La profesión de periodista es una de las más riesgosas en el mundo. En América Latina muchos han sido asesinados en los últimos años, 344 en las dos décadas pasadas, muchos más son a diario maltratados físicamente, se exilian o son amenazados.
Tratando de lidiar sobre esta situación, con la SIP venimos dando seminarios y entrenando a periodistas – más de 2.000 (dos mil) en los últimos años – a través de talleres y seminarios que ofrecemos en diferentes países enseñando herramientas para “minimizar” riesgos y hacer coberturas más seguras. El más prestigioso de todos, es el que ofrecemos en Buenos Aires esta semana a más de 30 reporteros, reporteros gráficos y editores provenientes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Venezuela
El seminario lo estamos realizando en el centro de Caecopaz, centro de entrenamiento militar de “cascos azules”, en Campo de Mayo, Buenos Aires. Este pasado domingo, tuve la oportunidad de discutir con los periodistas sobre los peligros y riesgos profesionales.
En esa discusión, hubo testimonios muy importantes:
Daniel Salinas Basave, periodista del diario Frontera de Tijuana, México, dijo que “recordaremos el 2008 como el año en que el chaleco antibalas se transformó en un instrumento de trabajo para los reporteros de Frontera. Cierto, el periodismo en Tijuana jamás ha sido un oficio seguro, pero no es exagerado afirmar que nunca como ahora se había vuelto tan riesgoso”.
Salinas prosiguió sobre que existe la amenaza latente de ser víctima de alguna agresión de parte del crimen organizado o mandos policíacos corrompidos como represalia a alguna publicación, “es algo con lo que de una u otra forma hemos convivido siempre”.
“Lo que por desgracia se ha vuelto cotidiano, sobre todo para fotógrafos y reporteros policíacos, es encontrarse en medio de fuegos cruzados y cubrir de cerca cruentos combates propios de una guerra. Desde un tiempo para acá, las calles de Tijuana se han transformado en campo de batalla”.
Para Brigitte Colmán del diario Última Hora, de Asunción, Paraguay, los riesgos mayores los sufren los periodistas alejados de la capital del país. “Lejos de Asunción, donde se concentran los medios, estos periodistas deben sobrevivir en ciudades y pueblos dominados por las distintas mafias: política, de la droga, de las grandes entidades binacionales (Itaipú y Yacyretá), los narco ganaderos, los grupos económicos, etc. En estos lugares son conocidos y por ello, están expuestos a las reacciones que provocan sus publicaciones”.
Por su parte, el periodista Eduardo Valdez Verde del diario Noroeste, de Culiacán, estado de Sinaloa, en México, donde hace una semana el diario El Debate sufrió un atentado con granadas, dijo que “encajuelado", "levantado", "acribillado" y ahora, "descabezado", se han convertido aquí en palabras de uso corriente incluso para los niños. A los enfrentamientos a tiros entre narcotraficantes, se han sumado las amenazas y extorsiones telefónicas contra la población civil y los ataques contra funcionarios públicos que, se supone, deberían estar más seguros que cualquier otro ciudadano. Así se trabaja en Sinaloa. Así se reportea en estas tierras donde no sólo los periodistas, sino toda la comunidad sale a la calle rogando a Dios no cruzarse en el camino de una bala perdida”.
Entre otros periodistas, Norka Peralta Liñán, de El Comercio, Lima, Perú, expresó que el “boom” de las explotaciones mineras y petroleras en su país ha dado origen en los últimos años a diversos conflictos entre las empresas extractivas y las poblaciones que habitan los lugares a ser explotados. Ello ha supuesto en la mayoría de los casos batallas campales, la destrucción de infraestructura pública y privada, el bloqueo de vías, muertos y heridos. Así como ciertas dependencias del Gobierno, como la Presidencia del Consejo de Ministros y la Defensoría del Pueblo, intentan crear mecanismos para prevenir y solucionar esos conflictos.
“Los periodistas – dijo Peralta - nos enfrentamos al reto de informar con responsabilidad antes, durante y después de cada conflicto. No hacerlo correctamente supone el serio riesgo de azuzar las pasiones y los intereses que siempre existen detrás”.
Tras la publicación de esta novela que trata sobre la IA y la ética de la verdad y la libertad —se puede adquirir en Amazon—, estoy escribiendo el segundo libro de la trilogía Robots con Alma, sobre la creatividad. Blog por Ricardo Trotti
noviembre 24, 2008
noviembre 23, 2008
Corrupción y elecciones
El “valijagate”, como se conoce al caso del maletín con 800 mil dólares que el presidente Hugo Chávez envió a la campaña de Cristina de Kirchner, desnudó una vez más esa rancia práctica latinoamericana de malversar fondos públicos para apoyar procesos electorales.
¡Peor aún! El “valijagate” demuestra que quienes ostentan las máximas investiduras y cuyo deber es administrar y resguardar los dineros de todos los ciudadanos, terminan siendo los máximos sospechosos de fraude, inmunizándose detrás de blindajes legales y jurídicos.
No es la primera vez que los gobernantes elegidos están teñidos de corrupción antes de jurar sobre la Biblia. Los ex presidentes Carlos Salinas de Gortari en México, Abel Pacheco en Costa Rica o Arnoldo Alemán en Nicaragua son ejemplos claros de estafa electoral, aunque los dos últimos también fueron procesados por delitos aún más graves.
En el caso venezolano-argentino es irrelevante si se trató de un solo maletín o de varios. Lo importante es que corporizó una forma delincuencial que se habría utilizado también en las campañas electorales de México, Perú, Guatemala, apoyando a candidatos perdedores como López Obrador, Ollanta Humalá y Pablo Monsanto; y patrocinando a triunfadores como Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.
Pero el peligro actual, no es sólo que las campañas estén embardunadas con dineros espurios del erario público, sino que estén infiltradas por fondos del narcotráfico. Así se sospechó en las elecciones de los ex presidentes colombianos Belisario Betancourt y Alfonso López Michelsen; y luego se acusó al ex mandatario, Ernesto Samper, quien habría recibido fondos millonarios de parte del Cartel de Cali.
En México, si bien el Instituto Federal Electoral pudo detectar dineros mal usados en las campañas de los ex presidentes Ernesto Zedillo y Vicente Fox, su sistema de fiscalización y la ley son ineficientes para delatar los dineros del narcotráfico, que ya fueron utilizados para ganar numerosas alcaldías e infiltrar legislaturas en toda la nación, lo que representa el gran desafío actual y a futuro.
A pesar de que el juicio que culminó en Miami arrojó luz sobre la corrupción en Argentina y Venezuela, existe la sensación de que ni Chávez ni los Kirchner harán nada y que la inacción de jueces comprometidos con el poder político permitirá que el caso se disuelva en el tiempo o, con suerte, se proyecte hasta después de sus gestiones.
La prensa es el único elemento que ha podido combatir esa inacción judicial, investigando y hasta supliendo al ministerio público. Su persistencia en la denuncia de los actos ilícitos fomenta opinión pública y presión social, tejiéndose así un mecanismo de intolerancia social que obliga a la justicia a actuar de oficio o, por lo menos, a reaccionar por vergüenza.
Así quedó demostrado en un reciente escándalo en Perú. Tras la difusión por la prensa de los “petroaudios” a principios de octubre - conversaciones telefónicas sobre negociaciones ilícitas que favorecían a la petrolera noruega Discovery Petroleum – el presidente Alan García se vio obligado a cambiar gran parte de su gabinete y la fiscalía anticorrupción se apresuró a enjuiciar funcionarios.
En Perú, la intolerancia a la corrupción es producto del hastío producido por los aquelarres de la época del ex presidente Alberto Fujimori y de Vladimiro Montesinos, quienes usando dinero público y del narcotráfico para ganar elecciones y conciencias, desbordaron la capacidad de asombro del pueblo.
Esa repulsión a la corrupción no se ha logrado en otros países en los que por enriquecimiento ilícito, y otros graves delitos, se ha procesado a decenas de presidentes de todas las ideologías y latitudes, como los casos de Carlos Menem; Carlos Andrés Pérez; Augusto Pinochet; Fernando Collor de Melo; Juan Carlos Wasmosy, Raúl Cubas, Luis González Macchi (Paraguay); Rafael Ángel Calderón, Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica); Abdalá Bucaram, Fabián Alarcón, Jamil Mahuad, Gustavo Novoa (Ecuador); y Jorge Serrano Elías y Alfonso Portillo (Guatemala).
Estos casos de corrupción al más alto nivel, y los procesos electorales irregulares, son síntomas de la permisividad que permite una justicia débil. Pero perseguir a los corruptos no es suficiente, como demuestran los ejemplos mencionados. Se necesita erradicar la cultura de la ilicitud, mediante la alianza de la sociedad civil y los medios de comunicación, con el objetivo de educar, prevenir y crear tolerancia cero.
¡Peor aún! El “valijagate” demuestra que quienes ostentan las máximas investiduras y cuyo deber es administrar y resguardar los dineros de todos los ciudadanos, terminan siendo los máximos sospechosos de fraude, inmunizándose detrás de blindajes legales y jurídicos.
No es la primera vez que los gobernantes elegidos están teñidos de corrupción antes de jurar sobre la Biblia. Los ex presidentes Carlos Salinas de Gortari en México, Abel Pacheco en Costa Rica o Arnoldo Alemán en Nicaragua son ejemplos claros de estafa electoral, aunque los dos últimos también fueron procesados por delitos aún más graves.
En el caso venezolano-argentino es irrelevante si se trató de un solo maletín o de varios. Lo importante es que corporizó una forma delincuencial que se habría utilizado también en las campañas electorales de México, Perú, Guatemala, apoyando a candidatos perdedores como López Obrador, Ollanta Humalá y Pablo Monsanto; y patrocinando a triunfadores como Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega.
Pero el peligro actual, no es sólo que las campañas estén embardunadas con dineros espurios del erario público, sino que estén infiltradas por fondos del narcotráfico. Así se sospechó en las elecciones de los ex presidentes colombianos Belisario Betancourt y Alfonso López Michelsen; y luego se acusó al ex mandatario, Ernesto Samper, quien habría recibido fondos millonarios de parte del Cartel de Cali.
En México, si bien el Instituto Federal Electoral pudo detectar dineros mal usados en las campañas de los ex presidentes Ernesto Zedillo y Vicente Fox, su sistema de fiscalización y la ley son ineficientes para delatar los dineros del narcotráfico, que ya fueron utilizados para ganar numerosas alcaldías e infiltrar legislaturas en toda la nación, lo que representa el gran desafío actual y a futuro.
A pesar de que el juicio que culminó en Miami arrojó luz sobre la corrupción en Argentina y Venezuela, existe la sensación de que ni Chávez ni los Kirchner harán nada y que la inacción de jueces comprometidos con el poder político permitirá que el caso se disuelva en el tiempo o, con suerte, se proyecte hasta después de sus gestiones.
La prensa es el único elemento que ha podido combatir esa inacción judicial, investigando y hasta supliendo al ministerio público. Su persistencia en la denuncia de los actos ilícitos fomenta opinión pública y presión social, tejiéndose así un mecanismo de intolerancia social que obliga a la justicia a actuar de oficio o, por lo menos, a reaccionar por vergüenza.
Así quedó demostrado en un reciente escándalo en Perú. Tras la difusión por la prensa de los “petroaudios” a principios de octubre - conversaciones telefónicas sobre negociaciones ilícitas que favorecían a la petrolera noruega Discovery Petroleum – el presidente Alan García se vio obligado a cambiar gran parte de su gabinete y la fiscalía anticorrupción se apresuró a enjuiciar funcionarios.
En Perú, la intolerancia a la corrupción es producto del hastío producido por los aquelarres de la época del ex presidente Alberto Fujimori y de Vladimiro Montesinos, quienes usando dinero público y del narcotráfico para ganar elecciones y conciencias, desbordaron la capacidad de asombro del pueblo.
Esa repulsión a la corrupción no se ha logrado en otros países en los que por enriquecimiento ilícito, y otros graves delitos, se ha procesado a decenas de presidentes de todas las ideologías y latitudes, como los casos de Carlos Menem; Carlos Andrés Pérez; Augusto Pinochet; Fernando Collor de Melo; Juan Carlos Wasmosy, Raúl Cubas, Luis González Macchi (Paraguay); Rafael Ángel Calderón, Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica); Abdalá Bucaram, Fabián Alarcón, Jamil Mahuad, Gustavo Novoa (Ecuador); y Jorge Serrano Elías y Alfonso Portillo (Guatemala).
Estos casos de corrupción al más alto nivel, y los procesos electorales irregulares, son síntomas de la permisividad que permite una justicia débil. Pero perseguir a los corruptos no es suficiente, como demuestran los ejemplos mencionados. Se necesita erradicar la cultura de la ilicitud, mediante la alianza de la sociedad civil y los medios de comunicación, con el objetivo de educar, prevenir y crear tolerancia cero.
noviembre 22, 2008
¿Y la OEA?
Tanto el proceso post electoral que culminó el 9 de noviembre en Nicaragua como el que terminará mañana domingo en Venezuela con las elecciones regionales están manchados de fraude, venganza, disturbios y violencia al por mayor lo que pone en peligro la misma existencia de la democracia.
Lamentablemente en estos dos países, sus dirigentes creen que solo el hecho de que haya elecciones, a las que incluso prohíben a veedores internacionales, ya se cumple con el requisito democrático.
En Nicaragua, la población está enfrascada en una lucha polarizada, en la que sandinistas reclaman victoria y los liberales fraude. Las denuncias tienen dos vías, pero es evidente que la violencia está afectando a la oposición. En Venezuela, Hugo Chávez ha asumido la campaña política como si se tratara de una elección presidencial y una campaña proselitista y propagandística que hace pura apología del delito.
Mientras todo esto sucede, a uno le cabe la pregunta: ¿Y qué hace la OEA ante todo esto, no será que debe poner en marcha la Carta Democrática? ¿Para qué sirve la OEA si no alcanza su propia estatura de ser un organismo capaz de controlar y fiscalizar a los gobiernos?
Lamentablemente en estos dos países, sus dirigentes creen que solo el hecho de que haya elecciones, a las que incluso prohíben a veedores internacionales, ya se cumple con el requisito democrático.
En Nicaragua, la población está enfrascada en una lucha polarizada, en la que sandinistas reclaman victoria y los liberales fraude. Las denuncias tienen dos vías, pero es evidente que la violencia está afectando a la oposición. En Venezuela, Hugo Chávez ha asumido la campaña política como si se tratara de una elección presidencial y una campaña proselitista y propagandística que hace pura apología del delito.
Mientras todo esto sucede, a uno le cabe la pregunta: ¿Y qué hace la OEA ante todo esto, no será que debe poner en marcha la Carta Democrática? ¿Para qué sirve la OEA si no alcanza su propia estatura de ser un organismo capaz de controlar y fiscalizar a los gobiernos?
noviembre 20, 2008
Maradona 1 - Escocia 0
No fue un partido amistoso ni normal. El 10 estaba ahí en el primero de su liderazgo como técnico y el mundo y la prensa toda lo vio así, incluso opacando otros partidos importantes y hasta las clasificaciones por la Concacaf. Argentina no jugó contra Escocia, eso fue anecdótico. Juagaba Maradona vs. Escocia. Ganó, como suele ocurrirle a los técnicos debutantes aunque con un margen menor y juagando no muy bien.
Con Maradona se abrió otra etapa en el fútbol argentino. Muchos no lo quieren otros lo aman, pero todos están pendientes que sus berrinches aparezcan en medio de algo importante y deje a todo el mundo parado. La semana pasada estuvo ya al borde de suicidarse públicamente, cuando se entonó con Grondona por “bancar” a Ruggeri a quien quería en su cuerpo técnico.
El futuro es incierto pero no se podrá negar que será divertido. Lo que nadie puede dudar es que Maradona sabrá darle al equipo lo que le faltó en los últimos años: garra, corazón, incentivo, o aquella palabra que se usa en el fútbol que sirve mejor para describir la carencia.
Con Maradona se emprende un viaje para soñar, aunque algunos teman que esté lleno de alucinaciones. Yo confío en su sabiduría de jugador, habrá que ver si la puede trasladar a la de técnico. Para el bien del fútbol, si regala un 50% de lo que fue como jugador, estamos salvados.
Con Maradona se abrió otra etapa en el fútbol argentino. Muchos no lo quieren otros lo aman, pero todos están pendientes que sus berrinches aparezcan en medio de algo importante y deje a todo el mundo parado. La semana pasada estuvo ya al borde de suicidarse públicamente, cuando se entonó con Grondona por “bancar” a Ruggeri a quien quería en su cuerpo técnico.
El futuro es incierto pero no se podrá negar que será divertido. Lo que nadie puede dudar es que Maradona sabrá darle al equipo lo que le faltó en los últimos años: garra, corazón, incentivo, o aquella palabra que se usa en el fútbol que sirve mejor para describir la carencia.
Con Maradona se emprende un viaje para soñar, aunque algunos teman que esté lleno de alucinaciones. Yo confío en su sabiduría de jugador, habrá que ver si la puede trasladar a la de técnico. Para el bien del fútbol, si regala un 50% de lo que fue como jugador, estamos salvados.
noviembre 18, 2008
Corrupción multinacional
Mucha de la corrupción en Latinoamérica es producto de la acción de las grandes empresas multinacionales que, aprovechándose de la debilidad legal y de la vulnerabilidad de los gobiernos, terminan corrompiendo a los sistemas públicos.
Prueba de ello es los que sucedió en estas semanas con la constructora sueca Skanska en Argentina y con la petrolera noruega Discovery Petroleum en Perú.
Skanska, según un peritaje contable de 34 hojas ordenado por un juez federal argentino cuyo objetivo es investigar el soborno a funcionarios públicos, habría cobrado unos $19.2 millones de más por la instalación de tres plantas compresoras de gas en el interior del país. Skanska ya tenía abierto en su contra un proceso por evasión impositiva y otro por sobreprecio y sobornos.
Las irregularidades fueron puestas a desnudo por unas grabaciones entre funcionarios de la multinacional que difundió la prensa.
Un escándalo parecido sucedió en Perú cuando a principios de octubre – también a través de unas grabaciones clandestinas difundidas por la prensa – se descubrió que funcionarios del gobierno de Alan García y ejecutivos de la petrolera estaban acordando sobornos y favores a cambio de tierras de explotación.
Lo más significativo de todo esto es que rara vez las multinacionales comenten actos corruptos en sus países sede o en los desarrollados, quizás, por los mayores controles legales y los menores índices de impunidad. Los países menos pudientes deberían revisar sus estándares y adecuarlos a los niveles internacionales y a las convenciones multinacionales sobre corrupción, de tal forma que un corrupto o una empresa privada en el extranjero reciba castigos similares que signifiquen verdaderos elementos disuasivos.
Prueba de ello es los que sucedió en estas semanas con la constructora sueca Skanska en Argentina y con la petrolera noruega Discovery Petroleum en Perú.
Skanska, según un peritaje contable de 34 hojas ordenado por un juez federal argentino cuyo objetivo es investigar el soborno a funcionarios públicos, habría cobrado unos $19.2 millones de más por la instalación de tres plantas compresoras de gas en el interior del país. Skanska ya tenía abierto en su contra un proceso por evasión impositiva y otro por sobreprecio y sobornos.
Las irregularidades fueron puestas a desnudo por unas grabaciones entre funcionarios de la multinacional que difundió la prensa.
Un escándalo parecido sucedió en Perú cuando a principios de octubre – también a través de unas grabaciones clandestinas difundidas por la prensa – se descubrió que funcionarios del gobierno de Alan García y ejecutivos de la petrolera estaban acordando sobornos y favores a cambio de tierras de explotación.
Lo más significativo de todo esto es que rara vez las multinacionales comenten actos corruptos en sus países sede o en los desarrollados, quizás, por los mayores controles legales y los menores índices de impunidad. Los países menos pudientes deberían revisar sus estándares y adecuarlos a los niveles internacionales y a las convenciones multinacionales sobre corrupción, de tal forma que un corrupto o una empresa privada en el extranjero reciba castigos similares que signifiquen verdaderos elementos disuasivos.
noviembre 17, 2008
Policías y periodistas bajo acecho
Sin dudas México es el país con mayores riesgos para ejercer el periodismo y mantener la seguridad. Casi a diario, el crimen organizado se cobra la vida de un periodista, desaparece a otro, secuestra o intimida mediante atentados contra los medios con la intención primordial de que campee la autocensura, o acribilla a policías para crear un sentimiento general de caos y miedo.
Ambas profesiones están más expuestas en los estados que tienen frontera con Estados Unidos donde el narcotráfico no solo comete crímenes contra la población en general y entre las mismas bandas disputándose el territorio, sino que además tiene infiltrados a muchos gobiernos y el resto de los poderes públicos.
Medios, periodistas y policías viven bajo acecho. Son comunes las decisiones de los periodistas y propietarios de autocensurarse para no sufrir represalias y proteger sus vidas. Muchos periodistas están abandonando la profesión, los más jóvenes no quieren entrar, y esto se replica entre otras profesiones expuestas al riesgo, y algunos se venden al mejor postor haciendo “relaciones públicas” para los narcos. Muchos policías y militares también dejan sus posiciones, algunos desertan o se pasan al bando de los malos, para tener una vida más holgada, pero peligrosa.
En Ciudad de Juárez, en el limítrofe estado de Chihuahua, que por años salió a la luz internacional debido al “feminicidio”, la semana pasada fue asesinado el periodista Armando Rodríguez, de El Diario, siendo ya 29 periodistas mexicanos los que fueron abatidos en los últimos tres años, ocho de ellos desaparecidos.
Las filas policiales también fueron afectadas este fin de semana. Fue acribillado José Sanguinés, comandante de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) de Chihuahua, con sede en Ciudad Juárez, recibiendo más de un centenar de balazos, tratándose de un mensaje de intimidación para todo aquel que no acepte las “reglas de juego” del narco. El viernes había sido asesinado un capitán encargado de la seguridad pública de uno de los barrios de esa ciudad. En lo que va de este 2008, las fuerzas de seguridad de la ciudad perdieron a 59 personas a manos del crimen; mientras que en todo el país, las muertes violentas a manos del crimen organizado alcanzaron a 4.577 personas, casi el doble de los 2.673 crímenes registrados en el 2007.
Lo peor de todo esto, es que el Estado, el aparato judicial, se encuentra totalmente desbordado, por lo que la sociedad se cada día más vulnerable.
Ambas profesiones están más expuestas en los estados que tienen frontera con Estados Unidos donde el narcotráfico no solo comete crímenes contra la población en general y entre las mismas bandas disputándose el territorio, sino que además tiene infiltrados a muchos gobiernos y el resto de los poderes públicos.
Medios, periodistas y policías viven bajo acecho. Son comunes las decisiones de los periodistas y propietarios de autocensurarse para no sufrir represalias y proteger sus vidas. Muchos periodistas están abandonando la profesión, los más jóvenes no quieren entrar, y esto se replica entre otras profesiones expuestas al riesgo, y algunos se venden al mejor postor haciendo “relaciones públicas” para los narcos. Muchos policías y militares también dejan sus posiciones, algunos desertan o se pasan al bando de los malos, para tener una vida más holgada, pero peligrosa.
En Ciudad de Juárez, en el limítrofe estado de Chihuahua, que por años salió a la luz internacional debido al “feminicidio”, la semana pasada fue asesinado el periodista Armando Rodríguez, de El Diario, siendo ya 29 periodistas mexicanos los que fueron abatidos en los últimos tres años, ocho de ellos desaparecidos.
Las filas policiales también fueron afectadas este fin de semana. Fue acribillado José Sanguinés, comandante de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI) de Chihuahua, con sede en Ciudad Juárez, recibiendo más de un centenar de balazos, tratándose de un mensaje de intimidación para todo aquel que no acepte las “reglas de juego” del narco. El viernes había sido asesinado un capitán encargado de la seguridad pública de uno de los barrios de esa ciudad. En lo que va de este 2008, las fuerzas de seguridad de la ciudad perdieron a 59 personas a manos del crimen; mientras que en todo el país, las muertes violentas a manos del crimen organizado alcanzaron a 4.577 personas, casi el doble de los 2.673 crímenes registrados en el 2007.
Lo peor de todo esto, es que el Estado, el aparato judicial, se encuentra totalmente desbordado, por lo que la sociedad se cada día más vulnerable.
noviembre 16, 2008
De nuevo en la Luna
India anunció esta semana que llegó a la Luna con una sonda geológica y China que uno de sus astronautas hizo su primera caminata espacial hace dos. Estados Unidos anunció también, a través de la NASA, que está retomando sus lanzamientos hacia la Luna para seguir explorando el camino del hombre hacia Marte que se espera sea para la próxima década.
Pero lo importante para estos dos nuevos países es no haber demostrado que pueden llegar a la Luna, sino que se vienen consagrando como naciones desarrolladas tecnológicamente. Y para ello, como lo hizo Estados Unidos anteriormente en 1969 cuando llegó a la Luna, fue el presidente John Kennedy siete años antes, compitiendo con los rusos, quien estableció que para llegar al satélite se necesitaban objetivos de país.
Recuerdo que uno de los más importantes fue que Matemáticas y Ciencias se volvieron materias obligatorias en la escuela secundaria, las que serían además mucho más difíciles. Es decir, además de otros objetivos como un presupuesto acorde, la creación de oficinas de desarrollo tecnológico, Kennedy pidió alinear objetivos del Estados con los de la población general, y el país se concentró en la educación para ir creando un semillero de potenciales científicos, sabiendo que el paso en la Luna significaba mucho más que eso.
Estos ejemplos me hacen pensar que nuestros problemas en América Latina radican justamente en eso, en la falta de objetivos a largo plazo, en que no se educa para futuro y no se hacen abrazar objetivos a largo plazo, para que todos los ciudadanos juntos nos sintamos sincronizados con un objetivo común. Solo pensamos en tandas electorales que van de cuatro, cinco o seis años.
Pero lo importante para estos dos nuevos países es no haber demostrado que pueden llegar a la Luna, sino que se vienen consagrando como naciones desarrolladas tecnológicamente. Y para ello, como lo hizo Estados Unidos anteriormente en 1969 cuando llegó a la Luna, fue el presidente John Kennedy siete años antes, compitiendo con los rusos, quien estableció que para llegar al satélite se necesitaban objetivos de país.
Recuerdo que uno de los más importantes fue que Matemáticas y Ciencias se volvieron materias obligatorias en la escuela secundaria, las que serían además mucho más difíciles. Es decir, además de otros objetivos como un presupuesto acorde, la creación de oficinas de desarrollo tecnológico, Kennedy pidió alinear objetivos del Estados con los de la población general, y el país se concentró en la educación para ir creando un semillero de potenciales científicos, sabiendo que el paso en la Luna significaba mucho más que eso.
Estos ejemplos me hacen pensar que nuestros problemas en América Latina radican justamente en eso, en la falta de objetivos a largo plazo, en que no se educa para futuro y no se hacen abrazar objetivos a largo plazo, para que todos los ciudadanos juntos nos sintamos sincronizados con un objetivo común. Solo pensamos en tandas electorales que van de cuatro, cinco o seis años.
noviembre 15, 2008
Felicidad: percepción estúpida
No todas las encuestas son creíbles. La más reciente de Latinobarómetro que se divulgó este jueves sobre que los latinoamericanos somos los más felices del mundo no es muy creíble. Creo que en eso tienen que ver mucho la forma en que se hacen las preguntas, en qué contexto, en qué día, etc…
No estoy en contra de que no haya felicidad o esperanza en el futuro, pero con sólo visitar varios países latinoamericanos uno se puede dar cuenta de que hay realidades muy tristes como para creer que en este continente somos felices. Uno se pregunta: ¿felices comparado a qué?
El informe de Latinobarómetro se realizó en 18 naciones de nuestra región entre 20 mil personas. Sobre la satisfacción con la vida el 66% respondió favorablemente comparado al 41% registrado en 1997.
En promedio el 38% de la gente piensa que la situación económica de su país mejorará el año próximo. Paraguay – tal vez por ser el país que eligió al ex obispo Fernando Lugo con la promesa de luchar contra la pobreza - es el país con el mejor índice, 78%, mientras que el peor puesto lo ocupan empatados Guatemala y República Dominicana, con el 23%.
Si uno mira los conflictos y la polarización que se ha creado en varios zonas como Argentina, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, por citar algunas, y la pobreza extrema que reina en Haití, Nicaragua, y mantienen a 40 millones sumergidos, la degradación continua de las clase media debido a la crisis actual y las recientemente pasadas en el resto del continente, Latinobarómetro parece muy endeble y difícil de creer.
Latinobarómetro cita que la mayor preocupación de los latinoamericanos son la violencia y el desempleo. Sin embargo, se olvida de la pobreza extrema, la desigualdad (en Brasil el 2% de la gente posee más que el 98% del resto) la falta de oportunidades educacionales, el acceso a la salud de la mayoría y la economía informal que no garantiza derechos sociales.
Ante estos desafíos, la felicidad de los latinoamericanos no parece tal, a no ser que la comparemos con los países africanos que deben ser los únicos que están con mayores indigencias que las nuestras. Da la sensación de que estas percepciones (al fin y al cabo las encuestas se basan en lo que la gente piensa o siente en un momento determinado, no en una realidad medible) parecen apreciaciones estúpidas y una tomadura de pelo que no ayudan en nada para pintar la realidad de nuestro hemisferio.
Si la encuesta se hubiera referido a felicidad en igualdad de condiciones que la alegría, podría ser más creíble, porque nuestros pueblos, a pesar de la infelicidad se mantienen con alto grados de alegría. Pero no se pueden mezclar estos dos valores. La felicidad es algo distinto a la alegría.
No estoy en contra de que no haya felicidad o esperanza en el futuro, pero con sólo visitar varios países latinoamericanos uno se puede dar cuenta de que hay realidades muy tristes como para creer que en este continente somos felices. Uno se pregunta: ¿felices comparado a qué?
El informe de Latinobarómetro se realizó en 18 naciones de nuestra región entre 20 mil personas. Sobre la satisfacción con la vida el 66% respondió favorablemente comparado al 41% registrado en 1997.
En promedio el 38% de la gente piensa que la situación económica de su país mejorará el año próximo. Paraguay – tal vez por ser el país que eligió al ex obispo Fernando Lugo con la promesa de luchar contra la pobreza - es el país con el mejor índice, 78%, mientras que el peor puesto lo ocupan empatados Guatemala y República Dominicana, con el 23%.
Si uno mira los conflictos y la polarización que se ha creado en varios zonas como Argentina, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, por citar algunas, y la pobreza extrema que reina en Haití, Nicaragua, y mantienen a 40 millones sumergidos, la degradación continua de las clase media debido a la crisis actual y las recientemente pasadas en el resto del continente, Latinobarómetro parece muy endeble y difícil de creer.
Latinobarómetro cita que la mayor preocupación de los latinoamericanos son la violencia y el desempleo. Sin embargo, se olvida de la pobreza extrema, la desigualdad (en Brasil el 2% de la gente posee más que el 98% del resto) la falta de oportunidades educacionales, el acceso a la salud de la mayoría y la economía informal que no garantiza derechos sociales.
Ante estos desafíos, la felicidad de los latinoamericanos no parece tal, a no ser que la comparemos con los países africanos que deben ser los únicos que están con mayores indigencias que las nuestras. Da la sensación de que estas percepciones (al fin y al cabo las encuestas se basan en lo que la gente piensa o siente en un momento determinado, no en una realidad medible) parecen apreciaciones estúpidas y una tomadura de pelo que no ayudan en nada para pintar la realidad de nuestro hemisferio.
Si la encuesta se hubiera referido a felicidad en igualdad de condiciones que la alegría, podría ser más creíble, porque nuestros pueblos, a pesar de la infelicidad se mantienen con alto grados de alegría. Pero no se pueden mezclar estos dos valores. La felicidad es algo distinto a la alegría.
noviembre 14, 2008
Inseguridad en autobuses
Como tantos otros países en América Latina, los guatemaltecos se sienten desamparados frente a la violencia de las maras o pandillas. En un seminario que terminamos este viernes en Guatemala sobre riesgos a los que se exponen los periodistas, descubrí que uno de los temores más grandes no es a las coberturas difíciles o a las represalias por lo que se dice u opina.
En Guatemala hay un crimen muy particular y afecta particularmente a los choferes o pilotos (como se les dice aquí) de autobuses. Ayer se reportaron dos asesinatos más de choferes a manos de adolescentes pandilleros que les exigen “impuestos”. En lo que va del año, 108 conductores fueron asesinados por negarse a pagar la extorsión.
Más allá de estos crímenes, la indefensión es general. Un artículo de este viernes de Prensa Libre explica: El temor causado por la violencia impacta en las diferentes clases sociales, ya que hay atracos y homicidios en las calles, en los autobuses, en las rutas y sectores de alta plusvalía, como la carretera a El Salvador.
Como en el resto de América Latina la inseguridad pública no deviene solamente de la violencia sino más bien, de la impunidad. Solo una persona ha sido capturada de los 108 casos de conductores asesinados.
En Guatemala hay un crimen muy particular y afecta particularmente a los choferes o pilotos (como se les dice aquí) de autobuses. Ayer se reportaron dos asesinatos más de choferes a manos de adolescentes pandilleros que les exigen “impuestos”. En lo que va del año, 108 conductores fueron asesinados por negarse a pagar la extorsión.
Más allá de estos crímenes, la indefensión es general. Un artículo de este viernes de Prensa Libre explica: El temor causado por la violencia impacta en las diferentes clases sociales, ya que hay atracos y homicidios en las calles, en los autobuses, en las rutas y sectores de alta plusvalía, como la carretera a El Salvador.
Como en el resto de América Latina la inseguridad pública no deviene solamente de la violencia sino más bien, de la impunidad. Solo una persona ha sido capturada de los 108 casos de conductores asesinados.
noviembre 13, 2008
La percepción de la corrupción
La medición de la corrupción se hace sobre la base de las percepciones. Transparencia Internacional establece un índice de percepción anual en el que cataloga – de acuerdo a numerosas variantes como por ejemplo si se han adoptado normas de transparencia – cuán corrupto es un país comparándolo a otros 180.
A Guatemala (donde estamos dictando con la SIP un curso sobre investigación y lavado de dinero) como al resto de los países latinoamericanos no le va nada bien, formando así parte de un denominador común, en que las naciones más subdesarrolladas o más pobres o con menos niveles de libertad de expresión, suelen ser los más corruptos.
De acuerdo al sociólogo, Alejandro Urizar, de Acción Ciudadana en Guatemala, su país obtuvo en 1998 un índice de 3.1 en la escala de 0 a 10, siendo 0 el extremo más corrupto, aunque en años posteriores decayó y luego del 2004 volvió a una puntuación del 3.2, debido a que se adoptaron normas estructurales, tales como: la creación de Guatecompras en 2003; la designación de un Comisionado Presidencial por la Transparencia en 2004; la reforma de la ley electoral y de partidos políticos en 2004; ratificación de la Convención sobre la Corrupción de la ONU en 2006; la creación del Vice ministerio de Transparencia en 2008 y también este año la aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública.
Pero todo esto es sobre la base de las percepciones institucionales. Urizar presentó otro cuadro de percepciones pero basadas en las de los ciudadanos de a pie, de los propios guatemaltecos sobre qué piensan de la corrupción en su país.
El 60% de los guatemaltecos piensa que es imposible acabar con la corrupción, y que es más imposible todavía a nivel nacional, ya que consideran que los hechos ilícitos son cometidos y permanecen más impunes en la élite del país.
El 68% percibió que la corrupción de este año es mayor a la del año pasado y menor al del próximo. Dato este que demuestra un pesimismo apabullante de la ciudadanía.
Para combatir la corrupción, el 96% estima que se debe aumentar y mejorar la educación en el hogar, que los medios deben denunciarla continuamente y que se debe premiar a los funcionarios no corruptos para incentivar a los demás.
El 87% piensa que los políticos forman parte del grupo más corrupto y el 44.5% estima que el sistema judicial débil es el responsable de que no se pueda avanzar en contra de la corrupción.
Los guatemaltecos piensan que las siguientes instituciones ayudan a combatir la corrupción, en el siguiente orden: la familia, la iglesia, los grupos de mujeres, medios de comunicación en el cuarto, el gobierno, el ejército, las empresas, los sindicatos, la policía y, último, los partidos políticos.
A Guatemala (donde estamos dictando con la SIP un curso sobre investigación y lavado de dinero) como al resto de los países latinoamericanos no le va nada bien, formando así parte de un denominador común, en que las naciones más subdesarrolladas o más pobres o con menos niveles de libertad de expresión, suelen ser los más corruptos.
De acuerdo al sociólogo, Alejandro Urizar, de Acción Ciudadana en Guatemala, su país obtuvo en 1998 un índice de 3.1 en la escala de 0 a 10, siendo 0 el extremo más corrupto, aunque en años posteriores decayó y luego del 2004 volvió a una puntuación del 3.2, debido a que se adoptaron normas estructurales, tales como: la creación de Guatecompras en 2003; la designación de un Comisionado Presidencial por la Transparencia en 2004; la reforma de la ley electoral y de partidos políticos en 2004; ratificación de la Convención sobre la Corrupción de la ONU en 2006; la creación del Vice ministerio de Transparencia en 2008 y también este año la aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública.
Pero todo esto es sobre la base de las percepciones institucionales. Urizar presentó otro cuadro de percepciones pero basadas en las de los ciudadanos de a pie, de los propios guatemaltecos sobre qué piensan de la corrupción en su país.
El 60% de los guatemaltecos piensa que es imposible acabar con la corrupción, y que es más imposible todavía a nivel nacional, ya que consideran que los hechos ilícitos son cometidos y permanecen más impunes en la élite del país.
El 68% percibió que la corrupción de este año es mayor a la del año pasado y menor al del próximo. Dato este que demuestra un pesimismo apabullante de la ciudadanía.
Para combatir la corrupción, el 96% estima que se debe aumentar y mejorar la educación en el hogar, que los medios deben denunciarla continuamente y que se debe premiar a los funcionarios no corruptos para incentivar a los demás.
El 87% piensa que los políticos forman parte del grupo más corrupto y el 44.5% estima que el sistema judicial débil es el responsable de que no se pueda avanzar en contra de la corrupción.
Los guatemaltecos piensan que las siguientes instituciones ayudan a combatir la corrupción, en el siguiente orden: la familia, la iglesia, los grupos de mujeres, medios de comunicación en el cuarto, el gobierno, el ejército, las empresas, los sindicatos, la policía y, último, los partidos políticos.
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