no hay diferencias entre periodistas y directores de medios cuando se trata de atentados contra la libertad de prensa, tratando de minimizar las acciones y los dichos del gobierno que siempre trata de hacer ver que los directores de medios solo están detrás de intereses económicos y son poco solidarios con los periodistas o sus empleados.
La prensa boliviana, periodistas y directores, medios y reporteros, sindicatos y asociaciones, Iglesia y líderes de opinión, están detrás del mismo objetivo, tratar de revertir la aprobación de esta ley con una reglamentación especial que deje sin efecto los artículos que permite que el gobierno pueda cerrar los medios de comunicación. (Ver post anteriores).
Pedro Rivero Jordán, vicepresidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa, y director ejecutivo del diario El Deber con sede en la ciudad de Santa Cruz, se sumó esta mañana a una carpa en una de las plazas principales de la ciudad, a varios periodistas que iniciaron medida similar días antes.
De esta forma, Rivero Jordán quiere demostrar que no hay diferencias entre periodistas y directores de medios cuando se trata de atentados contra la libertad de prensa, tratando de minimizar las acciones y los dichos del gobierno que siempre trata de hacer ver que los directores de medios solo están detrás de intereses económicos y son poco solidarios con los periodistas o sus empleados.
La prensa boliviana, periodistas y directores, medios y reporteros, sindicatos y asociaciones, Iglesia y líderes de opinión, están detrás del mismo objetivo, tratar de revertir la aprobación de esta ley con una reglamentación especial que deje sin efecto los artículos que permite que el gobierno pueda cerrar los medios de comunicación. (Ver post anteriores).
octubre 08, 2010
Evo y Vargas Llosa: contradicción
El mismo día que Mario Vargas Llosa ganaba el premio Nobel de Literatura, no solo por su prolífica obra literaria sino también por sus posiciones políticas a favor de la libertad y de la libertad de prensa, en el lugar donde de juventud se proyectó como escritor, en Bolivia; en ese mismo lugar, el presidente Evo Morales se aprestaba a dar los últimos pasos para que sea sancionada una ley que restringe severamente la tarea periodística.
Parece una broma del destino, una paradoja. Una verdadera contradicción. Un latinoamericano, escritor y periodista, se alzó con el máximo galardón por su prédica por la libertad y en contra de la opresión. El otro, otro latinoamericano, presidente, se quedó corto con una nominación que sus partidarios le “regalaron” para ser ungido con el Nobel de la Paz, por méritos que no son muchos y no tan descollantes cuando se trata de defender derechos que son esenciales para la democracia.
No se trata solamente de una pelea de ideologías, de izquierda o de derechas, sino de trayectoria y de tiempo de estar amalgamando experiencia y sabiduría sobre una causa. Vargas Llosa es conocido por décadas de abrazar la libertad y blandir la espada en su nombre contra tiranías, dictaduras y autoritarismos tanto de izquierda como de derecha.
Morales no tiene los mismos antecedentes. Es verdad que luchó y lucha en contra de la opresión y ahora lo hace en contra de la discriminación étnica y de género. Pero en su lucha, a diferencia de Vargas Llosa, gana lo que a otros hace perder; ofrece derechos pero arrebata otros.
La ley antirracismo que fue aprobada hoy por el Congreso boliviano era necesaria e importante, por la igualdad, pero es perniciosa porque conculca el derecho a la libertad de prensa, envilece a la sociedad con la censura y permite que el gobierno – que nunca se mostró amigo de los periodistas independientes – pueda discriminar a los medios según cómo se comporten con relación al poder.
Los medios bolivianos protestaron organizados como hace rato no se veía en el país. El reclamo es justo y están temerosos. Es que saben que el gobierno de Evo Morales es poco amigo de las libertades, es intolerante y cada vez más autoritario. Esta ley le permite seguir en ese camino.
Parece una broma del destino, una paradoja. Una verdadera contradicción. Un latinoamericano, escritor y periodista, se alzó con el máximo galardón por su prédica por la libertad y en contra de la opresión. El otro, otro latinoamericano, presidente, se quedó corto con una nominación que sus partidarios le “regalaron” para ser ungido con el Nobel de la Paz, por méritos que no son muchos y no tan descollantes cuando se trata de defender derechos que son esenciales para la democracia.
No se trata solamente de una pelea de ideologías, de izquierda o de derechas, sino de trayectoria y de tiempo de estar amalgamando experiencia y sabiduría sobre una causa. Vargas Llosa es conocido por décadas de abrazar la libertad y blandir la espada en su nombre contra tiranías, dictaduras y autoritarismos tanto de izquierda como de derecha.
Morales no tiene los mismos antecedentes. Es verdad que luchó y lucha en contra de la opresión y ahora lo hace en contra de la discriminación étnica y de género. Pero en su lucha, a diferencia de Vargas Llosa, gana lo que a otros hace perder; ofrece derechos pero arrebata otros.
La ley antirracismo que fue aprobada hoy por el Congreso boliviano era necesaria e importante, por la igualdad, pero es perniciosa porque conculca el derecho a la libertad de prensa, envilece a la sociedad con la censura y permite que el gobierno – que nunca se mostró amigo de los periodistas independientes – pueda discriminar a los medios según cómo se comporten con relación al poder.
Los medios bolivianos protestaron organizados como hace rato no se veía en el país. El reclamo es justo y están temerosos. Es que saben que el gobierno de Evo Morales es poco amigo de las libertades, es intolerante y cada vez más autoritario. Esta ley le permite seguir en ese camino.
Evo y las páginas en blanco
La prensa boliviana se aglutinó detrás del autoritarismo de Evo Morales. Lo hizo ayer con una protesta masiva de dieciocho periódicos, grandes y chicos, de referencia y populares, en cuyas portadas sin texto ni fotos, todo en blanco, publicaron solo un titular a toda página: "No hay democracia sin libertad de expresión”.
La protesta es parte de una cadena de manifestaciones públicas encabezadas por entidades de medios, sindicatos de periodistas, intelectuales, obispos y líderes de opinión que están hartos de que el presidente Morales, cada vez que trata de sancionar una nueva ley, incluye párrafos directos que minimizan la labor investigativa y de denuncia de los periodistas.
La legislación ahora en cuestión es la ley antirracismo, considerada por los propios medios y periodistas como buena y necesaria para acabar con una práctica ancestral de la discriminación en el país. La ley es inclusiva y busca el respeto por la diversidad y la pluralidad étnica y de género. Es una ley muy buena, a excepción de que promueve el cierre y la sanción de los medios de comunicación que permitan manifestaciones racistas.
La ley muestra que el legislador poco hizo para entender el funcionamiento de los medios, a los que acusa de instigar o hacer apología del racismo. Pero los medios, cuando se trata de declaraciones de interés público o hechas por personajes públicos, tienen el deber de reflejarlas, ya que si bien pueden ser dolorosas, sirven para el debate social por la importancia del emisor. ¿Acaso deberían censurar a Chávez cuando públicamente se refiere a Morales como el indio?
Morales fue mucho más allá de tratar de implantar la censura previa con esta nueva ley. Dijo que los medios sancionados pasarán a manos de sus empleados. Esto, obviamente, refleja el sentido y la vocación anti libertad de prensa del presidente, que muestra las variadas formas de justificar la censura. Seguramente, con esta legislación en la mano, buscará que los inquisidores de su gobierno vean quien se desvía ante cualquier insinuación de palabras racistas en un medio de comunicación para castigarlo con el cierre.
La protesta es parte de una cadena de manifestaciones públicas encabezadas por entidades de medios, sindicatos de periodistas, intelectuales, obispos y líderes de opinión que están hartos de que el presidente Morales, cada vez que trata de sancionar una nueva ley, incluye párrafos directos que minimizan la labor investigativa y de denuncia de los periodistas.
La legislación ahora en cuestión es la ley antirracismo, considerada por los propios medios y periodistas como buena y necesaria para acabar con una práctica ancestral de la discriminación en el país. La ley es inclusiva y busca el respeto por la diversidad y la pluralidad étnica y de género. Es una ley muy buena, a excepción de que promueve el cierre y la sanción de los medios de comunicación que permitan manifestaciones racistas.
La ley muestra que el legislador poco hizo para entender el funcionamiento de los medios, a los que acusa de instigar o hacer apología del racismo. Pero los medios, cuando se trata de declaraciones de interés público o hechas por personajes públicos, tienen el deber de reflejarlas, ya que si bien pueden ser dolorosas, sirven para el debate social por la importancia del emisor. ¿Acaso deberían censurar a Chávez cuando públicamente se refiere a Morales como el indio?
Morales fue mucho más allá de tratar de implantar la censura previa con esta nueva ley. Dijo que los medios sancionados pasarán a manos de sus empleados. Esto, obviamente, refleja el sentido y la vocación anti libertad de prensa del presidente, que muestra las variadas formas de justificar la censura. Seguramente, con esta legislación en la mano, buscará que los inquisidores de su gobierno vean quien se desvía ante cualquier insinuación de palabras racistas en un medio de comunicación para castigarlo con el cierre.
octubre 07, 2010
Correa no estuvo a la altura de la investidura
A una semana exacta del incidente en Ecuador comparto con ustedes la columna que publiqué en varios periódicos de las Américas.
La agresión de policías ecuatorianos contra las instituciones democráticas y el presidente Rafael Correa no tiene justificativo ni puede ser tolerada. Merece repulsa y castigo. Las fuerzas de seguridad no tienen derecho a levantarse ni a hacer huelgas, por consecuencias que fueron evidentes el jueves en Ecuador: caos, inseguridad, saqueos, muertos y heridos.
La reacción enérgica de la comunidad internacional se hizo sentir de inmediato. Los máximos organismos internacionales unieron sus voces a las de gobiernos de todo el mundo para reclamar por la institucionalidad del país, aunque se olvidaron de exigir plena libertad de prensa para que hubiera más transparencia sobre lo que sucedía y medir si los episodios eran tan preocupantes como los que en el pasado desembocaron en los golpes de Estado contra Abdalá Bucharam, Jamil Mauad y Lucio Gutiérrez.
Ahora que ha vuelto un poco la calma, cabe el preguntarse si el presidente Correa actuó a la altura de la investidura presidencial durante y después de las reyertas, y si su función fue liderar el orden y la tranquilidad o si su estilo arrogante y prepotente hizo más por azuzar el conflicto.
Sus actitudes y declaraciones durante el día y la noche del jueves no lo mostraron como un presidente firme, objetivo, capaz de controlar la situación o de buscar el orden y la calma; sino más bien como un individuo político, un jugador involucrado, con sesgo partidario y que se aprovechó de la situación para seguir polarizando al país.
En el día, en vez de mandar a las fuerzas armadas para controlar a los policías sublevados, Correa prefirió presentarse en el seno del conflicto y con micrófono en mano y tono electoral, desabotonándose la camisa y aflojándose la corbata, irrespetó la seguridad de la investidura presidencial. “Señores, si quieren matar al presidente, aquí está: mátenme si les da la gana, mátenme si tienen valor”, gritó desencajado.
Ese tono propagandístico, personalizado y victimizado siguió por la tarde desde el hospital, donde fue internado por las agresiones con gas lacrimógeno y donde quedó retenido por los policías sublevados. “De aquí salgo como presidente o salgo como cadáver”, declaró como tratando de demostrar un valor más allá de la Constitución le exige.
Por la noche, después del violento operativo de rescate, desde los balcones del Palacio de Corondelet, efusivo y exaltado ante una multitud convocada con pancartas de otras épocas, en vez de buscar el orden y pedir la calma a una población local e internacional bañada de incertidumbre, como se esperaría de un presidente respetuoso de los códigos democráticos, se olvidó de la justicia y prefirió personalizar el conflicto. Prometió castigos, nada de perdones, denunció conspiraciones, acusó al ex presidente Gutiérrez de intentar un golpe de Estado, atribuyó a la oposición ser miserable y a los partidos haber manipulado a los policías.
En fin, Correa usó durante todo el jueves los mismos términos beligerantes que son el rasgo característico de su Presidencia y que despliega en sus cadenas nacionales y discursos para descalificar a cualquiera que piense diferente, lo que ha degenerado en un clima rancio de confrontación y polarización en el país.
Ahora, ante el estado de sitio decretado por el gobierno los medios de comunicación electrónicos están obligados a solo propalar la voz oficial por cinco días, con lo cual se corre el riesgo de que la información siga siendo parcializada y utilizada como propaganda gubernamental.
Por ello fue que la Sociedad Interamericana de Prensa pidió que dentro de la preservación de la institucionalidad se restablezca la plena libertad de prensa, más necesaria en situaciones de crisis, cuando la ciudadanía requiere de información variada, plural e independiente de las fuentes de gobierno.
En los días sucesivos se deslindarán responsabilidades, se revertirá o no la ley de servicio público que cortó beneficios a las fuerzas de seguridad originando el conflicto, pero sobre todo dos cosas serán fundamentales para que Correa logre superar la situación: que reconsidere su estilo de gobernar, más cercano a las barricadas que a la institucionalidad y que devuelva la plena libertad de prensa como garantía de transparencia. En Ecuador no sólo se necesita preservar la democracia, sino que haya más democracia.
La agresión de policías ecuatorianos contra las instituciones democráticas y el presidente Rafael Correa no tiene justificativo ni puede ser tolerada. Merece repulsa y castigo. Las fuerzas de seguridad no tienen derecho a levantarse ni a hacer huelgas, por consecuencias que fueron evidentes el jueves en Ecuador: caos, inseguridad, saqueos, muertos y heridos.
La reacción enérgica de la comunidad internacional se hizo sentir de inmediato. Los máximos organismos internacionales unieron sus voces a las de gobiernos de todo el mundo para reclamar por la institucionalidad del país, aunque se olvidaron de exigir plena libertad de prensa para que hubiera más transparencia sobre lo que sucedía y medir si los episodios eran tan preocupantes como los que en el pasado desembocaron en los golpes de Estado contra Abdalá Bucharam, Jamil Mauad y Lucio Gutiérrez.
Ahora que ha vuelto un poco la calma, cabe el preguntarse si el presidente Correa actuó a la altura de la investidura presidencial durante y después de las reyertas, y si su función fue liderar el orden y la tranquilidad o si su estilo arrogante y prepotente hizo más por azuzar el conflicto.
Sus actitudes y declaraciones durante el día y la noche del jueves no lo mostraron como un presidente firme, objetivo, capaz de controlar la situación o de buscar el orden y la calma; sino más bien como un individuo político, un jugador involucrado, con sesgo partidario y que se aprovechó de la situación para seguir polarizando al país.
En el día, en vez de mandar a las fuerzas armadas para controlar a los policías sublevados, Correa prefirió presentarse en el seno del conflicto y con micrófono en mano y tono electoral, desabotonándose la camisa y aflojándose la corbata, irrespetó la seguridad de la investidura presidencial. “Señores, si quieren matar al presidente, aquí está: mátenme si les da la gana, mátenme si tienen valor”, gritó desencajado.
Ese tono propagandístico, personalizado y victimizado siguió por la tarde desde el hospital, donde fue internado por las agresiones con gas lacrimógeno y donde quedó retenido por los policías sublevados. “De aquí salgo como presidente o salgo como cadáver”, declaró como tratando de demostrar un valor más allá de la Constitución le exige.
Por la noche, después del violento operativo de rescate, desde los balcones del Palacio de Corondelet, efusivo y exaltado ante una multitud convocada con pancartas de otras épocas, en vez de buscar el orden y pedir la calma a una población local e internacional bañada de incertidumbre, como se esperaría de un presidente respetuoso de los códigos democráticos, se olvidó de la justicia y prefirió personalizar el conflicto. Prometió castigos, nada de perdones, denunció conspiraciones, acusó al ex presidente Gutiérrez de intentar un golpe de Estado, atribuyó a la oposición ser miserable y a los partidos haber manipulado a los policías.
En fin, Correa usó durante todo el jueves los mismos términos beligerantes que son el rasgo característico de su Presidencia y que despliega en sus cadenas nacionales y discursos para descalificar a cualquiera que piense diferente, lo que ha degenerado en un clima rancio de confrontación y polarización en el país.
Ahora, ante el estado de sitio decretado por el gobierno los medios de comunicación electrónicos están obligados a solo propalar la voz oficial por cinco días, con lo cual se corre el riesgo de que la información siga siendo parcializada y utilizada como propaganda gubernamental.
Por ello fue que la Sociedad Interamericana de Prensa pidió que dentro de la preservación de la institucionalidad se restablezca la plena libertad de prensa, más necesaria en situaciones de crisis, cuando la ciudadanía requiere de información variada, plural e independiente de las fuentes de gobierno.
En los días sucesivos se deslindarán responsabilidades, se revertirá o no la ley de servicio público que cortó beneficios a las fuerzas de seguridad originando el conflicto, pero sobre todo dos cosas serán fundamentales para que Correa logre superar la situación: que reconsidere su estilo de gobernar, más cercano a las barricadas que a la institucionalidad y que devuelva la plena libertad de prensa como garantía de transparencia. En Ecuador no sólo se necesita preservar la democracia, sino que haya más democracia.
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