julio 13, 2013

Francisco: Avaricia, vanidad y lujuria

La humildad que practica y enseña el papa Francisco se está convirtiendo en una fuerza revolucionaria que pudiera liderar cambios a nivel mundial en contra de la corrupción y de los pecados capitales que se asocian con ella, como la avaricia, la vanidad y la lujuria.

Nadie hasta ahora había podido tirar “la primera piedra”, como sí lo puede hacer ahora el flamante Papa, gracias a su vida de pobreza franciscana y a la firmeza con que ha encarado la limpieza de una Iglesia que también se dejó impregnar por los pecados capitales.

Francisco acaba de firmar un decreto que agrava los delitos económicos y sexuales dentro del Estado del Vaticano, en una reforma al Código Penal interno para combatir la corrupción y la pederastia, imponiendo penas de hasta 12 años a crímenes que antes eran solo considerados violatorios de las “buenas costumbres”.

A poco de asumir, Francisco había dado muestras de su determinación pidiendo que se actúe con la justicia ordinaria en contra de los abusos sexuales y la corrupción. La semana pasada, Nunzio Scarano, un alto prelado de la Santa Sede, fue detenido por lavado de dinero, mientras la comisión de investigación sobre el banco del vaticano, desembocó en la salida de sus máximos responsables.

Pero el Papa no solo está limpiando la jerarquía eclesiástica, también promueve que se abrace la frugalidad y la humildad en sus predios como en las de los gobiernos del mundo entero. De ahí que no le tiemble la voz para criticar al “capitalismo salvaje”, la “dictadura de la economía” o la adoración del dinero, que desafiar a sus propios curas y monjas.

Su vida frugal y de renuncia a los lujos y comodidades del Vaticano son ejemplo de la dolorosa reforma cultural que está imponiendo en la curia toda. Nadie se salva de sus enseñanzas. Francisco sorprendió a los más de seis mil futuros seminaristas que le visitaron en el Vaticano, expresándoles el dolor que siente al ver a sacerdotes y monjas en “autos último modelo”, pidiéndoles un servicio desde la moderación, orientado hacia los pobres y con alegría, “sin cara de vinagreta”, valores que enseña desde el ejemplo de la Madre Teresa.

Su coherencia entre sus dichos y su práctica de vida - como aquel Gandhi mundano que hablaba de paz y practicaba la no violencia – le siguen ganando afectos y seguidores. La versión italiana de la revista Vanity Fair lo acaba de nombrar esta semana “personaje del año”, no solo por su firme decisión a reformar la Iglesia, sino también por rebelarse a la “globalización de la indiferencia”.

Aquella frase pronunciada ante los inmigrantes africanos en la isla de Lampedusa, su primer viaje fuera del Vaticano, le sirvió para realzar la insensibilidad social ante el sufrimiento y ante muchos pecados capitales que se corporizan e incentivan en la explotación humana y la criminalidad y corrupción rampantes.

Obra de la providencia o de la casualidad, lo cierto es que el mismo día que Vanity 
Fair destacaba a Francisco, la organización Transparencia Internacional divulgaba su informe anual sobre la  corrupción, en el que su país natal, sobresale como el más corrupto de América Latina.

La encuesta de Transparencia, Barómetro Global de la Corrupción 2013, muestra que el 72% de los argentinos considera que las irregularidades crecieron en el país, un índice superior al de México con 71% y al de Venezuela con 67%, las que se perciben principalmente en el entono del gobierno, en el congreso y las policías.

El nuevo liderazgo de Francisco, no está dado tanto por sus declaraciones sino por su ejemplo de vida y por cómo es percibido por la gente en su lucha contra los pecados capitales. La definición más acertada de Francisco la dio el cantante Elton John, quien tras la dedicación de Vanity Fair, lo describió como “un milagro de humildad, en la era de la vanidad”.

Difícil será que la fuerza vivencial y moral de Francisco pueda por sí sola ayudar a crear una nueva cultura anti corrupción. Pero el contagio de su enseñanza seguro que ayudará. La encuesta de Transparencia mostró que nueve de cada 10 encuestados, de un universo de 114 mil personas de 107 países, dijeron estar dispuestos a actuar en contra de la corrupción.

El liderazgo de Francisco se percibe como sustancial en esta tarea. 

julio 11, 2013

Alegría o felicidad para Brasil

La embriagante pero pasajera alegría por los tres golazos de la “verde amarela” a la “furia roja” en la final de la Copa Confederaciones, no disipó las protestas callejeras de los brasileños ni sus sueños por alcanzar una felicidad más duradera.

Si las autoridades esperaban que la victoria contra España amortiguara el impacto de las protestas, los brasileños redoblaron la apuesta y se multiplicaron en 353 ciudades esta semana, expresando sus reclamos por un mejor gobierno y mayor bienestar. Pareciera que ya no quieren que la alegría que exportan gracias al fútbol, la samba y el carnaval, sean los únicos productos de su identidad nacional o su marca registrada en el extranjero.

Las protestas invitan a todos los brasileños, gobernantes y gobernados, a una discusión más profunda de la que muestran las pancartas. Se trata de un debate sobre la alegría y la felicidad; entre la satisfacción y el placer personal, y aquellas virtudes, como la justicia y la igualdad, que hacen al bienestar de todos.  

Con motivo del 4 de julio, Día de la Independencia de EE.UU., la revista Time publicó un interesante artículo respecto a la interpretación de la “la persecución de la felicidad” uno de los tres derechos, que junto al de la vida y el de la libertad, se expresan como fundamentales en la Declaración de Independencia de 1776.

La búsqueda de la felicidad como la interpretaba el principal redactor de la Declaración, Thomas Jefferson, no se trataría solo de lograr un objetivo de dicha personal, sino más bien la obligación de la sociedad y del gobierno a buscar y alcanzar el bien común. Jefferson definía a la felicidad, el bien último del ser humano, desde la virtud y la buena conducta que pregonaba Aristóteles y desde la bondad y la justicia de Platón.

De esa manera, esa búsqueda del bien común - una tarea prioritaria que deben asumir el gobierno y los servidores públicos, quienes no pueden anteponer sus intereses políticos o partidarios por sobre los de la ciudadanía - es lo que permite a las personas alcanzar el bienestar y la dicha individual.

En Brasil, el espíritu de las protestas revela que la gente está harta de la demagogia, del “pan y circo”. El reclamo no es tanto por la mejora de los servicios públicos, sino una interpelación al gobierno sobre la impunidad, la falta de transparencia, la corrupción. Exigen igualdad para que todos puedan luchar por sus sueños y prosperidad.

Pese a algunos actos de violencia entre manifestantes y policías, se debe reconocer que el gobierno de Dilma Rousseff tuvo la prudencia para aceptar los reclamos y actuar en consecuencia. La ley anti corrupción y el plebiscito que permitirá una reforma política que aumentará la participación ciudadana en el proceso político y que haya transparencia en las finanzas de las campañas electorales, revelan humildad gubernamental.

También importante, es que el gobierno de Rousseff – a diferencia del kirchnerismo argentino y el chavismo venezolano - no atinó a contrarrestar las movilizaciones creando marchas paralelas ni  movilizando a las huestes del Partido de los Trabajadores.

Tal vez esa actitud comprensiva del gobierno, forzada en parte por el brusco declive de popularidad de Rousseff, haya sido incentivada por las palabras del papa Francisco, quien a pocos días de ir a Río de Janeiro para las Jornadas Mundiales de la Juventud, dijo que las reivindicaciones de los jóvenes por una mayor justicia no contradicen los Evangelios.

El gobierno sabe que el respaldo de Francisco no es demagógico, sino que se fundamenta en el método de trabajo de los obispos brasileños que siempre apoyaron a los pobres y los “sin tierra” a través de las comunidades de base,  activas en todo el país. Hoy, los obispos reivindicaron los gritos juveniles contra la “corrupción, la impunidad y la falta de transparencia de la gestión pública”, poniendo el acento en el derecho democrático a las manifestaciones “que debe ser siempre garantizado por el Estado”.

Pese a que la felicidad se identifica con aspectos de bienestar personal como acceso al dinero, salud, placer y alegría, las protestas brasileñas están demostrando esa otra dimensión de la felicidad, la del bien común, la cual tiene en la corrupción a su mayor antónimo. 

julio 10, 2013

Francisco, Argentina y corrupción

La revista Vanity Fair en su edición italiana elogió al papa Francisco y los destacó como el “Personaje del Año”, entre otras cosas, por su célebre frase sobre “la globalización de la indiferencia”, una frase que se ha atribuido a sí mismo como a toda la humanidad, por la falta de insensibilidad al sufrimiento de muchos ya sea por cuestiones de inmigración, criminalidad y por los estragos de la corrupción

El honor al flamante Papa también tiene que ver con las reformas internas de la jerarquía de la curia, con su firme disposición a limpiar a la Iglesia de su peor pecado, la pederastia, y por reformar el banco del Vaticano por los sonados casos de corrupción.

La criminalidad de la corrupción ha merecido pronunciamientos internos y constantes del Pontífice y, casualmente, Vanity Fair, lo destaca el mismo día que Transparencia Internacional reveló su informe anual en el que su país natal, Argentina, sobresale como el país más corrupto de América Latina.

La encuesta anual sobre la percepción de la corrupción a nivel mundial, Barómetro Global de la Corrupción 2013, muestra que el 72% de los argentinos considera que la corrupción en su país ha crecido, índice superior al de México, con 71%, y a Venezuela que se posiciona en tercer lugar con 67%.

En la mayoría de los países, la corrupción más rampante es atribuible a instituciones públicas, generalmente a los partidos políticos así como los Congresos y a las fuerzas policiales.

La fuerza de Francisco está dada por una reforma importante en la Iglesia de fondo y de formas. Su vida frugal y humildad han dejado boquiabiertos a propios y extraños, mientras que su continua autocrítica institucional se muestra como un latigazo para aquellos que habiendo hecho votos de pobreza nadan en la opulencia. De ahí su enojo con los curas y las monjas preocupados por sus “autos último modelo” y no por el servicio.

Este llamado a la anticorrupción interna, la que él practica todos los días con gestos de humildad, seguramente hará mella en todas las estructuras de la Iglesia Católica. Lo importante será que una vez que la nueva cultura anti corrupción y anti pecados capitales como la lujuria y la avaricia prenda en las estructuras eclesiásticas, pueda ser luego contagiada a todas las instituciones de la vida pública.

Falta ahora que Francisco sirva de ejemplo a otros líderes políticos y que alguien se aventure para hacer de esas reformas anti corrupción, una forma de vida y la pueda inculcar en la vida cotidiana de su país. Será así una de las mayores contribuciones a erradicar la corrupción, una de las violaciones más flagrantes a los derechos humanos.


julio 09, 2013

Incierto destino del internet

No es tan importante el destino que finalmente tendrá Edward Snowden – si logrará asilarse en algún país o EE.UU. lo podrá llevar ante la justicia – como el destino que tendrá el internet, así como la conocemos, experimentamos y disfrutamos.

Los riesgos para que el internet siga siendo libre y neutral son altísimos y es tal vez el tema al que menos consideración se la ha dado. Dilma Rousseff acaba de dar en el clavo después de que se supiera, por filtraciones de Snowden, que la Agencia Nacional de Seguridad y la CIA operaban en Brasilia un centro de recolección de datos que implicaba el espionaje de las redes de comunicación del gobierno brasileño y sus ciudadanos.

La reacción de Rousseff era previsible, así como la de muchos otros gobiernos que la pergeñaron en estos días. Brasil ya había intentado en el pasado que la gobernanza del internet mundial dejara de estar en manos de la agencia estadounidense ICANN, no gubernamental y sin fines de lucro, para que sea regida por un cuerpo de las Naciones Unidas.

Aunque aquella petición en apariencia tiene sentido común, el problema es que ese cuerpo termine siendo dominado por países autoritarios enemigos de la libertad en la web, así como por muchos años varios países violatorios de los derechos humanos, como Cuba y Libia, por ejemplo, estuvieron al frente de la Comisión de los Derechos Humanos.

No es casualidad que ahora, igual que desde hace una década cuando estábamos frente al proceso de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, los países que más lobby hicieron a favor de la regulación de la internet a través de la ONU, fueron China, Cuba, Rusia, Vietnam, Venezuela entre muchos otros países con gobiernos autoritarios que ven a la libertad en internet como una amenaza a sus aspiraciones de continuar en el poder.

Siempre fue EE.UU. el que lideró a otro importante grupo de países que quieren mantener el status quo en la web, es decir que continúe libre, neutral y sin ataduras, como una herramienta que hasta ahora ha probado que es fundamental para esparcir la libertad, la democracia y la igualdad de condiciones para el desarrollo en el mundo.


Lamentablemente, el caso de Snowden, o mejor dicho, el espionaje masivo que el gobierno estadounidense ha desplegado y que fue denunciado por el ex contratista, contradice todos los principios que EE.UU. venía manteniendo hasta ahora. La pérdida de confianza y credibilidad actual están minando el futuro del internet.

julio 06, 2013

Snowden, Latinoamérica y asilo

La inaudita reacción de países europeos, Italia, Francia, Portugal y España, de no permitir que el avión del presidente Evo Morales pudiera recalar en sus aeropuertos, muestra lo intrincado que se transformado el caso de Edward Snowden, el ex contratista estadounidense que reveló los sistemas de espionaje que mantiene la Agencia de Seguridad Nacional y el Departamento de Estado estadounidenses.

Más allá de juzgar si las acciones de Snowden son malas o buenas, lo cierto es que la aparente presión ejercida por el gobierno estadounidense a esos países – previamente a las autoridades de Hong Kong y de Rusia - tiene experiencias similares con las que se ejercieron en el caso de Julian Assange tanto a nivel de gobiernos como de corporaciones.

Era evidente que los gobiernos del Unasur protestarían por el irrespeto hacia Morales y que estarían justificados con su perorata ideológica en contra de EE.UU. máxime cuando nadie cree que los gobiernos europeos tomaran sus decisiones con autonomía.
De antemano se sabía que Rafael Correa, quien dio asilo a Assange, sería el aliado natural de Snowden, aún si Snowden no le hubiera pedido el asilo. Todos esperaban su reacción favorable en teoría – como realmente sucedió – aunque su intenciones no pudieron materializarse en la práctica, ya que el ex contratista debería, al menos, estar en territorio ecuatoriano para tener derecho al asilo, la embajada ecuatoriana en Moscú. Se hubiera convertido en el país con dos asilados, pero inquilinos en sus territorios en el extranjero.

Era evidente que los países del ALBA saldrían a despacharse a favor de Snowden aún sin que este les solicitara una petición de asilo. Daniel Ortega se pronunció al respecto pero el ex contratista le solicitó a Nicaragua que lo acogiera, lo que evidencia que se trata de una genuina respuesta aunque todavía tendrían que analizarse los derechos y deberes ya que si bien el asilo es un derecho, también devenga deberes para el asilado.

El caso de Nicolás Maduro es diferente, declaró varias veces que Snowden no le pidió el asilo a Venezuela – tras su viaje a Moscú y posteriormente – sin embargo en una declaración grandilocuente durante los actos por el Día de la Independencia, se la ofreció públicamente como si Snowden fuera un trofeo de caza mayor. Por lo general, el asilo se pide, no se ofrece o si se lo ofrece, se lo hace de la manera más discreta posible.


Puede que Maduro haya acertado en hacer un paralelismo de la independencia histórica del país con la actual. Pero es evidente que en esa mezcolanza le comenzarán a llegar todo tipo de críticas, ya que – al igual que Correa – dice respetar y defender la libertad de expresión de Snowden, cuando se trata de un derecho del que no gozan gran parte de los venezolanos.

julio 05, 2013

Maduro: Una pregunta importante

¿Es Nicolás Maduro venezolano? No debería ser una pregunta muy importante a no ser que la Constitución de Venezuela manda que el Presidente debe ser venezolano, mientras que no permite la doble nacionalidad.

El debate sigue abierto en Venezuela ya que Maduro nunca mostró su partida de nacimiento, mientras que desde diferentes frentes del oficialismo ya se han dado tres lugares y parroquias equidistantes donde el actual presidente habría sido anotado. Por su parte, algunos diputados de la oposición, ciudadanos colombianos y el ex embajador panameño ante la OEA, Corchez – quien fue expulsado por el gobierno de Panamá en represalia por declarar la inconstitucionalidad de la Presidencia actual de Venezuela – siguen buscando pruebas de que Maduro nació en algún lugar de Colombia, cerca de Cúcuta de donde su madre sería originaria. Maduro niega que su madre haya nacido en Colombia.

Este episodio recuerda las dudas que en su momento tuvo que disipar Barack Obama quien fue forzado a mostrar su partida de nacimiento de Hawái.


Habrá que esperar que, documento en mano, Maduro presente su partida de nacimiento. Esta supuesta inconstitucionalidad no es la única  que aqueja la presidencia de Maduro, pero aunque parezca la menos seria, puede convertirse en su verdadero e irrefutable talón de Aquiles.

julio 03, 2013

Brasil, protestas y corrupción

El papa Francisco, pronto a tocar suelo amazónico para abrazar a los jóvenes del mundo, llegará a un nuevo Brasil. Un país donde la clase política no tuvo más opción que actuar enérgica y rápidamente en contra de la corrupción, ante la fuerza de unas protestas populares que amenazan con desbordarlo todo.
La polémica por el fútbol que exudan la Copa de las Confederaciones y el Mundial 2014, amplificaron el reclamo apremiante del pueblo y de las juventudes brasileñas auto convocadas por las redes sociales, para que se ponga coto a la podredumbre de la corrupción, el histórico ingrediente que ha condenado a Brasil a ser uno de los países más desiguales de la Tierra.
Para el papa Francisco, fanático del “jogo bonito” futbolero, pero también del “jogo limpo” de la vida diaria, la corrupción no es un pecado, sino el verdadero anticristo, el delito que no tiene perdón: “Pecadores sí, corruptos no”, es una de sus máximas, al considerar que la corrupción es el peor acto contra Dios, un crimen con agravantes para quienes se asumen como líderes y servidores públicos.
Feliz coincidencia, tal vez, o encaje perfecto; lo cierto es que el papa Francisco tendrá el contexto ideal para encontrarse con las juventudes del mundo, después de que esta semana, y tras varios años en que los proyectos de ley anti corrupción fueron pateados a uno y otro lado de los corredores del Congreso, el Senado brasilero aprobó una legislación recia contra “el crimen atroz” de la corrupción, tipificándolo de “crimen hediondo”.
Los corruptos, a quienes Francisco califica de “adoradores de sí mismos” porque solo piensan en ellos y “consideran que no necesitan de Dios”, serán castigados a penas de hasta 12 años y no tendrán derecho a amnistías, indultos y libertad condicional. La ley penaliza a los autores activos y también pasivos en el acto de corrupción, así acumulen riqueza mediante malversación, extorsión, evasión de impuestos o por irregularidades en la función pública.
Aunque las protestas se originaron en reacción al aumento de las tarifas del transporte público en Sao Paulo y Río de Janeiro, esparciéndose como epidemia por urbes y poblados, desembocaron luego en lo inevitable, en un pedido de acción en contra de una corrupción que asfixia y que carcome fondos para mejorar los servicios públicos en materia de salud, educación y seguridad.
El fútbol, esa disciplina que divide la pasión de Francisco entre los pasillos de la Capilla Sixtina y las gradas del Gasómetro de San Lorenzo en Buenos Aires, también incentivó la ira de las protestas brasileñas. Fue el ex atacante Romario, ahora diputado federal, quien prendió la mecha criticando los miles de millones gastados en estadios de lujo para el mundial y las olimpíadas, con los que se podrían fabricar escuelas, hospitales y viviendas.
Ni Romario ni otros políticos, incluida la presidente Dilma Rousseff, habían ponderado la explosión de la fuerza espontánea desatada por los jóvenes en Facebook y otras redes sociales. Todos fueron sorprendidos, especialmente porque Rousseff pensó que el “mensalao”, la expulsión de ministros del gabinete por corrupción, y la masiva emigración de pobres a la clase media, habían expiado los pecados de la clase política, y desmarcado a Brasil de muchos otros países latinoamericanos donde la corrupción también es vicio impune e invencible.
La sanción de la nueva ley, que se descuenta será aprobada por la Cámara de Diputados, seguramente no detendrá los reclamos. Pero la duración y eficiencia de las protestas dependerá del enfoque de los planteos; cuanto más concisos más efectivos. Pero si las copan los violentos y los anarquistas, aquellos que todo ven mal y a nadie bien, las protestas serán tan ineficientes y efímeras como la de los indignados de Wall Street.
Si el movimiento popular consigue sobrevivir enfocando sus objetivos, podría convertirse en un contrapeso de la clase política, forzándola a rendir cuentas y a implementar mecanismos que sirvan para extirpar la corrupción de las instituciones.
La clase política de Brasil tiene la chance de transformar esta crisis en una gran oportunidad. Una sólida cultura anti corrupción no solo mejorará su economía y democracia, sino también será un loable producto de exportación que le consolidará como líder mundial. 

julio 02, 2013

Felicidad antónimo de corrupción

La revista Time publicó una nota interesante sobre la felicidad y el 4 de julio, día de la Independencia de EE.UU., debido a que la “persecución de la felicidad”, es un principio inalienable del ser humano junto a los derechos a la vida y a la libertad, según están expresados en la Declaración de la Independencia de 1776.

La explicación está basada en que la felicidad no era un objetivo destinado al derecho individual, sino más bien la obligación del gobierno de buscar y alcanzar el bien común, un aspecto que Thomas Jefferson trae a colación desde la concepción que hacen de este valor los filósofos griegos, entre ellos Aristóteles.

El bien común, la persecución del bien para todos, en definitiva, es el valor general que permite a todas las personas alcanzar el potencial de la felicidad en forma individual. De ahí lo importante de la obligación y el deber de los gobernantes de entender que la función pública significa servicio público y que no pueden hacer prevalecer sus intereses personales ni políticos ni partidarios por sobre los de la ciudadanía.

La persecución de la felicidad también tiene otras interpretaciones, más personales, entre ellas, las que están identificadas con cuestiones laborales y al salario, a la salud, a las relaciones familiares, a la educación y a la salud.


Pero en los que respecta a la persecución de la felicidad, este valor está definido como antónimo de la corrupción.

junio 28, 2013

Manejar la conversación pública

Quien maneja o inicia la conversación o la agenda pública siempre demuestra cierta vocación de liderazgo, sin distinción de que sea bueno o malo. La agenda no siempre depende de los mismos actores, sino que está maniatado al contexto y a los temas.

Un ejemplo son las protestas en Brasil. Ese tema de conversación, la reivindicación de los más pobres, la lucha contra la corrupción y la exigencia por servicios públicos mejores y más eficientes, no fue un tema incentivado ni por la prensa ni por el gobierno. Ha sido impuesto por las protestas públicas que espontáneamente se auto convocaron por las redes sociales.

Edward Snowden al denunciar el sistema de espionaje del gobierno de EE.UU. en declaraciones a los diarios The Guardian y The Washington Post, fue el hacedor del tema y de la conversación, pero que luego retomaron el gobierno y la prensa mundial. Fue él, Snowden, el hacedor de su propio destino; mientras que Rafael Correa, el presidente ecuatoriano, ausente de ese tema por más declaraciones a favor de Snowden y en contra de EE.UU. que haya hecho, recién se posicionó como líder de la agenda cuando ayer, tomando la delantera, anunció que Ecuador renunciaba a los beneficios arancelarios de EE.UU. ante la posibilidad de que el gobierno de Barack Obama tome represalias económicas contra su país por la posible aprobación del asilo a Snowden.

Anti ayer fue la Corte Suprema de EE.UU. la que se impuso en la agenda con la aprobación de derechos a los matrimonios de personas del mismo sexo y ayer fue el Senado el que aprobó la reforma inmigratoria a favor de 12 millones de personas indocumentadas. En otros momentos, fue la prensa la que lideró la agenda con esos dos temas.

Es decir, en EE.UU. y en muchos países del mundo, la agenda no depende de un individuo o de un gobierno en forma continua, como por ejemplo de Barack Obama, sino de variados actores y de temas muy heterogéneos.

Digamos que la agenda es un termómetro tan variada como la sociedad y en esa heterogeneidad se consolida la idea de que una agenda plural y diversa siempre es sinónimo de mejor democracia.

Hay países donde los gobiernos siempre intentan dominar la agenda pública, con temas que no importan si son polémicos; su idea siempre es que se hable de la posición buena o mala del gobierno, sin importar el resultado. Ejemplos sobran, desde la Venezuela que emergió con Hugo Chávez o la Argentina de Cristina Kirchner.

El gobierno argentino tiene esa vocación y voluntad de hablar continuamente de sí mismo e imponerse como centro de atención. La Corte Suprema de Justicia rechazó la “reforma judicial” que el gobierno mantuvo en la agenda pública, pero apenas sucedió eso, los mecanismos de presión del gobierno no se hicieron esperar y de repente el tema de conversación es la represalia del aparato kirchnerista contra las obligaciones impositivas del presidente de la Corte.

Cristina prácticamente lanza todos los días un tema nuevo de conversación haciendo que la prensa, la oposición y el público en general tengan que ponerse a la defensiva. Ante la reacción de la sociedad, los personeros del gobierno aparecen con una sarta de agravios y descalificaciones para neutralizar a quienes intentan el disenso y de esa forma pasan a liderar la agenda.

Muchos alaban al periodista Jorge Lanata que evidentemente con sus investigaciones que despliega los domingos por la noche impone los temas en la agenda, como el caso de la corrupción que rodea a Cristina y su ex marido. La ventaja de Lanata, a comparación de otros periodistas, es que impone el mismo tipo de sarcasmo y cinismo, es decir la misma forma de hablar, que tiene el gobierno, y de ahí su éxito; además de, por supuesto, su contenido.

Estilo comparable que adoptó, por ejemplo, el opositor Henrique Capriles en Venezuela para contrarrestar a Nicolás Maduro y continuamente atacarlo con el mismo tipo de sarcasmos que Maduro y otros funcionarios del gobierno utilizan para degradar a la oposición.

Los gobiernos populistas actuales y antes los más autoritarios de América Latina, siempre estuvieron inclinados a dominar al agenda pública a como dé lugar.

El único antídoto que hay para ello es el reforzamiento de las instituciones democráticas, siendo, la más importante de todas la prensa independiente. Esta tiene la obligación de estar por arriba de los estándares que marcan los gobiernos populistas y mantener una conversación pública que esté regida por el descubrimiento de temas que solamente pueden emerger de la investigación y la responsabilidad de hacer un periodismo de altísima calidad.

junio 27, 2013

Las mayorías y el poder popular

No todo a lo que se adjetive de poder popular y de mayorías soberanas es democracia. Así quedó como conclusión del fallo de inconstitucionalidad que dictó la Corte Suprema de Justicia de Argentina sobre una ley promovida por Cristina Kirchner para que los jueces fueran elegidos por voto popular.
Rompiendo con las intenciones políticas del gobierno de reformar y “democratizar a la justicia”, la Corte fue tajante al sentenciar que la democracia exige un Poder Judicial independiente, educando que la Constitución es un documento que no da derechos al gobierno, sino que le impone deberes, que busca “equilibrar el poder, para limitarlo”.
El fallo explica que la pretendida elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura, el órgano que selecciona y destituye jueces – instaurado hace décadas para despolitizar el proceso de elección de jueces - implicaría que los jueces comprometerían sus valores extraordinarios, imparcialidad, independencia y apariencia de neutralidad, al tener que someterse a campañas electorales y competir en luchas partidarias.
La relevancia de la sentencia trasciende a la clase política argentina. Se impone como enseñanza para otros gobiernos populistas latinoamericanos que, bajo la excusa de la “democratización” y de la voluntad de las mayorías, han sometido y dominado a los poderes judiciales. En Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela los mismos procesos apuntaron a reformar a la justicia no para hacerla menos corrupta y corporativista o más rápida y eficiente como argumentaron, sino para someterla y convertirla en aliada política.
Es fácil advertir como en estos países, donde existe esa comodidad conveniente entre los poderes del Estado y donde muchas veces las mayorías son alcanzadas mediante un clientelismo que no escatima en subsidiar y comprar votos en las urnas o entre los curules de parlamentarios, las democracias son débiles e imperfectas.
El fallo de la Corte Suprema infiere, además, que la fuerza de las mayorías y el voto popular, así como también pueden ser las concentraciones masivas o las protestas legítimas de la ciudadanía, no son absolutas en una democracia. El sistema de participación e inclusión política, por el contrario, requiere de garantías y de un respeto inconmensurable para las minorías y las instituciones, las que no pueden ignorarse por la sola fuerza de las mayorías.
“No es posible que bajo la invocación de la defensa de la voluntad popular pueda propugnarse el desconocimiento del orden jurídico, puesto que nada contraria más los intereses del pueblo que la propia trasgresión constitucional”, sentenció la Corte. Especificó que la ley aprobada por la mayoría kirchnerista viola el artículo 114 de la Constitución, referente al equilibrio que el Consejo de la Magistratura debe tener entre sus 13 representantes, legisladores, jueces, abogados y académicos.
En una situación normal, este fallo sentaría un precedente extraordinario ante los avances del gobierno. Sin embargo, en la Argentina actual, nadie duda que el gobierno, mientras maneje las mayorías electorales y parlamentarias, perseverará en su arrogancia para alcanzar sus fines. Se trata de un estilo muy similar al utilizado por Hugo Chávez y Rafael Correa cuando emprendieron sus luchas contra la justicia, la prensa independiente y a favor de la eternización en el poder, sobre la base de decretos, leyes, referendos populares y reformas constitucionales.
Tal vez, la única ventana que dejó la Corte – “los poderes son limitados; si se quiere modificar eso, hay que modificar la Constitución” – sea el camino que buscará el gobierno para que el sometimiento de la justicia a los designios de las mayorías políticas y populares, tenga apariencias de legalidad.
El kirchnerismo ya formó el avispero y se espera el contrataque. Los funcionarios atacan a la justicia por actuar de “espaldas al pueblo” y Cristina defiende ahora el debate público sobre el tema, actitud que no tuvo antes de que se aprobara la ley entre gallos y medianoche, cuando la oposición, académicos y organizaciones de la sociedad civil lo exigían.
El fallo judicial estableció los límites del gobierno. Infirió que el halago constante de las mayorías, del voto popular, a expensas de la independencia de poderes, no construye democracia.

Cambalache digital y la desinformación

  Les comparto una entrevista que me hizo el periodista Pedro Gómez de ABC Revista de ABC Color, periódico de Paraguay. Agradezco también al...